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Hacia el final de la década de los ochenta Juan Muñoz comienza a introducir la figura humana en sus piezas. Progresivamente las figuras se humanizan de cintura para arriba (como podemos ver en sus Escenas de Conversación), pero no será hasta mediados de los noventa cuando cobren forma totalmente humana.

Figuras humanas

Sus obras Wasteland (Tierra Baldía) de 1986 y The Prompter (El Apuntador) de 1988 suponen un punto de inflexión en la escultura contemporánea internacional, ya que con ellas es capaz de romper con la dualidad entre abstracción y tradición.

Suelos ópticos

En esta etapa comienza a crear sus suelos ópticos, que incorpora a sus obras dando un particular contexto a las figuras. Como afirma el propio Muñoz:

Hago suelos con efectos ópticos porque me ayudan a magnificar la tensión interna de la figura. Crean para ella un espacio psicológico que cala en la percepción del espectador

Al artista le interesa reflexionar sobre la relación que tienen sus figuras con el suelo y en particular con la inestabilidad de sus pies o sus soportes. Se trata de espacios en los que todo es inestable, el suelo produce vértigo y parece que todo se tambalea (figuras a modo de grandes tententiesos). Estos suelos construyen una puesta en escena de la que no debemos fiarnos a simple vista (cuestionamiento del acto de mirar).

Recursos barrocos

Desde el principio mis figuras (enanos, muñecos de ventrílocuo) tenían una orientación conceptual. Utilizo la arquitectura para dar a la figura un marco referencial teatral…. Un recurso barroco, un decorado para la imagen

En la obra The Prompter Juan Muñoz nos muestra un escenario prácticamente vacío, un lugar en el que se proyecta la imaginación y el enano que aparece escondido tras la concha del apuntador. El enano observa el suelo de baldosas claras y oscuras que, al formar dibujos geométricos, crean la ilusión óptica de planos móviles, que recuerdan a las superficies que realizaban los antiguos arquitectos del Barroco Clásico. Se trata de un escenario sin representación, sin intérpretes.

Autómatas

Algunas de las esculturas de Juan Muñoz son autómatas, ya que mediante diversos mecanismos ha logrado que puedan mover la boca o emitir algunos sonidos, que aumentan su aspecto siniestro, reflexionando sobre el “estatismo dinámico” que presentan sus figuras y una vez más el silencio, la ausencia de voz y la incomunicación están presentes.

Como ejemplo podemos citar la obra Winterreise de 1994, que hace alusión a una serie de veinticuatro poemas de Wilhelm Müller en la que un joven vaga por la nieve tras el rechazo de su amada y lucha contra los pensamientos suicidas. En esta obra la figura menuda de un muchacho avanza en silencio pronunciando palabras rítmicamente, mientras atraviesa una amplia superficie decorada con dibujos geométricos llevando a su espalda una pequeña figura que no tiene pies.

Dibujos gabardina

Es también en esta etapa cuando comienza a realizar sus dibujos gabardina (dibujos realizados con tiza blanca sobre tela negra en los que representa habitaciones oscuras, apenas amuebladas, como las de los storyboards de las películas de cine negro de los años cuarenta). Estos dibujos se van a incorporar a algunas de sus obras como Ventriluquist looking at a Double Interior (Ventrílocuo mirando un doble interior).

(*) Imagen de Portada: @VirginaMonita. Creative Commons License.