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Piedra Rosetta, Museo Británico. (*)

Haciendo ejercicio turístico -no muy meditado, por cierto- por la ciudad de Londres, decidí invertir media jornada en visitar las salas del British Museum. Una vez dejé atrás la escalinata, tomé impulso en el great court (el patio acristalado que ejerce una función básica de distribución), y seguí a la muchedumbre que pronto se agolparía ante la Piedra de Rosetta. Fue el comienzo de una visita de casi cinco horas, donde el impulso del consumo visual se confunde con el gusto contemplativo.

La Leona herida

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Leona Herida (Detalle), Palacio de Nínive, s. VII a. C., British Museum. (*)

Insuflar arte y arqueología en grandes dosis puede resultar en ciertos casos contraproducente. Los hay que se resignan y practican el romántico y antiguo placer del pasear entre ruinas, sin detenerse de manera pormenorizada en cada fragmento expuesto. Personalmente, intenté asimilar todo lo que pude. En un intento de desvincularme del grupo con el que iba, una sala me atrajo especialmente la atención, quizás porque aparentemente estaba más aislada del flujo continuo de visitantes, porque la iluminación era más suave y tenue, o por la existencia de tres largas banquetas que invitaban al descanso. Así fue como me topé con la serie de la Leona herida.

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Leona Herida (Detalle), Palacio de Nínive, s. VII a. C., British Museum. (*)

Los altos techos de las anteriores salas contrastan con las dimensiones reducidas de las habitaciones donde se exponen los relieves del Palacio de Asurbanipal en Nínive, datados entre el 645 y 635 a.C., también conocido como el conjunto de la Leona herida, a partir de una museografía enfocada a un intimismo que busca la sensación de estar caminando por el antiguo palacio sumerio.

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Leona Herida (Detalle), Palacio de Nínive, s. VII a. C., British Museum. (*)

La luz resalta aún más los perfiles tallados de la piedra, alcanzando un realismo que casi llegamos a escuchar. Pese a formar parte de un discurso político, donde se ensalza la figura del rey como protector en una temática cinegética que no siempre es gusto de todo el mundo, la serie de la Leona herida te deja callado y absorto a lo largo del recorrido de la sala.

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Leona Herida (Detalle), Palacio de Nínive, s. VII a. C., British Museum. (*)

Fueron quince minutos los empleados en aquel conjunto arqueológico, en un total de casi cinco horas de visitas. Teniendo en cuenta que cada objeto requiere un periodo de contemplación y un periodo de asimilación, y sabiendo de la envergadura expositiva de las salas del British Museum, quince minutos son todo un regalo de dedicación personal, que es del todo correspondido por la posibilidad de contemplar esta obra de arte.

Experiencia estética dosificada

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Leona Herida (Detalle), Palacio de Nínive, s. VII a. C., British Museum. (*)

El British Museum se caracteriza por tener una de las mayores colecciones de arqueología del mundo, hasta tal punto que es imposible asimilar toda la exposición permanente en una sola visita; ni siquiera llegaremos a tener clara una visión global de todo el conjunto. El intento por ordenar categóricamente todas las piezas según su contexto no evitará que nos quedemos más de una hora contemplando poco más de dos salas. Incluso habrá momentos en los que la pérdida de orientación nos devuelve a un camino ya hecho, pero que no nos importa recorrer de nuevo.

Por ello que desde CROMA Comisarios Culturales, hemos querido detenernos a reflexionar delante de una gran obra, sin pretender abarcarlo todo en tan poco tiempo; y sugerimos, por un lado, la visita obligada a este museo londinense, y recomendamos, por otro, ser selectivo e informarse antes de traspasar el umbral porticado de uno de los museos más impresionantes del mundo.

(*) Imagen de Portada: Francisco Alvarado Cortés, Ramona Salgado López y Andrés Sánchez Castro.