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Pretendo captar tu atención, por eso me dirijo a ti en estos términos y te formulo la siguiente pregunta: ¿En la cultura cómo te defines? ¿Eres activo o pasivo?

Hasta la llegada de Internet podía entenderse que la mayoría de las personas que participaban de la cultura fueran hasta cierto punto bastante pasivas, en el sentido de que asistían a una representación teatral, a ver una proyección cinematográfica, a visitar un museo, una exposición temporal o un concierto. No en vano, el medio de comunicación predominante era la televisión, el mass media por antonomasia, y todos sabemos que la televisión no se caracteriza por fomentar el desarrollo intelectual del ser humano (podría, pero no lo hace).

Sin embargo, en los últimos tiempos, hemos asistido a un incipiente cambio de tendencia en los hábitos culturales y, de hecho, no hay más que hacer uso de las redes sociales para darse cuenta de que existe una fuerte tendencia participativa entre los usuarios de las mismas y una fuerte tendencia que apunta claramente hacia la consolidación del DIY (do it yourself) con la proliferación de páginas y blogs que enseñan a:

  • Cultivar y cocinar tu propia comida.
  • Hacer tu propia ropa.
  • O incluso a fabricar productos de higiene corporal.

El caso es que, para los profesionales de la cultura, es muy importante advertir estos cambios de comportamiento colectivos para adecuar sus formas de trabajar. Si una parte de la sociedad siente que quiere participar activamente en la creación de la oferta cultural ¿por qué no permitírselo? Pongamos un ejemplo, si un grupo de personas está interesado en la obra literaria de Stendhal, ¿por qué no dejar que participen en la creación y concepción de un proyecto expositivo que puede llevarse a cabo sobre el autor de Rojo y negro? Lo volveré a repetir para que quede claro: ¿por qué no puede participar el público en la creación de su propia oferta cultural?

Se me tachará de demagogo y de que la cultura debe hacerse desde arriba, desde los expertos hacia abajo. Sin embargo, considero que ese tiempo, por más que quiera prolongarse, está empezando a agotarse. De hecho, estoy convencido de que en el futuro el nuevo modo de hacer las cosas será mucho más participativo.

En cualquier caso y, para no faltar a la verdad, es preciso reconocer que se han hecho evidentes adelantos en lo que se refiere al conocimiento de los diferentes tipos de públicos que asisten a las citas culturales. Así lo atestigua, por ejemplo, el Laboratorio Permanente de Público de Museos. No obstante, en mi opinión, todavía queda pendiente subir el siguiente peldaño y permitir una mayor interacción con el público para que éste pueda participar en el diseño de los diferentes programas culturales que desarrollan las instituciones.

Evidentemente, la participación del público no excluye que estén presentes los expertos en la materia a tratar. Es más, los expertos tendrían, por fuerza, que ser los que llevaran la batuta en todo este proceso, ya que serían los encargados de seleccionar los materiales, aportar diferentes puntos de vista o, al menos, establecer el marco conceptual en el que se podrían desarrollar los proyectos culturales.

Los beneficios de esta nueva forma de concebir las actividades culturales (en aquellas en las que fuera posible, claro) serían, entre otros:

  • Mayor implicación (o engagement, por utilizar un término anglosajón).
  • Asistencia garantizada de personas interesadas en las actividades.
  • Mejor asimilación de contenidos.
  • Probablemente mejor retorno de la inversión.
  • Es un modelo sostenible.
  • No aumenta los presupuestos.

Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es ¿estamos dispuestos a realizar cambios en la política cultural de las instituciones? Y, en este caso, no es válido esgrimir razones económicas porque no existen, es decir, el modelo que propongo en este artículo no tiene por qué incrementar los presupuestos. Lo que sugiero es que nos planteemos una nueva praxis más acorde con nuestros tiempos y que permitamos, desde la humildad, que las personas que así lo deseen puedan sentirse parte de la cultura y que no solo se limiten a recibir acrítica y pasivamente todo aquello que se les presenta ante sus ojos.

Por eso, mi propuesta es la de una cultura mucho más activa, donde el gestor cultural, el conservador, o el comisario estén en un plano más discreto y donde las personas puedan ser no solo espectadores sino también actores.

Sobre la forma de llevar a cabo esto, acepto todas las sugerencias posibles; si las diera yo, no estaría abogando por un modelo cultural participativo y activo, así que sería un placer poder leer en los comentarios alguna forma de empezar a desarrollar este modelo. Podría ser a través de encuestas, a través de la creación de foros debate… [añade aquí lo que consideres].

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(*) Imagen de portada: morguefile.com. Creative Commons License.