Es sorprendente cómo los sitios más comunes, por los que hemos podido pasar miles de veces, renacen ante nuestros ojos cuando alguien nos ofrece una mirada diferente.

Esto es lo que ocurre con la obra de Berenice Abbott, fotógrafa estadounidense de principios del s. XX, cuyas imágenes nos muestran el mundo desde una perspectiva única. A caballo entre la fotografía documental y la fotografía artística, estas imágenes ofrecen puntos de vista insólitos de lo que la rodeaba.

Changing New York

Fotografía aérea de Nueva York realizada por Berenice Abbott
Berenice Abbott, Vista aérea de Nueva York de noche, 1936.

Encandilada por la ciudad de Nueva York, a la que se mudó desde Ohio cuando tenía 20 años, le dedicó una serie fotográfica que acabaría siendo su obra más famosa: Changing New York. Nueva York, una ciudad en pleno crecimiento y desarrollo en ese momento, era la que llevaba la voz cantante en la carrera mundial hacia la modernidad.

Y, como ocurre siempre en estos casos, los cambios rápidos producen fuertes contrastes: pasado y futuro convivían en un mismo espacio, dos mundos y dos tiempos uno al lado del otro. Esta realidad no le pasaría desapercibida a la artista, que, en su intento de captar la modernidad que la rodeaba, tendría siempre presentes las dos caras de la moneda.

Si una cosa estaba cambiando rápido en esa ciudad a causa de su modernización era su horizonte urbano. Los edificios, cada vez más altos, comenzaban a sobresalir muy por encima de las antiguas construcciones. Por eso, los rascacielos son, en la fotografía de Abbott, el símbolo por excelencia de la modernidad.

Altos y majestuosos, protagonizan infinitud de sus instantáneas. Pero su audaz modo de mirar la ciudad nos los descubre a través de unas perspectivas insólitas. Abbott no mira la ciudad desde el suelo, sino que lo hace desde el cielo: en sus imágenes, los rascacielos dejan de ser altísimas torres que tocan el cielo para convertirse en islas rodeadas de profundísimos cañones.

El lujo, la modernidad y el progreso de los nuevos rascacielos conviven con la vieja Nueva York, que todavía sobrevive a la sombra de los altos edificios. Vendedores ambulantes, callejuelas y comercios con sus escaparates a rebosar también son víctimas del objetivo de Abbott. La fotógrafa deja las alturas y retrata la ciudad que palpita a ras de suelo para mostrarnos los contrastes de esta urbe que cambia rápidamente, una lugar en el que el pasado y el futuro van de la mano.

Fotografía de una panadería de Nueva York
Berenice Abbott, Panadería Bleecker Street, 259, Manhattan, 1937.

A pesar de que estas fotografías fueron creadas con pretensiones documentales, no consiguen abandonar del todo la faceta artística. La belleza se cuela por sus entresijos y crea imágenes de gran poesía. De hecho, con sus perspectivas innovadoras Abbott nos demuestra cómo cambia la percepción de un mismo objeto simplemente modificando el enfoque. Los puntos de vista, que van cambiando a lo largo de la serie, consiguen transformar los paisajes más familiares en paisajes vistos por primera vez.

Mujeres Nuevas

Fotografía en blanco y negro de Berenice Abbott.
Berenice Abbott, Janet Flanner en París, 1927.

Pero Berenice Abbott no solo se encontró con la ciudad, sino que también se encontró con sus gentes. Cuando llegó a Nueva York desde su ciudad natal, se topó con un grupo de personajes rebeldes y modernos que buscaban cambiar el arte, la literatura y las costumbres.

Este grupo estaba formado en gran parte por mujeres: eran las “mujeres nuevas”, que luchaban por ser libres y que no permitían que nadie les dijera lo que tenían que hacer.

Abbott quedó deslumbrada por ellas y con el tiempo acabaría siendo una más. Así, cuando iba a los barrios bajos de Nueva York para realizar sus fotografías y alguien le decía que las chicas decentes no iban ahí, ella respondía:


“No soy una chica decente. Soy fotógrafa. Voy a todas partes”.

Berenice Abbott

A todos estos personajes dedicó una serie fotográfica, cuyo resultado es una galería de personajes de lo más variado: hombres, mujeres, mujeres vestidas de hombre… retratos en los que los caracteres andróginos surgen por doquier.

La mujer fuerte, independiente y liberada, muchas veces lesbiana, pero sobre todo fuera de la norma, es frecuentemente retratada por Abbott. Y, del mismo modo, también fija su objetivo en los hombres fuera de la norma, hombres frágiles, que muestran su debilidad y se alejan de la virilidad tradicional, hombres a veces homosexuales, pero no siempre.

Fotografía científica

Al final de su carrera vuelca su mirada hacia un aspecto totalmente diferente de la realidad: la ciencia. Interesada especialmente por la física –quizás dentro de su afán de documentar el mundo–,  creó una serie innovadora que supuso una gran aportación a la fotografía en general y a la fotografía científica en particular.

Fotografía científica realizada por Berenice Abbott
Berenice Abbott, Pelota rebotando en arcos decrecientes, 1958-1961.

Una serie que, además, nace con pretensiones divulgativas, ya que Abbott pensaba que la fotografía era un medio idóneo para acercar el conocimiento científico a todo el mundo.

Desde el rebote de una pelota hasta las ondas que se crean en el agua, todo quedó registrado en unas imágenes de gran precisión y gran dificultad técnica. De hecho, Abbott tuvo que innovar mucho para conseguir captar con su cámara todos los efectos que quería registrar.

Abbott en la Fundación Mapfre

La obra de Abbott no deja indiferente a nadie, porque tiene la capacidad de hacerte redescubrir el mundo. Puedes disfrutar de ella en:

  • La Sala Garriga i Nogués de Fundación Mapfre Barcelona hasta el 19 de mayo.
  • La Sala Recoletos de la Fundación Mapfre Madrid del 1 de junio al 25 de agosto.