Museo de Orsay

Museo de Orsay, Paris, Francia. (*)

Los grandes centros culturales contemporáneos, los museos, las organizaciones públicas y privadas que se encargan o participan de la gestión y/o difusión de los primeros han ido tomando conciencia en las últimas décadas de que la cultura, en términos turísticos y empresariales, se ha convertido en un potente mercado que genera unas demandas cada vez más exigentes y segmentadas, lo cual les obliga a planificar una oferta de calidad, diversificada y ¿de excelencia?

El patrimonio cultural en nuestros tiempos ya no es sólo un legado histórico-artístico que sirve para la educación y la formación de los individuos, sino que también constituye un delicado producto de consumo con un gran atractivo para esta sociedad del ocio en la que vivimos. El aumento generalizado del nivel cultural de los consumidores, de su poder adquisitivo, y la disponibilidad de mayor tiempo libre en las sociedades modernas son los principales factores que han provocado el creciente interés por el consumo cultural.

Las instituciones culturales, además de su obligación de difundir este patrimonio que es de todos, tienen la responsabilidad de hacerlo rentable para poder colaborar en la financiación de su conservación y restauración, de tal manera que pueda preservarse a las generaciones futuras. Por ello, han ido incorporando a su praxis conceptos y modos de gestión de la empresa privada para conseguir una organización eficaz y un servicio de calidad a los consumidores.

En este sentido, calidad en el servicio es igual a satisfacción del cliente. Sin embargo, ante la gran competitividad que se ha generado en el sector cultural en los últimos años y el desarrollo que ha experimentado la gestión del servicio al visitante en museos, monumentos y otros centros culturales, se ha acuñado un nuevo término que va un poco más allá de la calidad: la excelencia.

Según la Real Academia de la Lengua Española, excelencia significa “superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo”. En nuestro contexto, se puede interpretar que la excelencia hace referencia a la diferenciación positiva de algo con respecto al resto, al valor añadido de un servicio determinado, que lo hace único y distinguido, es decir, excelente. Por tanto, excelencia se encuentra al menos un escalón por encima de la calidad.

Superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo

La excelencia en el servicio al visitante es uno de los principales objetivos que se persiguen en los museos actuales. Por un lado, se trata de ofrecer en las mejores condiciones un patrimonio histórico que nos pertenece a todos los ciudadanos y, por otro, encontramos que en un mercado tan en auge como el cultural ha llegado un momento en que la competitividad entre instituciones del ámbito ha hecho necesaria una búsqueda de la distinción, de una seña de identidad que dé prestigio y honorabilidad al museo en la sociedad, y en consecuencia, atraiga a mayor número de visitantes.

En el ámbito de los museos, el sello de calidad más importante a nivel nacional es la pertenencia a la Red de Museos de España, regulada mediante Real Decreto de 31 de julio de 2009 y gestionada por la Secretaría de Estado de Cultura. La finalidad de esta Red es “fomentar la excelencia en los museos españoles a través del intercambio de proyectos, profesionales e ideas, favoreciendo su relación con los agentes sociales, impulsando su proyección nacional e internacional y reforzando su importante papel en el acceso de los ciudadanos a la cultura”.

Este organismo está dirigido por el llamado Consejo de Museos, el cual determina la incorporación a la Red de los museos que opten a ello por medio de unos criterios de calidad y excelencia, partiendo tanto de las directrices formuladas por el Consejo Internacional de Museos (ICOM) como de las Declaraciones y Acuerdos internacionales suscritos por España en materia de Museos. Con carácter indicativo, estos criterios versan sobre:

  • La calidad de los fondos y su proyección nacional e internacional.
  • El Plan Museológico, la implantación de nuevas tecnologías y la innovación en la museografía.
  • La profesionalidad del equipo directivo y la dotación mínima de plantilla para garantizar el funcionamiento de los servicios tendentes a la excelencia.
  • La diversificación de públicos y la accesibilidad universal.
  • El análisis de los fondos desde la perspectiva de género.

(*) Imagen de Portada: morguefile.com. Creative Commons License.