Portada - Centro mudejar

Portada del Palacio de los Marqueses de la Algaba y cabecera de la parroquia de Omnium Sanctorum.

Quien conozca Sevilla sabrá que, aunque se suele asociar al barroco, tiene una gran impronta mudéjar, ese estilo que prolifera donde hubo una importante población de conversos tras la Reconquista, como en Andalucía o en Aragón. De hecho, la mayoría de parroquias del centro histórico hispalense corresponden a ese estilo, además de sus más importantes casas-palacio como la de Dueñas, la Casa Pilatos o el propio Palacio de Pedro I en el Alcázar.

El pasado 11 de enero se inauguraba en la ciudad el Centro del Mudéjar, en el interior del antiguo Palacio de los Marqueses de la Algaba. Éste data de hacia 1474 y fue mandado construir por el primer marqués de la Algaba, Juan de Guzmán, destacando su portada exterior.

Se encuentra en un lugar incomparable, detrás de la parroquia de Omnium Sanctorum, con la que estaba conectada a través de un pasadizo, y de la popular plaza de abastos de la calle Feria, y es un interesante proyecto para darle una justa valoración, a través de dos salas expositivas, a este periodo tan importante en Sevilla y a algunos de los restos (111 piezas en total) provenientes de los fondos del Museo Arqueológico y del Convento de Santa Clara, entre otros.

Sevilla […], aunque se suele asociar al barroco, tiene una gran impronta mudéjar.

Estrella - Centro mudejar

Estrella de 8 puntas y reflejo que proyecta.

Sin embargo, este proyecto queda ensombrecido por algunos aspectos técnicos que en los tiempos que corren y con los asesores que, se presupone, pueden aconsejar en el montaje museográfico, no llegamos a comprender.

Cuando se entra a la primera sala nos da la bienvenida un expositor con forma de estrella de 8 puntas en cuyo interior podemos ver 8 obras. Es cierto que es una bonita forma de comenzar a contextualizar el recorrido pero cuando uno se para a contemplar las piezas se da cuenta de que la iluminación no es continúa si no que se van iluminando unas y apagando otras de forma casi aleatoria, por lo que el visitante se cansa de esperar a que se encienda esa pieza de la estrella o de perseguir las que se vayan iluminando. Es cierto que cuando se apaga cada pieza refleja el techo, pero ¿tanto cuesta levantar la mirada para contemplarlo?

Otro de los problemas que encontramos al detenernos en el resto de las vitrinas es que tan sólo hay una cartela en un lateral de cada expositor, por lo que se hace complicada la identificación de las obras cuando hay varias personas cercanas. Peor aún es que, aunque en ellas las piezas se encuentran numeradas, no existe su correspondiente correlación numérica junto a los objetos, por lo que la identificación en ocasiones se hace compleja y te obliga a leer la descripción del texto para poder asociarlas. De hecho, las únicas piezas que tienen un esquema con su disposición dentro de la cartela no se corresponden con la posición definitiva en las que se han colocado.

Siguiendo con las vitrinas, otro problema que presentan es que los pies de foto de las imágenes que están de fondo no se pueden leer bien porque se han colocado grandes piezas delante del texto (algo que no es problema de la pieza si no del diseño de la vitrina o de la cartela en sí) y en algunas de las citas no se comenta quién es su autor.

Cartelas- Centro mudejar

Izquierda: pieza que impide la lectura del texto posterior. Derecha: Vista de una vitrina. Al fondo se ve la única cartela que hay en ellas.

La mayor crítica del contenido viene a un dibujo en el que se explican las diversas partes y tipos de decoración que se pueden encontrar en una portada mudéjar típica, pero el dibujo es tan poco preciso que casi parece desvanecerse, lo que hace muy complicado comprenderlo para una persona que no esté habituada a estas construcciones. ¿Acaso costaba tanto poner un dibujo claro o una fotografía?

Dibujo portada - Centro mudejar

Dibujo explicativo de los diversos elementos
que constituyen una portada parroquial mudéjar.

Por último, y es algo que nos resulta sorprendente, fue encontrarnos al equipo de limpieza de las vitrinas realizando su trabajo con el centro abierto y con público dentro de sus salas. Que conste que no fuimos a última hora, serían las 13:20 y el centro cuenta con un horario cómodo (de 10 a 14 y de 17 a 20 de lunes a viernes y de 10 a 14 los sábados) como para no poder realizar este servicio a una hora en la que esté cerrado, más aún cuando tan sólo son dos salas.

En definitiva, el Centro Mudéjar es un buen proyecto tanto para el barrio en el que se encuentra como para la ciudad, sus ciudadanos y quienes la visiten. Sin embargo, algo tan sencillo como debería ser hacer las cosas bien parece que se ha resistido en esta ocasión, bien por descuido, bien por falta de consejo o planificación.

Lo importante es que podamos disfrutar de un edificio con tanta historia entre sus muros (yo mismo lo recuerdo con un contrafuerte de tubos que ocupaban toda la plaza porque se caía la fachada) y espero que esta crítica no se tome a mal si no que sirva para mejorar porque el periodo del que habla es uno de los más interesantes, e igual de interesantes son las obras expuestas, por lo que os ánimo a todos a visitarlo si no lo habéis hecho ya, aprovechando además, que es gratuito.

(*) Imágenes: Luis M. García Navarro.