Monumento a Colón

Si enfocas tu formación a la historia del arte, es preciso que seas consciente de que antes o después tendrás que hablar en público, ya sea en una reunión, en un consejo de departamento de una universidad, en una conferencia, haciendo visitas guiadas o vendiendo alguna actividad que hayas creado. Es por este motivo que debes estar preparado para hablar en público sin trabarte, sin ponerte nervioso y con un discurso interesante y adaptado al público al que te diriges.

A continuación te damos algunos consejos para que lo consigas:

La práctica hace al maestro

Como siempre digo, nadie ha nacido sabiendo hablar en público y, por lo general, es algo que impone bastante las primeras veces. Hay quien no es capaz de superar el miedo escénico con facilidad, así que lo mejor que puedes hacer es practicar.

1. Practicar con conocidos: Ir de 0 a 100 es poco recomendable, por lo que sería interesante que empezaras con personas a las que conoces bien, ya sean amigos o familiares, conocedores del arte o no. Lo importante es pedirles que sean críticos contigo, ya que sus consejos y opiniones, si son constructivos, te ayudarán a mejorar. Después puedes pedirles que traigan a otras personas que no conozcas y de este modo podrás ir desenvolviéndote.

2. Consultar a profesionales: Si no tienes problemas porque eres extrovertido, podrás saltarte algunas de estas prácticas. Aun así, lo mejor es observar a profesionales que tengan más experiencia que tú hablando en público. Si tienes suficiente confianza con ellos puedes incluso pedirles consejos: todos han sido novatos, aunque ahora no se acuerden de su debut.

Cómo transmitir el mensaje

Qué dices y cómo lo dices es, obviamente, fundamental para alcanzar el éxito.

1. Orden y coherencia: Tu mensaje tiene que ser coherente de principio a fin. No puedes comenzar hablando de la construcción de tal o cual catedral y acabar hablando de grapadoras. No tiene sentido. Tu discurso tiene que tener un comienzo, un desarrollo y un final y tú eres el que lo guías.

2. Fiabilidad: Tu mensaje nunca puede perder su fiabilidad. Ten en cuenta que estás contando historia, no historias, y hasta las leyendas y los mitos tienen su base real. La fiabilidad no significa que aportes datos bibliográficos, no hace falta comentar qué profesor investigó qué tema o qué publicación habla sobre qué detalle.

Esos datos son personales y, a menos que alguien te pregunte específicamente sobre ellos, no tienes por qué traerlos a colación porque perderías fluidez. Solo menciónalos si son verdaderamente necesarios. Si estás en una conferencia científica en la que tu discurso va asociado a la publicación de un artículo, el lugar de estas consideraciones son las notas al pie.

3. Tono: El tono es muy importante, porque te servirá para dirigir tu discurso, hacer énfasis en datos puntuales, captar la atención, interrogar para establecer una incógnita o arrancar un debate. En definitiva, es la banda sonora de lo que cuentas, así que úsalo con precaución.

4. Enumerar para ordenar datos: Una buena forma de que no se pierdan tus oyentes cuando abordes listados es enumerar. Di el número y después enumera con los dedos.

5. La broma de entrada para atraer la atención: Esto va a depender mucho de las características del grupo, pero algunas veces puedes decir alguna broma o contar una anécdota sobre el tema del que vayas a hablar para romper el hielo y atraer la atención. Te pongo un ejemplo: en una conferencia que impartí sobre recursos didácticos en los museos, comencé hablando del British Museum y la relación que tenía Sir Hans Sloane con el chocolate.

Sin embargo, abusar de ello es totalmente contraproducente. Ya lo decía el refrán: «Más vale caer en gracia que ser gracioso».

Así que, si vas a soltar alguna broma, estate muy seguro de que esa broma funcionará, porque si te equivocas con ella es muy difícil recuperar a tu público.

La empatía con el público es lo más importante

Tener en cuenta a tu público es imprescindible a la hora de construir el mensaje y de establecer una comunicación.

1. El perfil del público: Justo después de plantearte qué mensaje quieres transmitir, tienes que analizar el grupo al que te diriges, ya que no es igual hablar para un público conocedor del tema, para un grupo escolar, para un grupo local o para un grupo de turistas. Tu guión debe adaptarse a las necesidades de tu audiencia. Por ejemplo, para un grupo de tu ciudad puedes pasar por alto ciertos detalles que intuyes que ya saben, mientras que para otro grupo de fuera tendrás que aportar a tu discurso datos que ayuden a contextualizarlo.

2. Responder preguntas: Es muy frecuente que te hagan preguntas. Contéstalas, pero sólo si sabes la respuesta. No pasa nada si no la sabes, no tienes por qué saberlo todo. Además, es una buena ocasión de interactuar con tu público si le pides el correo electrónico y le contestas por esta vía a posteriori.

3. Las críticas posteriores: Tanto si estás hablando en un contexto científico como si lo haces en otro más informal, es natural que recibas críticas. Si defiendes una tesis o un trabajo de fin de máster, lo normal es que te hagan correcciones, observaciones y críticas. Si estás con un grupo realizando alguna visita guiada, aunque es menos frecuente, también te las pueden hacer.

Pero esto no tiene por qué ser malo. Recibe las críticas con consideración. En una tesis o trabajo de fin de máster, recuerda que quienes te valoran son investigadores con mucha más trayectoria que tú y, aunque creas que tu investigación es perfecta, probablemente no sea así y haya cosas, aunque sean pequeños flecos, que mejorar.

Respecto a las visitas culturales o turísticas, piensa que las críticas te las puede hacer cualquier persona del grupo, sin que sepas cuál es su formación, así que escúchalas y agradece los comentarios. Cuando vuelvas a tu casa o a tu oficina considéralas y analiza si son críticas constructivas y, por lo tanto, sirven para mejorar o son críticas sin más misión que la de criticar por criticar y, por lo tanto, no sirven para nada (hay muchas personas que tienen ese vicio). En cualquier caso, no te metas en discusiones con la persona que te realiza los comentarios, ya que no vale la pena.

Tú mismo: gestualidad y presencia

Tú también formas parte del discurso y tu aspecto y tu gestualidad ayudan a construirlo.

1. Los brazos (el truco del bolígrafo): No eres un robot y, a menos que tengas algún problema que te impida mover los brazos, úsalos. Úsalos para señalar, para medir, para indicar movimientos, gestos, etc. Si te pones muy
nervioso, puedes llevar contigo un bolígrafo (ojo con que no sea de pulsador para evitar hacer ruido), un lápiz o algo similar. No saber qué hacer con las manos es un problema y esto te las mantendrá ocupadas. Si no, te puedes sujetar el meñique: parece una tontería, pero te distrae inconscientemente y te relaja para continuar hablando.

2. Buena presencia: Cómo vistes es parte de tu identidad y dice mucho de ti mismo. Es lo primero que van a ver de ti las personas que después te van a escuchar, de modo que viste correctamente. No hace falta que vayas de etiqueta como si fueras a una celebración, pero ve correctamente vestido. Nada de chándal o camisetas cutres y ve bien peinado y aseado. Parece que es algo lógico, ¿verdad?

Estos son solo algunos consejos que te ofrezco desde mi humilde experiencia personal y recuerda que no sirve de nada conocer mucho si después no eres capaz de transmitirlo. Por ello, hablar bien en público tiene que ser algo que no te cause estrés, sino algo a lo que deberías enfrentarte con naturalidad.

Artículo relacionado: Un caso real de una historiadora de arte tímida a la que le cuesta hablar en público