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El otro día leí un artículo de Claire Hodgson (CEO de Diverse City) sobre productividad y específicamente sobre la flexibilidad laboral en el mundo de la cultura titulado: Flexible working: why the arts and culture sector doesn’t get it yet, cuya traducción al español sería algo así como Trabajo flexible: por qué las artes y el sector cultural no lo entienden todavía.

Este artículo me hizo reflexionar sobre el grado de desarrollo que ha experimentado el mercado laboral anglosajón en el ámbito de las industrias culturales y qué lejos nos encontramos de este ideal en el mundo latino y mediterráneo.

Si en el Reino Unido, por ejemplo, se está debatiendo sobre la problemática de los ambientes de trabajo poco flexibles porque no fomentan la creatividad ni el bienestar del trabajador, en España casi es un milagro que una persona pueda encontrar un empleo de tal naturaleza.

España casi es un milagro que una persona pueda encontrar un empleo de tal naturaleza

Por eso, siempre he creído que para dinamizar el mercado de trabajo cultural en nuestro país, sería conveniente que nos planteáramos seriamente -al margen de las fórmulas tradicionales- fomentar el autoempleo o incluso la creación de empresas culturales.

Esto traería como consecuencia que:

  1. Las personas preparadas no se trasladarían a vivir a otros países.
  2. Los trabajadores no tendrían que sufrir infinitos contratos de becarios.
  3. Los trabajadores se sentirían dueños de su vida, serían más productivos, más responsables y más creativos.

No estoy diciendo que se deba terminar con el trabajo asalariado. Si las condiciones laborales son buenas, no hay ninguna queja al respecto. Sin embargo, como conozco de primera mano en qué situación se encuentra el sector cultural y como sé perfectamente que la precariedad es la tónica general, creo que deberíamos atender a la propuesta que he enunciado anteriormente.

Además, los números no cuadran, si en España tenemos una tasa de universitarios bastante elevada, lo cual es un factor muy positivo, veremos que es casi imposible que todas esas personas puedan trabajar en las plantillas de museos, centros de arte contemporáneo, auditorios, etc. Es más lógico que a partir de ahora se trabaje en base a proyectos con o sin las instituciones, ya que la solvencia económica de muchas de ellas no está, ni mucho menos, garantizada.

La pregunta que debemos hacernos ahora es:

¿Cómo podemos fomentar el autoempleo y la creación de empresas en el sector cultural?

He aquí 2 simples propuestas

  1. Mantener tasas impositivas bajas para todas aquellas empresas o autónomos que se encuentren dentro del sector cultural, alegando que aportan un gran valor añadido al país.
  2. Fomentar que las instituciones públicas externalicen parte de sus servicios para que así los autónomos, emprendedores, etc., puedan empezar a trabajar lo antes posible.

Con estas dos simples medidas podríamos comenzar a dinamizar el mercado laboral cultural español y, más adelante, ya nos plantearíamos, como así lo hacen los ingleses, si es necesario flexibilizar los horarios de trabajo, mejorar el ambiente o la decoración de los espacios de trabajo (sí, esto también se debate en el Reino Unido) para hacerlos más creativos, etc.

Actualización: a raíz de la polémica suscitada en twitter, quiero aclarar, que cuando me refería a la externalización de los servicios, en ningún caso tenía en mente fomentar el esclavismo laboral que están perpetrando determinadas corporaciones. Todo lo contrario, desde esta plataforma, siempre hemos fomentado el trabajo de calidad en la cultura y no el cataclismo de precariedad al que estamos asistiendo.

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(*) Imagen de Portada: Hans Peter Schaefer. Creative Commons License.