Pompeya

Concluir los estudios de grado en Historia del Arte es un gran hito en nuestra trayectoria académica, pero es un momento tan relevante como amenazador por la gran cantidad de dudas que se plantean. Es el momento de tomar una decisión vital y escoger un camino que seguramente marque gran parte de nuestra futura carrera profesional. Antes de tomar una decisión hay que responder grandes dudas, como si hacer un máster o no, si hacerlo oficial o no, si sobre gestión de patrimonio o sobre cualquier otra cosa… Conocer los pros y los contras de ciertas opciones puede ser una ayuda útil para tomar una decisión correcta.

A continuación os cuento las ventajas y los inconvenientes que yo encontré cuando realicé mi máster oficial en gestión de patrimonio y museología. Espero que mi experiencia personal al respecto pueda servir de ayuda. Como digo, lo que hoy os voy a contar son mis apreciaciones personales de haber hecho un máster en concreto y quizás otras personas puedan opinar diferente. Para tomar la mejor decisión lo ideal siempre es contrastar opiniones. De todas formas, yo os dejo aquí mis concluisones con la esperanza de que os sirvan de algo.

Máster oficial vs. título propio

Para empezar, tenemos que diferenciar entre los másteres oficiales y los títulos propios. Las universidades, por lo general, suelen ofrecer ambas opciones, aunque también podemos encontrar ofertas de títulos propios de máster en otras escuelas e instituciones (como museos).

por qué hacer un máster oficial en gestión del patrimonioA continuación analizamos algunos pros y contras de realizar un máster oficial en gestión de patrimonio.

Contras

Mucha competencia. Dado que gran parte de los licenciados en Historia del Arte acaban realizando másteres en este tipo de ámbitos (museología, gestión del patrimonio, gestión cultural…), tu CV no contará con un perfil diferenciador, es decir, ofrecerás al mercado laboral lo mismo que otras cientos de personas. Es cierto que la carrera de Historia del Arte no ofrece muchas más alternativas en el mundo laboral, pero hay que esforzarse por hacerse un perfil específico para poder destacar y hacerse un hueco. Si esto no lo conseguimos con un máster oficial, quizás nuestra mejor opción vaya por otros derroteros.

Profesorado. En la mayoría de los másteres oficiales, uno de los grandes problemas es que el profesorado que lo imparte es el mismo que imparte las asignaturas del grado. De este modo, es muy fácil encontrarse lo mismo en el máster que en el grado: mismas metodologías e, incluso, mismos contenidos. Cambiar de universidad para hacer el máster puede ayudar a paliar este factor, pero, aun así, un máster debería ofrecer un tipo de formación muy distinta a la del grado. Lo ideal sería contar entre el profesorado con profesionales del sector (conservadores, comisarios, galeristas…), que siempre tendrán otro enfoque y otra metodología, además de un conocimiento más profundo de la realidad del mundo laboral. Seguramente en másteres no oficiales es más fácil encontrar este perfil docente.

Academicismo. Otro de los problemas de los másteres oficiales, directamente derivado del punto anterior, es la fuerte inclinación hacia el academicismo y la investigación. Si nuestra intención es continuar con un doctorado, seguramente esto nos convenga, pero no tanto si buscamos una formación más práctica enfocada al mundo laboral. De hecho, en teoría los másteres oficiales deberían estar diseñados con esta doble vía: profesional e investigación. Pero lo que en otros países se soluciona ofreciendo diferentes títulos para las diferentes opciones, es decir, másteres específicos de salida profesional y másteres específicos de investigación, en España se hace de otro modo.

Por un lado, tenemos que el mismo máster puede ofrece las dos salidas, diferenciadas solo por el proyecto final -como fue en el caso del máster que cursé yo-: trabajo de investigación o proyecto práctico. Sin embargo, por mucho que el proyecto fin de máster sea diferente, es evidente que todas las asignaturas tienen que tener un planteamiento de base muy distinto según si la salida es una u otra. Por otro lado, y como veíamos en la tabla de más arriba, también hay tendencia a diferenciar las dos salidas por másteres oficiales (investigación) y títulos propios (salida profesional). Considero que ni una ni otra son buenas soluciones.

Falta de contactos profesionales. Otro de los problemas derivados en parte del perfil docente es la falta de contactos profesionales. En los másteres en los que el profesorado está compuesto por profesionales del sector, es mucho más fácil hacer unos contactos que en el futuro resultarán esenciales. Aunque algunos profesores universitarios realizan otras labores profesionales fuera del ámbito universitario, por lo general su perfil suele ser el de investigador, y ese es el tipo de contacto que nos puede facilitar. Puesto que con un profesor de máster se trabaja en una relación bastante estrecha y el profesor puede llegar a conocer bastante bien al alumno, es una ocasión perfecta para que los profesionales consolidados abran puertas a las nuevas generaciones.

Pros

Reconocimiento oficial. Es evidente que la mayor ventaja de cursar un máster oficial y no un título propio es su reconocimiento internacional y por todas las instituciones oficiales. Que pueda dar más puntos a la hora de presentarse a una oposición o que con él puedas buscar trabajo en cualquier país de la UE son cosas que no se pueden infravalorar. Según qué futuro te plantees son factores a tener muy en cuenta.

Especialización. Como decíamos antes, un máster en gestión de patrimonio seguramente es la vía más común para los licenciados en Historia del Arte y esto genera mucha competencia. Sin embargo, también es cierto que si tenemos claro que queremos desarrollar nuestra carrera laboral dentro de este ámbito va a ser necesario formarnos en él y especializarnos. Un máster en nuestro CV nunca va a estar de más y si queremos destacar sobre el resto de candidatos quizás debamos hacerlo complementando nuestro expediente con otro tipo de formación.

Prácticas en instituciones oficiales. Las prácticas, generalmente presentes en todos los programas de máster, son una gran ocasión para aprender. Lo bueno de los másteres es que te pueden facilitar la realización de las prácticas dentro de instituciones oficiales de renombre. Los vínculos de las universidades con estas instituciones permiten a los alumnos adentrarse en ellas y conocer su trabajo en primera persona. Los museos estatales o Patrimonio Nacional son algunos de los sitios en los que puedes acabar.

Economía. A pesar de que cursar un máster oficial no es barato y no todo el mundo se lo puede permitir, por desgracia, es cierto que suelen tener precios más asequibles que los títulos propios.

Proyecto. Una de las mejores cosas de cualquier máster es siempre el proyecto final. Como es el propio alumno quien decide la temática, es la ocasión perfecta para desarrollar en profundidad nuestros intereses y dar rienda suelta a nuestras capacidades. Es una gran ocasión de desarrollo personal que merece la pena vivir, a pesar del gran esfuerzo que supone.

Compañeros de clase. Por último, no podemos desestimar el valor de nuestros compañeros de clase. En muchas ocasiones ellos nos pueden aportar tanto o más que los profesores, de ellos podemos aprender y con ellos podemos emprender nuevos caminos. Croma es testimonio de este hecho, pues nació así. Hacer un máster puede ponerte en contacto con gente con tus mismos gustos e intereses y con ganas de emprender en grupo alguna iniciativa interesante.

Y tú, ¿has realizado algún máster? ¿Cómo fue tu experiencia? ¡Cuéntanoslo!

(*) Imagen: Lacy. Creative Commons License.