Soy historiadora del arte, y una de las aptitudes principales que debe tener un historiador del arte es su capacidad de oratoria, de ser capaz de transmitir de una manera eficaz al hablar en público. Porque de poco sirve atesorar conocimientos si no eres capaz de exponerlos correctamente, tanto por escrito como de manera oral.
¿Tienes pánico escénico? Para mí, es algo que me acompaña desde que tengo memoria.
De pequeña, me daba vergüenza ir a los cumpleaños de los compañeros del colegio porque iban niños que no conocía. Una vez, con casi cuatro años (ya veis que me viene de antiguo), al ver llegar tanto desconocido me escondí bajo la mesa, y después me daba tal vergüenza salir que tuvo que venir mi madre a sacarme. La sensación que sentí en ese mal trago es uno de mis recuerdos más lejanos.
El miedo no se fue con la adolescencia, es más, con dieciséis años, me dieron un premio de poesía delante de todos los cursos de secundaria, y cuando me vi frente al micrófono para decir unas palabras de agradecimiento, solté un “gracias” mientras corría al backstage.
Como podéis imaginar, cuando me dijeron que tenía que dar mi primera clase en la facultad, con tan sólo veintitrés años, en un aula con unos cien alumnos (muchos de ellos mayores que yo), de una materia que no era mi fuerte y para sustituir a uno de los profesores más admirados de la universidad, dejé de dormir. Para colmo, un grupo de amigos insistieron en ir y grabar (¡grabar!) esa primera clase.
Hice lo que pude, aunque no quedó demasiado bien. Y lo sé no sólo por la sensación de “tierra, trágame” que tuve durante toda la clase, sino porque tengo el dichoso vídeo para comprobarlo.
Tengo muchas situaciones más del estilo, pero creo que con estos ejemplos os hacéis a la idea. Por supuesto, éste es mi caso y puede que para ti el miedo se encuentre en otro lugar, como a que juzguen lo que escribes (o creas, si eres artista), que también es muy común; hay quienes tienen miedo a dar su opinión y dejarse al descubierto, otros a equivocarse, a no estar siempre a la altura de las expectativas (propias o externas), miedo a destacar o a no hacerlo, a lo desconocido o al estancamiento. Cada uno teme lo que teme, forma parte de nosotros mismos y tenemos que convivir con ello. O puede que seas un afortunado que no ha sentido nunca nada del estilo.
¿Y por qué os cuento esto?
Porque está bien conocer las limitaciones de cada uno, aceptarnos tal cual somos, incluso con esos defectos que nos fastidian y con nuestros propios miedos irracionales, intentar mejorar y aprender a vivir con ello. No tenemos que ser buenos en todo lo que nos propongamos, porque a veces no es posible (por ejemplo, jamás será gimnasta profesional, me empeñe o no).
No todos valemos para todo, tenemos aptitudes distintas que nos ayudan a orientarnos a un tipo de trabajo diferente. Pero a veces, nuestras preferencias laborales y nuestras limitaciones no se adecuan, y hay que trabajar un poco más para alcanzar un equilibrio. La cuestión es avanzar, comprendernos, aceptarnos y buscarnos un hueco laboral en el que no nos sintamos demasiado incómodos.
Eso sí, creo que de vez en cuando cierta sensación de incomodidad es necesaria para evitar anclarnos y estar en constante superación, pasito a pasito o saltando de vez en cuando al abismo para forzarnos y probarnos a nosotros mismos. Pero si por mucho esfuerzo que hagamos, no llegamos a encontrar ese punto de equilibrio, puede que nos hayamos equivocado en la elección. Yo sí lo he encontrado y me siento orgullosa de ello, sé las situaciones en las que me siento muy cómoda hablando a un grupo y lo disfruto enormemente, y aunque hay otras que siguen siendo un suplicio, ya están lejos de esa primera clase.
He aquí el mensaje: nos podemos superar y lograr cosas que jamás creíamos que podíamos llegar a hacer. Está bien tener miedo y limitaciones, porque si ya fuéramos perfectos en todo, ¿cómo íbamos a mejorar? Os lo dice alguien que gran parte de su trabajo consiste en hablar en público, cuando tiene pánico escénico.
¿Quieres conocer cuáles son las aptitudes más necesarias para un historiador del arte? Estamos preparando un libro donde tratamos este tipo de cuestiones, si quieres que te avisemos cuando esté disponible suscríbete a la newsletter.
Laura S
17 noviembre, 2015 |
Muy buen artículo, como todos los anteriores. Yo también soy historiadora del arte (bueno, aún no, pero en medio año espero serlo). En este curso tengo que defender mi trabajo de fin de carrera y la verdad es que estoy aterrada… No es tanto por miedo escénico, sino por el hecho de saber que tengo a un tribunal evaluando cada una de mis palabras. ¿Tenéis algun consejo para lidiar con esto?
Javier Albelo
24 noviembre, 2015 |
Hola Laura,
Disculpa la tardanza en responder. No creo que nadie tenga una respuesta acertada a una pregunta tan difícil, si acaso se pueden dar algunas claves. Yo voy a compartir las que me han servido a mi.
En primer lugar, debes saber que la lucha es contigo misma, es decir, el problema no son las circunstancias externas sino las internas. Estás teniendo miedo porque estás haciendo cosas diferentes a las habituales y porque tienes miedo al qué dirán otras personas de ti. Esa sensación es completamente normal y yo la he tenido muchas veces. La solución, si es que la hay, es practicar una y otra vez, aunque tu mente te diga que no puedes hacerlo o que vas a hacer el ridículo no le hagas ni caso, tú hazlo y ya está. Si haces caso a tu mente estás perdida.
Segundo consejo, trata de evitar tomar bebidas estimulantes como refrescos con cafeína, café o té. Yo si voy a hablar en público evito al máximo todo eso para estar sereno.
Tercer consejo, prepárate muy bien tu discurso y prepárate muy bien lo que vayas a decir. Yo personalmente no memorizo nada, si acaso el principio para que no me cueste empezar, que es lo más difícil. También sería conveniente ensayar un poco el final para redondear el discurso, ya que el final del discurso es la parte que más recuerda la audiencia.
Espero que te sirva, yo sigo trabajando en estas cuestiones y no te creas que no sigo teniendo cierto miedo al hacerlo, así que si encuentro alguna información que te ayude lo escribiré para que entre todos podamos superar este miedo absurdo.
J Ci
22 noviembre, 2016 |
yo padezco desde siempre de pánico escénico y estoy feliz de haberme topado con este blog.