Edificio de Cajacanarias

Fachada de la sede de la Fundación Cajacanarias, 1987, Santa Cruz de Tenerife.

Situado en el centro comercial tradicional de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife (isla de Tenerife), el proyecto realizado por los arquitectos Francisco Artengo, José A. Domínguez Anadón y Carlos Schwartz, vino a satisfacer las necesidades de representación de la entidad bancaria CajaCanarias en los años ochenta, momentos en la que ésta se encontraba en pleno proceso de transformación interno, con el objetivo de subirse al vertiginoso tren de la modernidad.

Actualmente, esta entidad ha sido absorbida por La Caixa y el edificio se comparte con: las oficinas de los nuevos propietarios, la sede de la Fundación CajaCanarias y su destacado Centro Cultural. Éste último, ha supuesto un referente para la sociedad tinerfeña desde que se inauguró hasta la actualidad, siempre con una cuidada programación que engloba: música, cine, teatro, fotografía, plástica y encuentros de todo tipo relacionados con el pensamiento, las ciencias y las artes.

cajacanarias

Fachada lateral de la sede de la Fundación de Cajacanarias, 1987, Santa Cruz de Tenerife.

Solidez, contenida majestuosidad, ritmo y proporción clásica en sus huecos, rigurosa geometría ordenadora -de espacios y volúmenes-, empleo de materiales nobles y la buena ejecución de sus acabados, son aspectos que aún dotan a la obra de personalidad propia y carácter autónomo dentro de la heterogénea y libre expresividad del posmodernismo.

Aunque la parcela es rectangular, la geometría en planta del edificio se proyectó rompiendo esta forma original. En este sentido se disponen entrantes –atrios de acceso que funcionan como continuación del espacio público- y se crean angulaciones con las líneas de sus volúmenes, generando formas convexas que nos remiten a la proa de una nave que camina imperiosa y altiva. El edificio se organiza en tres zonas diferenciadas: aparcamientos bajo rasante, zona pública en planta baja y oficinas y sede de la fundación en plantas superiores.

Con la intención de optimizar la funcionalidad espacial, los arquitectos utilizaron un sistema novedoso de oficinas para el lugar y la época. Consistía en diseñar oficinas de planta libre sin divisiones, un sistema que ya Frank Lloyd Wright en 1904 había desarrollado en su proyecto para el Larkin Building (Buffalo, Nueva York). En este caso se trata de plantas diáfanas, en donde los puestos de trabajo se crean a base de paneles separadores a media altura dando lugar a diversos espacios dentro de un espacio continuo.

Es lógico pensar que tanto el cliente como el estudio de arquitectos, entendieron que tenían en sus manos la oportunidad de realizar un edifico representativo de la entidad en el centro de la ciudad, de ahí su énfasis en el valor ornamental. Para el desarrollo de este ornamento, sus fachadas se recubrieron con aplacado de piedra de la montaña de Tindaya (isla de Fuerteventura), que dota al edificio de prestigio, especificidad y contundencia. Se trata de una traquita de color gris-marrón claro con una atractiva veta sinuosa, muy apreciada en canarias por su belleza. Es necesario señalar que Tindaya, además de ser una cantera que actualmente se encuentra cerrada, fue un lugar mágico para los “majos” (aborígenes de la isla). Y es preciso recordar que es justo en este lugar, donde el escultor Eduardo Chillida no pudo realizar su controvertido proyecto escultórico, que de lo contrario hubiese sido un error ecológico sin retorno.

Lucernario

Lucernario, interior del edificio de la sede de la Fundación Cajacanarias, 1987, Santa Cruz de Tenerife.

El edificio proyecta una imagen potente y a la vez sobria, que se contrapone al confort de sus interiores, diseñados bajo la inspiración del lujo y la artesanía de la sezession vienesa (recordemos a Otto Wagner, Olbrich, Joseph Hoffman, entre otros). Para el revestimiento de estos interiores también se utilizó la piedra de Tindaya en combinación con maderas suntuarias de diversas tonalidades dispuestas a modo de franjas, creando espacios muy confortables. Hablamos de un proyecto en donde no se escatimaron gastos, y como ejemplo de ello, el suelo se cubrió con mármol con contenido fósiles, importado desde las cuencas alemanas de Suabia y Franconia, una idea que embellece y particulariza notablemente el interior.

Con la intención de realizar un eje que comunicara los distintos accesos al edificio, los arquitectos diseñaron un patio estratégico. Este eje se cubre con un lujoso lucernario al modo vienés, pero con un motivo decorativo abstracto, reflejo de un pensamiento contemporáneo. Esta tensión entre pasado y presente es una particularidad del edificio, un concepto que se gestionó muy bien desde el proyecto hasta la ejecución. Siguiendo en esta línea, para la realización de las puertas de los atrios, el estudio de arquitectos se inspiró en los diseños del británico de la Escuela de Glasgow, Charles Rennie Mackintosh, diseñador y arquitecto del modernismo escocés, y con una gran relevancia en movimiento Arts and Crafts.

Chirino, Gran cabeza africana

Martín Chirino, Gran cabeza africana, 1986 y puertas de entrada al centro cultural inspiradas en Mackintosh.

Por otro lado, fue un enorme acierto la concepción de un trabajo multidisciplinar, al incluir en el proyecto numerosas obras plásticas de artistas canarios, que se situaron en puntos estratégicos por los distintos espacios del edificio. Entre ellos, se encuentran artistas internacionales como César Manrique, Martín Chirino, o de ámbito más local como José Abad, José Luis Toribio, Pedro González, Gonzalo González y Juan Gopar. Como obra destacada, en uno de sus atrios podemos encontrar la escultura Gran Cabeza Africana, 1987 de Chirino, con clara influencia de Brancusi, véase Madame Pogany.

José Abad

José Abad, 7 islas, 1986, exterior de la sede de la Fundación Cajacanarias.

Todas estas referencias tienen como resultado el ejemplo de una arquitectura culta, que se sumerge en otras arquitecturas del pasado pero ejecutada con un lenguaje contemporáneo. El tiempo ha demostrado que el edificio no pasa de moda, y además cabría añadir que la calidad técnica de su ejecución es paradigmática. Se trata de un edificio que atiende muy bien a los atributos esenciales de la arquitectura: forma, función y ejecución; y que a diferencia de otros edificios de esta capital, envejece aumentando la intensidad de sus cualidades, añadiendo un valor cultural a la trama urbana.

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