doris salcedo

En esta ocasión vamos a analizar a la artista colombiana Doris Salcedo cuya obra está cargada de emoción y de gran significado político. En numerosas ocasiones utiliza objetos domésticos para expresarse ante difíciles situaciones sociales como la violencia o los crímenes de guerra. Pero antes de analizar su obra relacionada con el arte doméstico, te dejamos unos apuntes biográficos que te ayudarán a comprender aún más su discurso.

Doris Salcedo

Artista colombiana que valora por encima de todo su privacidad, huye de la prensa y de las multitudes. Es bastante difícil conseguir datos específicos de su vida, quizás por ese fuerte interés que manifiesta al valorar su anonimato para proteger su intimidad y su trabajo. Nace en Bogotá en 1958 y a una edad temprana se siente atraída por el arte, por ello estudia Bellas Artes e Historia del Arte en la Universidad de Bogotá donde se interesa especialmente por las figuras de Duchamp y Beuys.

Pertenece a una generación que ha estado expuesta al desplazamiento, a ver imágenes de horror como algo cotidiano, a estar en medio de fuerzas políticas polarizadas; una generación, que ronda hoy los cincuenta años, inmersa en un país particularmente violento, para la cual es casi imposible no tener una mirada política del entorno.

Su obra está cargada de potentes argumentos políticos. Valiéndose de los objetos que elige, la artista quiere resaltar situaciones sociales, dramas colectivos o acciones violentas que cargan de sentido y proyectan una conmovedora emoción a sus obras.

De nuevo va a aparecer la creación de un ambiente opresor y desolador, profundizando en lo íntimo de los sentimientos de sus protagonistas. Utiliza los objetos que encuentra con una fuerte carga emocional ya que de ellos emana esa idea de uso y de vida pasada para reflejar sus opiniones sobre la violencia y las consecuencias morales que trae consigo, algo fuertemente prioritario en toda su producción artística.

La Casa Viuda

En esta serie de obras la artista vuelve a manifestarse contra los crímenes de guerra, la violencia o las injusticias colectivas. En primer lugar realiza algunos viajes por Colombia con grupos humanitarios para entender esa situación desesperada de aquellas familias que luchan por reconstruir sus vidas después de la perdida de alguno de sus miembros provocados por acontecimientos como la guerra civil, el crimen relacionado con la droga o las torturas y ejecuciones.

Ella actúa como testigo y reflexiona sobre la falta de libertad del pueblo colombiano dentro de esa cultura basada en el miedo. Para ello la artista utiliza objetos que le hacen recordar el testimonio de las víctimas de esas atrocidades.

Valiéndose de los objetos que elige, la artista quiere resaltar situaciones sociales, dramas colectivos o acciones violentas que cargan de sentido y proyectan una conmovedora emoción a sus obras.

Cada vez es más difícil encontrar el difuso límite entre lo íntimo y lo político. La pena de los familiares de los desaparecidos – como toda pena – es de naturaleza íntima, pero cuando la esencia de estos eventos es política, creo que la sociedad lo tiene que reconocer. Me interesa enseñar esa lesión social, su carácter colectivo. El testigo directo de una desaparición forzosa no está aquí, no puede contarnos su experiencia. Mi obra trata de la imposibilidad de ver, de saber y de comunicarse.

Utiliza objetos domésticos para expresarse, tales como pedazos de ropa o muebles combinados con objetos orgánicos, armarios de madera con camisas y vestidos encerrados en cemento que se ven a través de puertas de cristal; el somier vacío, cómodas con los cajones sellados con cemento, puertas aisladas, envueltas en trapos o cortinas para describir las casas de esas familias que han sufrido la desaparición de alguno de sus miembros a causa de algún acontecimiento violento y político.

También quiere hacer referencia a todas aquellas familias que carecen de hogar y a su vez resalta la idea de la casa como una finalidad de propiedad que definirá como somos.

El mobiliario y las prendas que usa hacen referencia a la íntima relación que guardaban con la vida cotidiana de aquel que los usó. Al mismo tiempo, cuando las encierra en bloques de cemento o cambia sus elementos físicos, cancela cualquier funcionalidad que pudieran haber tenido, con una significativa “muerte”. Encontramos muebles que aluden al cuidado y a la protección del seno familiar, tales como carritos y cunas de bebés.

La puerta, uno de sus objetos más recurrentes, también es utilizada estratégicamente, como vimos anteriormente con Louise Bourgeois, para bloquear nuestra percepción de la obra completa, permitiendo así la construcción de significados basados en las diferentes experiencias, no sólo visuales, sino también emotivas, familiares o políticas.

En la Casa Viuda (Widowed house, 1992-94) vemos que la violencia se ha hecho mayoritariamente íntima y doméstica. En La Casa Viuda I, encontramos una puerta aislada, apoyada contra ella aparece una pequeña mesilla envuelta en trozos de encaje blanco. Esta pieza sugiere ausencia, destrozos y vendaje. Según la propia artista la obra se refiere al desplazamiento forzoso de las personas, a la figura que ha roto los lazos con su lugar de nacimiento y siente que no tiene lugar propio. Se refiere a aquellos inmigrantes que son rechazados por la sociedad y al que ninguno se quiere acercar. Por lo tanto, la obra resalta aquellos seres humanos que carecen de espacios y la importancia que éstos suponen para la experiencia de cada individuo.

En La Casa Viuda II (1993-94), una puerta blanqueada fantasmagóricamente se une con un buró barnizado en tonos oscuros, en él Salcedo coloca unos pequeños botones. En esta serie, es frecuente encontrar sutiles alusiones a la figura humana, figuras que parecen huesos o el empleo de éstos directamente.

La Casa Viuda III se conforma por una puerta fijada al muro que se interseca con el cabecero de una cama de madera. Coloca la parte contraria al cabecero del otro lado de un pasillo estrecho. Para apreciar la obra, el espectador se sitúa en el espacio donde estaría el colchón, con lo que Salcedo consigue al tiempo el sentimiento de violar la propiedad privada y ser testigo de la desaparición de ese “alguien” a quien alude.

La Casa Viuda IV está construida con una estrecha puerta craquelada, con espacios donde irían cristales, que han sido sustituidos por pedazos de cortinas pegadas a la madera. Un par de piezas de cabeceros de una cama, se adhieren a la puerta.

La Casa Viuda VI, es una construcción particularmente elaborada, ya que se compone de tres elementos. Una puerta que se sostiene verticalmente, con otra puerta que yace en el suelo, haciendo un ángulo de 90° que funge como su sombra. En la unión de éstas dos puertas, encontramos una pequeña silla, cuyas patas están hechas de huesos. El asiento es el de una bicicleta de niño.

Salcedo rara vez hace referencia a los niños, posiblemente porque se pudiera prestar a un sentimentalismo exagerado, aunque en su obra logra una gran fuerza, por medio de la sensación de terror, una sensación que no es relatada con historias muy obvias, sino plasmada intrínsecamente.

En uno de estos trabajos llamado “Sin Título”, emplea en un cabecero metálico de una cama, camisas blancas rotas atadas a sus barras que podrían aludir metafóricamente a la envoltura de los huesos en tablilla, enfatizando así la idea de tortura o encarcelamiento. Pero a su vez, este empleo de objetos domésticos insisten en la noción de la casa como lugar inseguro. Esta combinación inquietante de restos humanos y objetos personales o domésticos nos vuelven a insistir en la noción de la casa como lugar inseguro donde el individuo experimenta la violencia.

Referencias:

EXHIBITIONS IN THE WHITE CUBE. Doris Salcedo: La Casa Viuda VI. Del 15 de septiembre al 14 de octubre de 1995. Web: http://www.whitecube.com/exhibitions/lacasaviuda/

FEITLOWITZ, M., “Entrevista a Doris Salcedo”. Crimes of War. Magazine. Colombia: El tráfico del terror. Web: http://www.crimesofwar.org/cultural/spanish/s-doris-print.html.

GONZÁLEZ URIBE, G. “Doris Salcedo y Shibboleht” En: Revista Número. Consulta: 20-12-2009, Web: http://revistanumero.com.

GONZÁLEZ, M. Pulsiones. Santiago de Cali (Colombia), Museo de Arte Moderno la Tertulia, 1993. p.

HUYSSEN, A. Doris Salcedo, London : Phaidon Press, 2000.

IBÁÑEZ GIMÉNEZ, M., “Las relaciones íntimas del arte y lo doméstico: La exposición entra en casa.” Lápiz, Madrid, año XXVI n° 230/231, febrero-mayo 2007, pp. 56.

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