kickstarter

Kickstarter es una de las plataformas más importantes de Crowdfunding del mundo. (*)

En la actualidad, estamos asistiendo a un intenso debate sobre la financiación de la cultura, máxime cuando en Europa la crisis de deuda ha provocado un cambio sustancial en el modelo de gestión pública de la cultura. En España, donde este sector se encuentra prácticamente en estado de shock, han sido dos fundaciones privadas (Fundación Mapfre y Fundación Juan March) las que han promovido un profundo análisis de la situación para ofrecer soluciones.

En esta ocasión procederemos a valorar las conclusiones del ciclo de conferencias: España, Europa, La Economía de la Creatividad, celebradas en la sede de la Fundación Mapfre en Madrid. Aportaremos, una visión resumida de algunas de las intervenciones de los ponentes, a la vez que ofreceremos una traducción del inglés de la charla del profesor John Holden. Posteriormente, en una segunda entrega, abordaremos algunas cuestiones planteadas en el ciclo Ganarse la vida en el arte, que ha tenido lugar recientemente en la Fundación Juan March.

Rafael Argullol

En la intervención de Rafael Argullol, escritor y profesor de estética de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, surgieron dos propuestas interesantes.

  1. En primer lugar, la recuperación de la tradición cultural europea en toda su magnitud, empezando por su riqueza histórica, que se fundamente en tres pilares: la tradición greco-latina, los valores del cristianismo humanista y el movimiento de la Ilustración, porque según este autor, han desembocado en la conquista de los derechos y libertades de los que gozan los ciudadanos actuales.
  2. En segundo lugar, apuesta por no establecer una división entre los términos educación y cultura, que en esencia serían básicamente lo mismo. Esto se traduciría, en el ámbito de la Administración del Estado, en una fusión del Ministerio de Educación y el de Cultura, trasvasando los fondos de uno a otro.

Milagros del Corral

En otra de las ponencias, la ex directora de la Biblioteca Nacional y ahora miembro del equipo directivo de la UNESCO, Milagros del Corral recuerda que es preciso tener cierto cuidado con la exaltación de lo propio (quizás en respuesta a la recuperación de la tradición occidental que proponía Argullol) porque puede conducir a una exaltación de los nacionalismos justo en un momento de globalización.

Del Corral trazó, además, un recorrido por la propia historia de la cultura, empezando por las complicaciones de la definición del término debido a su carácter polisémico. A continuación se adentró en la historia del mecenazgo desde la Roma clásica y, en último término, concluyó con una panorámica general sobre las implicaciones económicas de la aparición del mercado o capitalismo en la cultura, mencionando la invención de la imprenta y la aparición progresiva de los derechos de autor como dos hitos fundamentales en este proceso de cambio.

Este repaso histórico le sirvió a Milagros del Corral para contraponer dos modelos de financiación pública, evitando valorar cuál sería el más idóneo: El anglosajón frente al europeo continental.

  • Uno centrado en el modelo privado de gestión, con la aparición de diferentes fundaciones y universidades privadas y el “crowdfunding”.
  • El otro que sería el modelo europeo continental del Estado de Bienestar, en el que son los Ministerios los que establecen la fórmula de financiación a través de subvenciones.

John Holden

Otra ponencia especialmente relevante fue la de John Holden, profesor universitario adscrito a la Fundación Demos, un Think-Tank asociado al partido laborista británico, cercano a las tesis del mandatario Tony Blair, dentro de lo que se conoce como la corriente de pensamiento “Tercera Vía”.

Holden se centró en la relación entre cultura y poder, argumentando que la cultura ha sido tradicionalmente una forma de ejercer un soft power (poder blando) por parte de los líderes políticos, ya sea para establecer contactos diplomáticos mientras visitan la exposición temporal de un museo o, más directamente, utilizando medios artísticos para imponer sus puntos de vista o los valores de la nación. Pone varios ejemplos: en el caso de China, el Instituto Confucio trata de transmitir el valor de la armonía enviando mensajes a la población a través de películas, música o representaciones teatrales.

Sin embargo, este autor británico, explica que esta forma de poder puede convertirse fácilmente en un arma de control de los gobiernos a la población, y la cultura en ningún caso debe ser manipulable, muy al contrario debe ser un contrapoder y establecer las condiciones para que se desarrolle la buena política. Quizás por este motivo, estemos experimentando un giro radical de los acontecimientos debido al cambio que está sufriendo el mismo vocablo “cultura”.

Si hasta los años sesenta del siglo XX, se asimilaba con el término de cultura las manifestaciones artísticas elitistas como la ópera, el ballet, la escultura o la pintura, es decir, la “Alta Cultura”; desde mediados de siglo, se han ido introduciendo otras manifestaciones culturales que tienen una base más antropológica como: la forma de cocinar, de bailar, de ver la televisión, etc. Una suerte de cultura popular, que es la antítesis del refinamiento elitista anterior, es decir, la “Baja Cultura”.

John Holden aboga por superar estas ideas antiguas y propone tres opciones:

  1. Public-funded option (cultura pública)
  2. Comercial option (opción comercial)
  3. Homemade option (opción casera)

Ninguna de ellas estaría por encima de la otra ni tendrían que competir, porque cada una cumple su función, ya sea la de satisfacer una necesidad identitaria de una población determinada, ya sea para saldar una transacción financiera o para establecer contacto con otras personas de forma diplomática.

Para entender esta nueva fórmula de la economía cultural, Holden nos remite a la gran revolución del siglo XXI: Internet. La interconexión de personas y datos ha producido un cambio radical en todos los aspectos sociales porque introduce un contacto directo entre las personas de diferentes países, ámbito que estaba reservado exclusivamente a la diplomacia hasta hace poco.

Por otra parte, alude a la cuestión que juega la identidad en esta nueva economía cuando dice que si los trabajos están en declive, nos definimos por nuestra cultura, no por nuestro trabajo. Economía, identidad y relación con los “otros” han hecho que la cultura haya pasado de ser marginal a estar en el centro de todo. En Londres, por ejemplo, la cultura es ya tan importante como el sistema financiero: actuaciones, moda y cine han creado una enorme prosperidad y excelentes estándares económicos difícilmente prescindibles hoy en día.

(*) Imagen de Portada:
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