El reverendo patinando

Henry Raeburn, The Skating Minister, c.1790, Galería Nacional de Escocia.

La actitud es la forma de actuar de una persona ante las circunstancias de la vida. Según Carl Gustav Jung, «Tener una actitud es estar dispuesto a una cosa determinada, aunque sea inconsciente». Otra definición de actitud dice: «Voluntad para afrontar una determinada actividad».

Lo bueno es que las actitudes se pueden aprender, no son innatas ni vienen determinadas biológicamente (si quieres saber más, aquí puedes ampliar la información: http://definicion.de/actitud/). Las personas somos capaces de cambiar, pero solo si queremos.

Cuando comienzas un proyecto muy ambicioso, pongamos por caso estudiar la carrera universitaria de Historia del Arte, la actitud con la que asumes el reto es fundamental. Te propongo una lista de actitudes que deberías considerar.

Sé que esta lista te puede resultar demasiado ambiciosa, por eso debes tomarla con calma y poco a poco. Aprovecha de aquí la información que consideres más importante para ti y, por favor, no trates de aplicarlo todo a la vez porque así nunca resultará. Es mejor centrarse en unas pocas actitudes e ir trabajando en ellas poco a poco. Lo bueno es que, si tienes paciencia y logras asentar estos conocimientos, seguro que son útiles para el resto de tu vida y no solo para aquellos momentos en los que estés estudiando o asistiendo a clase.

En este vídeo tienes un resumen de las actitudes que considero más importantes y, más adelante, podrás leer el resto de ellas:

1. Apasionado:

La pasión mueve montañas. Si has elegido esta carrera por vocación, como te comentaba en la introducción, esta actitud seguro que ya la tienes.

Con esto tienes garantizado el 50 % de la carrera, porque está claro que estos temas son de tu interés. Seguro que mientras estás contemplando obras de arte o estudiando algún libro especializado o divulgativo las horas pasan y ni siquiera te das cuenta. No te imaginas lo increíblemente positivo que es ser apasionado para lograr tus objetivos.

Por otra parte, puede darse el caso de que estés en esta carrera porque «había que estudiar algo». Esta mentalidad es la típica de España (no sé si ocurre lo mismo en otros países), porque existe –o existía– una obsesión desmedida con la cuestión de estudiar una carrera universitaria.

De hecho, todo el sistema educativo está orientado a la consecución de un título universitario. En principio, no es cuestión de desacreditar por ello a todo el sistema educativo o la universidad. De lo que hablo es de que el objetivo de la mayoría de las personas es simplemente obtener un título y no tanto aprender todos los conocimientos necesarios que requiere una profesión determinada.

En cualquier caso, no siempre es necesario elegir una carrera por vocación para que el resultado final sea exitoso, a veces comienzas un proyecto por inercia y en el transcurso del mismo descubres que es la pasión de tu vida. En ocasiones es necesario ir descubriendo qué es lo que te gusta y cuál es tu camino. Así que no te preocupes demasiado si este es tu caso.

2. Curioso:

Como un derivado del concepto anterior, te propongo que seas consciente de la importancia que juega la curiosidad a la hora de enfrentarte a tus estudios universitarios (y a la vida en general). Decía Albert Einstein que «existen dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro».

Al mencionarte esta frase no me estoy refiriendo a los milagros en un sentido religioso, Einstein era un científico y su visión del mundo era la de una persona de ciencia.

Me refiero a que te detengas a pensar en lo extraordinariamente enrevesado que es este mundo que habitamos; que pienses en la complejidad del funcionamiento del cuerpo humano con todas sus células, tejidos, órganos y sistemas interactuando entre sí; o que te percates de cómo funciona el cosmos, con todos los elementos que lo componen (las estrellas, los planetas, los satélites, los agujeros negros, etc.).

Entonces te darás cuenta de que vivimos en un universo que debería suscitar en nosotros una inmensa curiosidad.

Por eso, recomiendo a toda persona que desee estudiar en la universidad que sea una persona curiosa y,  especialmente, en aquellos temas que se van a tratar. Obviamente no todo dependerá de los temas tratados, sino que también dependerá de los profesores que impartan las materias, porque habrá algunos que no te inspirarán ni te motivarán a estudiar. Lo importante aquí es que seas una persona curiosa y que te interesen los asuntos artísticos y los relacionados con la creatividad humana. Si tienes esta actitud, muy probablemente esta carrera es para ti.

3. Reflexivo:

Esta característica es fundamental. Más que una actitud, muy probablemente la reflexión sea un hábito, pero la he incluido en este apartado porque, aun así, considero que se trata de un elemento común a todos aquellos que estudian Humanidades. Todas las personas que conozco que han estudiado estas disciplinas se caracterizan por ser muy reflexivas, en el sentido de que cuando reciben una información la analizan exhaustivamente, la cuestionan, tratan de buscarle otros puntos de vista y, finalmente, emiten un juicio sobre ella.

Esta actitud es extremadamente importante para los estudiantes universitarios, porque toda información debe someterse a debate, debe “ponerse en cuarentena”, analizarse cuidadosamente e, incluso, desecharse en caso de que sea inadecuada.

Las personas reflexivas están siempre dispuestas a debatir con otras personas y a ponerse en el lugar de sus interlocutores, están abiertas a nuevas opiniones y no tienen problemas a la hora de desautorizar aquellos criterios que consideran inverosímiles. Así que, si siempre te has considerado una persona reflexiva, podría decirse que este sería un campo adecuado para ti.

4. Crítico:

Me estoy refiriendo a la crítica constructiva, por supuesto. Aunque existen personas que conciben la crítica como una actitud de desprestigio hacia otros, personalmente pienso que no es así. Considero que la crítica debe entenderse como un recurso que sirve para mejorar la sociedad y, por tanto, siempre debe abordarse desde un punto de vista constructivo.

Pongamos un ejemplo. Si hablamos de la crítica de arte, existen determinadas personas con actitud de superioridad que utilizan sus dotes lingüísticas para, literalmente, destruir la obra de otras personas; son los llamados enfants terribles y los reconocerás rápidamente por sus afiladas críticas. Pero la crítica necesita de un equilibrio entre la subjetividad –proyección del autor en el texto– y la objetividad –evaluación de las obras de arte–. Estos críticos, un tanto dados al exceso, además están muy próximos a los pedantes, es decir, aquellos que utilizan los textos para lucir sus destrezas con el lenguaje.

Por eso, como recomendación, te diría que sí, que debes ser una persona crítica y a la vez reflexiva, pero que siempre trates de ser equilibrado y justo cuando emitas juicios que involucren a otras personas. No se trata de ser buenista ni nada por el estilo: se puede ser creativo, inteligente y rompedor, pero no te olvides de ser un crítico elegante.

5. Comunicativo:

A mi entender, toda persona que desee dedicarse a esta profesión debería disponer de una predisposición innata hacia la comunicación de ideas. Es posible que seas introvertido o que no te apasione hablar en público; quizás lo tuyo son las pequeñas audiencias o quizás te expresas mejor por escrito que oralmente.

El caso es que, en un sentido amplio, la comunicación es una cualidad muy importante.

Piensa que los historiadores del arte tienen dos armas: la palabra escrita y la palabra hablada. Todo el trabajo que desarrollan estos profesionales se basa en la investigación y en la comunicación de ideas a través de estos medios. Si deseas ser un verdadero profesional, vas a tener que estar dispuesto a comunicar los resultados de tus investigaciones y a exponerte, por cierto, a las críticas de otros. Así es como está construido todo el sistema universitario y, tanto si deseas dedicarte a la docencia como a la investigación, no te quedará más remedio que aplicarte en estos menesteres. La buena noticia es que, como siempre, todo puede mejorarse con esfuerzo y disciplina.

6. Comprometido:

Por último, quería comentarte una actitud fundamental de los estudiantes, tanto de Historia del Arte como de cualquier otra materia universitaria.

Verás que siempre son personas comprometidas, ya que el simple hecho de estudiar requiere de un fuerte compromiso. En esto sí que es preciso ser muy claros: si no eres una persona comprometida, jamás vas a lograr completar una carrera, y menos una carrera de estas características.

Por eso, te recomiendo que, si finalmente te decides a hacerlo o si ya estás en medio del proceso, te comprometas a terminarlo o si no, no lo hagas. Si ves que esto no es para ti, abandona lo más rápido que puedas y no te involucres. Pero, si ves que te apasiona y te encanta lo que estás aprendiendo, tienes que darlo todo y tienes que usar todo tu potencial. Te lo digo porque sé que va a ser duro y va a requerir mucho esfuerzo por tu parte. Así que, si eres una persona que no se compromete consigo misma, con otras personas, con su vida o con sus estudios, mejor déjalo, esto no es para ti.

Por qué estudiar Historia del Arte

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