Recientemente hemos visto cómo museos, recintos arqueológicos y ciudades con alto valor histórico han sido destruidos a manos de comandos terroristas por motivos meramente radicales. No son casos únicos y la historia nos ha brindado siempre acontecimientos similares: basta con recordar las damnatio memoriae en Roma o Egipto, la destrucción de Cartago, el saqueo de Mechelen o el expolio de las tropas napoleónicas en varias ciudades europeas.

Hoy seguimos como entonces, aunque hay factores nuevos y otros que no lo son tanto. Con este artículo queremos analizar cuáles son los principales motivos (además de la irracionalidad humana) que llevan al deterioro o a la destrucción del patrimonio.

1. Guerra y conflictos bélicos

Calle en ruinas de la ciudad de Berlín después de los bombardeos de la II Guerra Mundial.

Calle en ruinas de la ciudad de Berlín después de los bombardeos de la II Guerra Mundial.

Parece obvio que cualquier conflicto militar pueda destruir el patrimonio, más aun cuando hay tropas de cualquiera de los bandos apostadas en alguna localidad. La guerra no es hoy como aquéllas que hemos idealizado gracias al paso de los años y a la labor incansable de Hollywood. Los guerreros, hoy militares o paramilitares, no llevan como arma principal un sable si no que suele ser frecuente verlos con metralletas, pistolas o similares, y los caballos han sido destruidos por carros de combate o tanques con una artillería cada vez más potente que, con un solo disparo, puede destruir un edificio. A todo esto hay que sumar la aviación, con capacidad para realizar bombardeos por saturación o dirigir misiles contra objetivos concretos, por no hablar de los aparatos dirigidos a distancia.

La guerra ha existido casi desde que existe la humanidad, pero lo que antes era un conflicto entre dos bandos que se solucionaba entre sus militares, hoy afecta a todo los aspectos de las poblaciones en conflicto incluyendo el patrimonio.

2. Radicalismo religioso

Ruinas de la antigua ciudad de Palmira, Siria

Ruinas de la antigua ciudad de Palmira, Siria.

Sin duda, es otro elemento que ha venido marcado como una constante en la historia. En España hemos tenido “buenos” ejemplos: la Reconquista o los conflictos con los judíos son quizás dos de los más remarcables. Sin embargo, hay países en los que aún existe este radicalismo, en muchos debemos que decir que en ciernes, que no comprenden que el pasado es algo inherente a cada cultura y que la hace ser cómo es en la actualidad. Obviamente, estos problemas tienen mucho de educacional, ya que al eliminar una educación accesible para todas las personas hacen más vulnerable a su población, a la que puedes manipular e inculcar ciertas ideas que no son las correctas.

Esto lleva a la consecuente destrucción del patrimonio y de ciudades de culturales milenarias que seguro que todos hemos podido contemplar en las televisión.

3. Política y políticos

Vía de las termas de Pompeya

Vía de las termas de Pompeya.

Está claro que la cultura no es una prioridad dentro de la política actual. Digamos que normalmente es una de las grandes olvidadas. A los distintos partidos, sean del signo que sean, se les llena la boca con proclamas sobre una educación de calidad y pública (algo que obviamente compartimos) pero siempre se olvidan de que cultura y educación van de la mano. Con una buena educación consigues un acercamiento a la cultura, pero si no fomentas la cultura, ¿cómo vamos a conseguir que este acercamiento fructifique en la sociedad?

Es algo complejo que requiere de un esfuerzo de personas que de verdad estén preparadas para trabajar con la cultura y con el patrimonio y que tengan asimilado que la cultura no siempre puede ser tratada como una empresa que produzca grandes beneficios económicos a corto o medio plazo. Tampoco puede ser un agujero negro económico de dimensiones inconmensurables, pero hay que tener en cuenta que quizás los beneficios no son directamente económicos si no que pueden ser sociales, educacionales, influir en el turismo y mejorar la economía por una vía indirecta.

El mayor problema es cuando varias administraciones se tienen que poner de acuerdo para llegar a un fin común, bien para restaurar un objeto o inmueble patrimonial, bien para realizar una adquisición o una exposición o para realizar una hoja de ruta cultural. En estos casos, en vez de pensar que el patrimonio no corresponde a una administración ni a un equipo político concreto sino al conjunto de todos los ciudadanos, se piensa en qué va a decir la prensa o quién y cómo va a salir en la foto de turno mientras que el patrimonio espera a que se lleguen a los distintos acuerdos y, en el peor de los casos, ve cómo se pone en peligro su integridad en los casos que sea necesario realizar una intervención para restaurarlo.
En definitiva, esta desidia política influye en la destrucción de los inmuebles patrimoniales y de las piezas artísticas que ellos encierran.

4. Ciudadanía (una mínima pero molesta parte de ella)

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Escultura deteriorada de Martin Chirino en Santa Cruz de Tenerife. (Actualmente en restauración).

Aunque acabamos de decir que el patrimonio es de la ciudadanía, en muchas ocasiones son algunos de sus componentes los que van en contra del patrimonio de la localidad donde habitan.

Hacer pintadas en los edificios, robar obras de arte o destrozarlas, deteriorar el mobiliario urbano… son algunas de las actividades más repetidas dentro del vandalismo ciudadano. No se dan cuenta de que al atentar contra su propia su ciudad los arreglos que haya que efectuar van a salir de los impuestos que ellos mismos, sus familiares y amigos, y todos los ciudadanos, tengamos que pagar. Un dinero, que por otra parte, podría ir destinado a otros menesteres, sean patrimoniales o no.

De nuevo nos encontramos con un problema educacional. En el sistema educativo español, el patrimonio tiene poco peso y apenas si se hace hincapié en la necesidad de mantener la ciudad y sus obras de arte en buen estado con bien común de las que se tratan. Si se consiguiera educar en estos principios desde la infancia seguro que se reduciría el número de atentados patrimoniales llevados a cabo por la propia ciudadanía a la que pertenecen.

5. Los deportes

Estatua de la diosa Cibeles en el Paseo del Prado, Madrid

Estatua de la diosa Cibeles en el Paseo del Prado, Madrid.

Hacer deporte es una actividad bastante recomendable, asistir a eventos deportivos como forma de ocio también. El mayor problema de ello es que en los deportes mayoritarios (veáse futbol principalmente y baloncesto en algunas ciudades) siempre hay aficionados radicales preocupados por deslucir el espectáculo deportivo y que provocan conflictos como peleas entre los frentes radicales de los equipos y, más lamentable aún, la destrucción del patrimonio de las ciudades donde se encuentren.

Quizás el hecho más remarcable en relación a este particular sea el deterioro de la Barcaccia por ultras del Feyenoord. Igualmente lamentable es la ruptura del brazo de la Cibeles en los actos de celebración del Real Madrid, o de la cabeza de la escultura de la fuente de la Puerta de Jerez de Sevilla en las celebraciones del Sevilla F.C.

Otro problema, quizás menos frecuente en España pero que se da en otros lugares del mundo, aunque en menos ocasiones afortunadamente, es cuando el propio deporte destroza el patrimonio, normalmente el arqueológico. Pongo por ejemplo el caso en el que un motorista del rally París-Dakar americano pasó por encima de unos restos arqueológicos con su moto en el desierto de Atacama, restos que además están protegidos por las autoridades chilenas.

Conclusiones

Las ciudades y su patrimonio, los restos arqueológicos y paleontológicos y cualquier forma patrimonial son fáciles de dañar y difíciles, cuando no imposible de reponer. Hay algunos factores de destrucción de las ciudades y del patrimonio difíciles de controlar, sobre todo aquellos naturales o los accidentes casuales e inesperados. Lo que hay que erradicar son los cinco problemas enumerados anteriormente, poner medidas contra ellos y sobre todos luchar por una educación universal que esté relacionada íntimamente con la cultura ya que son dos logros que la sociedad no debería nunca menospreciar sino cuidar y proteger para continuar aprendiendo de ella y educando con ella.

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(*) Imágenes: Djorje Tomic, Pepo Segura, Imperial War Museums Collection, Mr Tickle y S. Galván. Creative Commons License.