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Sir Arthur Conan Doyle. (*)

1997. Dos películas de temática parecida provenientes del Reino Unido (una de ellas coproducida a medias con Hollywood) asaltan la gran pantalla. Fotografiando hadas (dir. Nick Willing) y Un cuento de hadas (dir. Charles Sturridge) son los dos únicos testimonios fílmicos de un curioso suceso ocurrido en una pequeña localidad británica a partir de 1917.

En la pequeña localidad de Cottingley (cerca de Bradford), dos primas, Elsie Wright, de 16 años y Frances Griffith, de 10, que vivían juntas con los padres de Elsie, Arthur y Polly Wright, pidieron prestada la cámara Kodak del padre de Elsie y fueron a tomar unas fotos en un arroyo muy cercano a la casa, donde solían ir a jugar. En una de ellas se ve a la pequeña Frances posando detrás de cuatro hadas, las cuales están bailando y tocando la flauta y en la segunda foto se ve a Elsie sentada junto a un pequeño gnomo.

Según cuentan los testimonios, fue más bien la madre, Polly, gran aficionada al espiritismo y miembro del grupo teosófico de Bradford quien en una reunión celebrada a fines de 1919 enseñó las fotos de las hadas captando la atención inmediata de varios espiritistas, entre ellos de Edward Gardner, lider del grupo espiritista en cuestión.
Seguramente el asunto no hubiera tenido tanta difusión sino fuera por la entrada en escena del creador del detective más famoso de todos los tiempos, Sir Arthur Conan Doyle.

Conan Doyle era un gran aficionado al espiritismo, y sobretodo en la última etapa de su vida, escribiendo artículos para varias publicaciones dedicadas al tema. Hacia 1920, estaba preparando un artículo sobre hadas como tema navideño que le había encargado la revista Strand Magazine (para publicarse hacia noviembre de ese año) cuando se enteró de la existencia de las fotos de las hadas de Cottingley. Y rápidamente se puso en contacto con su amigo Gardner. Conan Doyle, como no, también era miembro de la Sociedad Teosófica.

Al ver las fotos, quedó rápidamente convencido de su veracidad. Consultó a varios expertos en estos temas, entre ellos a Oliver Lodge, un pionero en la investigación psíquica, el cual le refutó su veracidad, ya que según el, habían estado trucadas. Pero Conan Doyle, lejos de desanimarse, instó a Gardner a visitar a la familia Wright para sondear la situación y para entregarles veinte placas fotográficas más para conseguir más fotos de las supuestas hadas. Para Conan Doyle, era un momento trascendental en la historia de la humanidad, ya que sí se conseguían hacer más fotos, se demostraría, más allá de toda duda razonable, la existencia de un mundo mágico y, de paso, de los espíritus y de las hadas.

Hadas fotografiadas: un suceso memorable, el artículo escrito por Conan Doyle fue un éxito sin precedentes del Strand Magazine. Como no, se agotó en pocos días y fue objeto de la crítica de corresponsales de varios periódicos británicos.

Las niñas, ya conocidas por la opinión pública y pese al intento de Conan Doyle de proteger su identidad mediante nombres falsos, hicieron dos fotografías más con sus correspondientes hadas, llegándose a hacer una quinta y última foto meses más tarde.

En 1922 Conan Doyle escribió La llegada de las hadas, donde se explica toda su postura (claramente crédula) frente a este tema y todo lo relacionado con las fotografías mágicas.

Por esa época, entró en escena un gran amigo de Conan Doyle, el famoso escapista Harry Houdini. Su amistad se acabó resintiendo porque si bien Conan Doyle era ferviente creyente de todo lo relacionado con el espiritismo, Houdini se autoproclamó como el gran azote de los espiritistas, llegando a desnmarascarar a muchos de ellos en su propio terreno.

Ríos y ríos de tinta se han escrito sobre este tema. Una pequeña búsqueda en la Red lo corrobora rápidamente. En 2001 los originales de las fotos fueron vendidas en subasta por el “módico” precio de 6.000 libras esterlinas a una anónima y rica admiradora. Y, como no, esta historia tiene un final particular.

En 1971 la BBC se mostró interesada por el caso y se entrevistó a Elsie, la cual siguió defendiendo la veracidad de las fotos. Y en 1976, la televisón de Yorkshire realizó otra entrevista a las dos protagonistas, las cuales siguieron defendiendo la veracidad de las famosas fotos.

Pero en 1981, en una entrevista realizada por Joe Cooper para la revista The Unexplained, las primas confesaron la verdad: que las supuestas hadas las hicieron con recortables de cartón sujetos con alfileres. Son muchos los que aún se sorprenden de que el creador del detective más racional de todos los tiempos fuese a la vez un acérrimo defensor de todo lo relacionado con lo sobrenatural.

Nos quedan, por suerte, dos grandes películas como testimonio de que, muchas veces, la realidad supera la ficción, y de cómo las travesuras de dos chiquillas pudieron encandilar a medio mundo durante tanto tiempo. Sería conveniente añadir a la lista la interesante Luces rojas de Rodrigo Cortés y para los seguidores de Torchwood y las desventuras del grandioso Jack Harkness no os perdais el episodio “Small Worlds”. Sorpresa garantizada.

Colaboración:

Oscar Plà

(*) Imagen de Portada: Wikimedia Commons. Creative Commons License.