En esta serie de artículos que iremos publicando repasaremos una de las etapas más interesantes del pintor de origen griego Giorgio de Chirico. Se trata de la denominada etapa metafísica, en la que desarrolla una pintura enigmática y simbólica, y en la que abundan una serie de objetos recurrentes como los maniquíes, los juguetes, las esculturas, etc., que analizaremos detalladamente para explorar sus significados ocultos más allá de las formas.

El origen mítico del pintor

En 1888 nació en la ciudad griega de Volos, en la región de Tesalia, el pintor Giorgio de Chirico. En ese mismo año le fue diagnosticada una grave enfermedad mental al filósofo Friedrich Nietzsche, hecho que fue utilizado por el pintor para crear una imagen mítica de sí mismo, al igual que hizo con su lugar de nacimiento, de donde la tradición cuenta que zarparon Jasón y los Argonautas y en cuyas proximidades se encontraban los centauros de la mitología griega.

Atenas

En 1900 se trasladó a Atenas y se matriculó en el Politécnico de Atenas. Se estableció en esta ciudad porque su padre, un ingeniero ferroviario, se encontraba trabajando en este lugar. De Chirico siempre recordó la traumática muerte de su padre en 1905 y el ferrocarril estará representado en numerosas pinturas como metáfora del viaje sin destino que es la vida.

Munich

Posteriormente se trasladó a Munich y allí estudió en la Academia de Bellas Artes. Se introdujo en el fecundo ambiente artístico de Alemania y conoció los trabajos del pintor simbolista Arnold Böcklin, de quien tomaría varios motivos iconográficos y la esencia misma del enigma, desde la que partirá la pintura metafísica.

La etapa metafísica

En torno a 1909-1919 De Chirico desarrolla la llamada pintura metafísica, que es extensible en el tiempo, pero que tiene su momento más fecundo en este periodo. Comenzó entonces a pintar los primeros cuadros metafísicos y con ellos se inició la poética del enigma. A partir de ese momento, De Chirico fue configurando su propio universo pictórico lleno de elementos característicos como:

  • Los autorretratos (sobre todo de perfil).
  • Las arquitecturas y plazas italianas silenciosas.
  • Las esculturas antropomorfas interpretadas como oráculos.
  • Los maniquíes.
  • Los objetos descontextualizados.
  • Los juguetes.

Autorretratos del visionario

Abunda en la obra de De Chirico la producción de autorretratos, entre los cuales destaca el que fue realizado en 1911. El autorretrato es la forma en la que el autor se ve a sí mismo, la pintura se vuelve metafóricamente un espejo manipulado en el que se nos muestra cómo es su persona. Resulta curioso comprobar que varios de estos autorretratos están realizados de perfil. Esta forma de representación recuerda a la tradición de los bajorrelieves renacentistas, que el pintor conocía perfectamente.

Formalmente se trata de una conversión de la pintura en escultura, de una paralización de la imagen en el tiempo y es que, De Chirico apostó por la quietud frente al movimiento, justo lo contrario de lo que hizo el coetáneo movimiento futurista italiano, que pretendía la representación del movimiento en la imagen fija.

Retrato de Friedrich Nietzsche realizado en 1882 por Gustav Schultze.

Retrato de Friedrich Nietzsche realizado en 1882 por Gustav Schultze.

En el autorretrato de 1911, el pintor se representa de perfil, haciendo un guiño al retrato fotográfico de Nietzsche. Él quiere ser el continuador del filósofo e incluso trata de mitificar su propio nacimiento relacionándolo con la muerte del pensador alemán. Las coincidencias no son sólo formales, Giorgio se veía a sí mismo como un visionario, como un profeta sin pupilas que es capaz de ver más que los demás, de ver hasta en los objetos cotidianos revelaciones insólitas. De Chirico se rodea de un halo misterioso, acentuado probablemente por el propio perfil, que no deja ver la otra mitad de su yo.

El autorretrato de 1913 completa aún más esta visión de sí mismo como profeta de los enigmas. Es una obra muy parecida, pero incorpora además dos de los elementos iconográficos más significativos de su producción, el muro de ladrillo y la torre. El muro separa dos espacios e interrumpe la mirada hacia el infinito, que es lo que se encuentra hacia el otro lado. La torre asciende hacia lo más alto describiendo una línea vertical que asciende hacia el cielo, elemento que se ha interpretado como el gran enigma que no da respuestas y que hace pensar que la vida es un sin sentido.

Giorgio de Chirico, Autorretrato, 1913.

Giorgio de Chirico, Autorretrato, 1913.

En el próximo artículo…

En el próximo artículo trataremos otros de los elementos iconográficos más representados en la obra de Giorgio de Chirico: el paisaje urbano y la escultura antropomorfa. Esperamos que sea de tu agrado.

(*) Imágenes: Wikiart.org, Arttatler.com y Wikimedia Commons. Imágenes reproducidas bajo licencia Creative Commons o Fair Use License.