Leonardo da Vinci, La última cena, 1495-1498, iglesia de Santa María delle Grazie, Milán.

Leonardo da Vinci, La última cena, 1495-1498, iglesia de Santa María delle Grazie, Milán.

Vale, sí, esta idea ya la han tenido antes los de IU y como sé que lo vas a pensar, pues ya te lo digo yo: se la he copiado.

Pero es que me he sentido muy identificada con esa sensación de tener que defenderse en las reuniones familiares, y no precisamente por mis ideas políticas, sino por haber hecho Historia del Arte.

Que levanten la mano los que alguna vez han tenido esta conversación:

–Y tú, ¿qué has estudiado?
Yo hice Historia del Arte.
–¡Uy! ¡Qué bonito! A mí también me gustaba mucho en el instituto, pero es que no tiene muchas salidas.
–…

Y es que ahora se acercan fechas clave: cientos de reuniones familiares (lo sé, no tantas, pero lo parecen) en las que te presentarán al nuevo novio de tu prima, a un amigo que se ha quedado colgado… o simplemente volverás a ver a ese familiar del que ya casi ni te acordabas. Así que va a tocar ponerse al día con mucha gente.

No, por favor, que no me vuelvan a decir que qué bonito es estudiar Historia del Arte.

Así como en el vídeo de IU sus votantes tenían que lidiar con gente con otras ideologías, a ti te va a tocar hacerlo con abogados, ingenieros, médicos… En fin, gente cuya vocación (o quizás cualquier otro motivo) les llevó a hacer una carrera «con salidas».

De repente descubrirás que eres el centro de atención y que todo el mundo está muy interesado en tu vida. Y tú piensas que no es para tanto, que haces lo que puedes, como todos los demás. Pero tienes que entender que para ellos es fascinante que alguien escogiera una profesión a sabiendas de que no iba a tener trabajo.

En realidad, creo que para ellos hablar contigo es como ver documentales de la 2: esa lucha por la supervivencia…

Estudiar una carrera, encontrar trabajo y ganar 2.000 euros al mes para ellos es lo normal (especialmente si te encuentras con alguien que estudió antes de la crisis). Un buen trabajo y un buen sueldo que te permita comprar muchas cosas parece que tiene que ser el objetivo de todo mortal.

Tú sabes esto y muchas veces al explicar lo que haces sientes que te vas haciendo pequeñito, porque parece que tu vida tiene unos objetivos diferentes a las vidas del resto de los comensales. Y te justificas, e intentas explicarte…

… y al final te dicen: «Al menos tienes un trabajo» (porque lo más seguro es que antes les hayas dicho que trabajas en un McDonald’s).

Pero ¡se acabó! Nada de hacerse pequeñitos. Te diré por qué:

  • Tú tienes una vocación, cosa que mucha gente envidia.
  • Tú has luchado por ella, cosa que mucha gente no se atreve a hacer.
  • Tú no te has dejado llevar por las modas o por lo que te impone la sociedad. Te dan igual «las salidas» y lo que quieres es ser tú mismo, ser auténtico.
  • Tú no dejas que el dinero controle tu vida. Es muy importante para vivir, pero no por eso el único objetivo de tu vida. No todos tus pasos se encaminan a añadir unos cientos de euros más a tu nómina.
  • Tú tienes una mente más abierta. Por todo lo de antes y por tu formación, estoy segura de que tienes una mente mucho más abierta que la mayoría de la gente.

No olvides todo esto. Para la próxima vez que se repita esa odiosa conversación, ya tenemos la respuesta:

–Y tú, ¿qué has estudiado?
–Yo hice Historia del Arte.
–¡Uy! ¡Qué bonito! A mí también me gustaba mucho en el instituto, pero es que no tiene muchas salidas.
Pero es tan bonito, que no pude evitar hacerlo.