Friedrich - Viajero frente a un mar de nubes
Caspar David Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes, 1818, Kunsthalle de Hamburgo.

A veces me encuentro con personas que no tienen criterio artístico, es decir, no saben diferenciar una obra de arte de máxima calidad de otra que carece absolutamente de cualquier relación con las artes.

Esto es así en todos los campos, desde el cine a la música, de la literatura a las artes plásticas. Así, se producen situaciones tan variopintas como que a una misma persona le puede gustar por igual Blade Runner que un grupo musical de pop mediocre y ultra mainstream.

Por eso, siempre me pregunto, ¿qué lleva a una persona a tener estos gustos tan dispares? Mi respuesta, después de pensarla durante años, es siempre la misma: el desconocimiento.

Dada esta circunstancia, me propongo ofrecer algunas pautas que permitan entender por qué unos productos culturales (o de entretenimiento) tienen características artísticas y otros no.

Eso sí, dando por sentado que mi criterio no es la verdad absoluta y que esto es un trabajo personal que cada uno tiene que llevar a cabo para extraer sus propias conclusiones.

Sin más dilación, aquí tienes los siete puntos que considero indispensables para catalogar una obra de arte como tal:

Reflexión: elemento vital de toda obra de arte

Este apartado es fundamental y, desde mi punto de vista, constituye la base sobre la que se construye toda obra de arte. Expresado en otras palabras: si al contemplar una obra, ésta no te suscita miles de preguntas y no te induce a pensar, estás viendo una obra de entretenimiento. Tan simple como esto.

Estética: el tándem perfecto para construir una obra maestra

Solo existe una salvedad a esta premisa, si existen valores estéticos evidentes que la justifican. Ahora bien, ¿cómo puedo identificar estas obras? Si te quedas obnubilado por sus formas, que es lo que suele ocurrir, por ejemplo, cuando contemplas una obra pictórica adscrita al expresionismo abstracto, por ejemplo.

Entonces, tenemos que por una parte, una obra de arte debe tener un contenido que te invita a reflexionar y, por otra parte, unas formas que cautiven al espectador.

En mi opinión, no es necesario que se den cita las dos, pero sí al menos una de ellas. Si por un casual aparecen las dos entonces, no lo dudes, estás delante de una obra maestra o de máximo nivel. Es lo que ocurre cuando te adentras en el maravilloso universo del cineasta Stanley Kubrick. ¿Pueden existir películas más reflexivas y estéticas? Permíteme dudarlo.

Técnica: solo los verdaderos maestros tienen esta destreza

Además, podemos incluir un tercer elemento que nos sirve como referencia a la hora de enjuiciar una verdadera obra de arte, esto es, el dominio o desarrollo de la técnica.

Un artista es una persona que, como mínimo, debe conocer una técnica. Si decide aplicarla o no es ya otra cuestión, pero el conocimiento de la misma es indispensable.

¿A qué me refiero? A que un escultor, por poner un caso, debe saber cómo tallar la madera o cómo esculpir la piedra. Luego puede ejecutar la obra como le plazca o incluso delegarla en otra persona.

Sí, como lo estás leyendo, no todos los escultores utilizan sus propias manos para realizar sus trabajos. Algunos de los miembros del mítico grupo El Paso, como el recientemente fallecido Martín Chirino (que tuvimos la oportunidad de entrevistar en Croma Cultura) solamente daba ideas a sus colaboradores para que ejecutaran sus esculturas de metal forjado.

Sucede exactamente lo mismo con los arquitectos, que tampoco son ejecutores de sus obras, o de los cineastas o los compositores de música.

La idea: esencia de la obra de arte

Lo cual nos lleva a otro debate más amplio. ¿Es la obra de arte solo una idea?

Rotundamente no.

Esta forma platónica de entender el arte está más que superada, en este aspecto me declaro profundamente seguidor de Aristóteles, que concebía el mundo esencialmente como una realidad física.

Es cierto que la idea es importante, pero la realización práctica de la misma es lo que le confiere el estatus de obra de arte. De otra forma, sin esa concreción, esas obras se perderían en la mente de sus creadores como «lágrimas en la lluvia», que dirían precisamente en Blade Runner.

Canon: si fue buena en 250 a. C. y en 1747 d. C. ahí existe arte

Esto nos conduce indefectiblemente al siguiente punto, que es el del canon. ¿Qué es un canon? Un conjunto de obras que la crítica, los propios artistas o la sociedad consideran que son artísticas.

¿Pero esto no sería considerado una tautología?

En parte sí, porque sería lo mismo que decir que arte es todo lo que dice el artista que es arte. Sin embargo, existe una circunstancia que avala mi pensamiento y no es otra que el paso del tiempo.

Me explico. Si una obra de arte se considera valiosa en el año 250 a. C. pero no en 1747 ni en 2019, entonces esta obra no ha superado la prueba del tiempo.

Por el contrario, si una obra es valiosa a lo largo de toda la Historia, en esencia debe ser importante. Puede que la estética haya quedado desfasada, puede que las formas no se utilicen, etc., pero no cabe duda de que existe un «algo» difícil de describir que le confiere propiedades artísticas.

Si Miguel de Cervantes o William Shakespeare son considerados los dos mejores escritores de la Historia unánimemente por la crítica desde que publicaron sus obras hasta ahora, entonces puedas dar casi por hecho que lo son.

Crítica: el juicio especializado avala o no una obra de arte

¿Significa esto que debemos ser acríticos? Nada más lejos de la realidad. Escribí un post al respecto sobre la necesidad de crear una sociedad más crítica que te recomiendo que leas.

Lo primero es acercarse a la obra de arte desde la humildad y respetando las opiniones que otros han vertido sobre ella, pero luego te toca a ti manifestar tu postura.

Evidentemente deberás hacerlo desde el conocimiento. Lo cual nos conduce al punto crucial con el que comencé este artículo. Reitero que muchas personas tienen un desconocimiento profundo de la Historia del Arte, lo cual debería hacer ruborizar a cualquier pedagogo y/o político que haya contribuido en el paupérrimo sistema educativo que tenemos actualmente.

Quizás verás a un pedagogo lamentarse pero permíteme dudar que un político no quiera exactamente lo contrario, es decir, que seas un iletrado para poder manipularte mejor. Pero esto ya lo debes saber si has leído la novela 1984 de George Orwell.

Si me has leído otras veces ya sabes lo que opino sobre este tema, llegado el punto en el que el Estado deja de tutelarnos educativamente, nos corresponde a nosotros convertirnos en nuestro propio Ministro de Educación y Cultura.

Somos nosotros los responsables de cultivarnos día a día, de leer más, de ir a más exposiciones, de visitar más museos, de escuchar más y mejor música, de ver más y mejores películas, etc.

¿Por qué? Porque es harto complicado saber diferenciar por ti mismo una obra de arte si no tienes un conocimiento amplio de la Historia del Arte. Así que ya sabes, aprende todo lo que puedas por tu cuenta para poder expresarte con criterio propio.

A veces tus gustos coincidirán con los de la critica y otros no, pero aunque no te gusten, sabrás considerar qué es una obra de arte y qué no.

El gusto: la última batalla de la corrección política

Precisamente, este es el último punto que quería abordar. El de los gustos personales, una cuestión peliaguda porque parece que todas las opiniones son válidas y lo cierto es que no.

Obviamente no todas las opiniones son respetables. Las personas sí, pero las opiniones no. Vamos a poner un ejemplo: si una persona me dice que le gusta cualquier grupo de música basura que existe en la actualidad y me dice que se trata de una obra de arte «porque le gusta y es su opinión», inmediatamente le digo que perfecto.

Son sus gustos, eres libre de hacer lo que quieras, pero esto no tiene ningún valor artístico. Te servirá para entretenerte, pero no te servirá para reflexionar, para deleitarte con sus formas, tampoco su técnica será buena, pasará de moda en unos años, etc.

En conclusión

Una obra de arte lo es en la medida en que es capaz de manifestar alguno de los puntos mencionados anteriormente. Si los reúne todos, no lo dudes, estás ante una obra maestra y ante esto, poca discusión existe, hasta el menos versado será capaz de entenderlo.

¿No crees?