En algunas ocasiones, el edificio o el espacio que ocupa un museo es tan importante como la colección, aunque normalmente estamos tan centrados en las obras que se exponen que no prestamos la debida atención a su contenedor.

Uno de los casos más singulares es el de los Museos Capitolinos de Roma, constituidos por:

  • El Palazzo Nuovo.
  • El Palazzo Senatorio.
  • El Palazzo dei Conservatori.

La mayoría de los visitantes saben que el diseño de la gran escalinata y de la plaza pertenecen a Miguel Ángel, y que la escultura ecuestre que lo centraliza es una copia del Marco Aurelio que está custodiado en el interior del museo. Estos elementos ya hacen que sea interesante detenerse a observar el entorno y, sin embargo, no son más que la punta del iceberg, apenas unos pespuntes de lo que realmente esconde este espacio.

Plaza del Capitolio.

Plaza del Capitolio, Roma.

Il Campidoglio, el Capitolio en español, es uno de los lugares más ligados a la historia de Roma. Su propio nombre parece derivar de caput (‘cabeza’) en el sentido de lugar principal. Realmente, muy pocos lugares han igualado su importancia para el pueblo romano desde sus inicios. Se trata de una de las siete colinas sobre las que Rómulo fundó la ciudad según la mitología, mientras que los vestigios arqueológicos testimonian la presencia humana desde el final de la Edad de Bronce (1200-1000 a. C.). Entonces era una zona arbolada dividida en dos niveles, el Capitolium y el Arx, separados por una planicie central con un bosque considerado como sagrado desde tiempos remotos.

En estos tres espacios se construyeron algunos de los principales edificios del pueblo romano, así como en sus faldas y a sus pies. Dada su importancia, se decoró con un sinfín de arcos y esculturas que hicieron que las fuentes tardorromanas lo denominaran Capitolium fulgens, es decir, fulgente.

El bosque sagrado

En la zona más apaisada la leyenda sitúa el Asylum que edificó Rómulo para acoger a los fugitivos de los pueblos vecinos, con lo que buscaba aumentar la población de la ciudad recién fundada de una manera más rápida. Sólo acudieron hombres, por lo que después decidieron raptar a las mujeres del pueblo vecino, las sabinas, ocasionando una guerra con este pueblo.

También en la planicie se situó el pequeño templo de Vejovis, inaugurado en el 192 a. C. y sufragado por el cónsul Lucio Furio Purpione tras vencer en la batalla de Cremona. Vejovis era un dios menor de la región, protector del bosque sagrado y vinculado con la fecundidad y los infiernos. Hacia el 150 a. C. el templo fue modificado, lo que dio como resultado un pórtico de cuatro columnas jónicas que se situaba de forma transversal a la dirección de la cella, es decir, que se abría en medio de uno de sus lados largos en vez de presidiendo uno de los estrechos, como era lo habitual. No obstante y a pesar de su singularidad, su estructura no es única, pues también en la ciudad de Roma se realizaron dos templos más con esta estructura, el de la Concordia, en el Foro, y el dei Castori, en el Circo Flaminio.

El templo de Vejovis se conservó a lo largo de los milenios gracias a que primero fue asumido por la enorme mole del Tabularium y después fue cubierto con los restos de los edificios que tenía alrededor. Cuando, en 1939, se procedió a realizar la Galleria Lapidaria, el corredor subterráneo que une el Palazzo dei Conservatori con el Palazzo Nuovo, se aprovechó para desenterrarlo y estudiarlo. Además, apareció una estatua de Vejovis de época de Domiciano. El dios aparece sin cabeza, con un haz de flechas en la mano y una cabra. Actualmente, puede contemplarse tanto la escultura como una parte del edificio dentro de los Museos Capitolinos.

El Arx

En el Arx está la iglesia de Santa Maria in Aracoeli y antes el templo de Juno Moneta, aunque no se puede precisar si uno se encuentra exactamente sobre el otro o si la iglesia está situada encima de otro templo anterior, datado en el siglo V a. C.

La construcción del dedicado a Juno se atribuye tradicionalmente a Lucio Furio Camillo, quien lo mandaría levantar tras su victoria sobre los auruncios (uno de los pueblos de la región), en el año 345 a. C. La advocación se traduce como ‘la que hace admoniciones’, es decir, deriva del verbo monere, que significa ‘corregir’, aunque también dio como origen a la palabra moneda, puesto que desde aproximadamente el año 269 a. C. se encontraba junto al templo la ceca estatal, de la cual la diosa se convirtió en su protectora.

Una particularidad más es que en el templo se custodiaba el ejemplar de pie romano, una de las principales unidades de medida. Este pie era el que se tomaba como referencia para verificar las medidas.

Ambos, templo y ceca, perecieron en el incendio que asoló gran parte de Roma en el año 64 d. C.

El Capitolio

Bajo relieve templo de Júpiter

Relieve de Marco Aurelio realizando un sacrificio ante el templo de Júpiter Capitolino, Palazzo dei Conservatori, Musei Capitolini.

Al último rey de la dinastía de los Tarquinios, Tarquinio el Soberbio, se atribuye tradicionalmente la construcción del templo de Júpiter Ottimo Massimo Capitolino, que aún hoy se puede admirar dentro del museo, en la parte del Palazzo Senatorio. Este edificio se inauguró en el 509 a. C., el primer año de la era republicana.

En realidad, el recinto se dedicaba tanto a Júpiter como a Juno y Minerva, esto es, a la tríada capitolina, y por ello su cella está dividida en tres naves, precedidas por tres filas de seis columnas con intercolumnio areóstilo, es decir, que la separación entre los soportes es mayor que tres veces el diámetro del fuste.

Fue el mayor edificio del Capitolio y el mayor templo romano realizado, con unas dimensiones aproximadas de 62 x 53 metros, las cuales, además, se veían realzadas por su posición elevada sobre la ciudad, lo que lo hacía visible desde casi cualquier punto de la misma.

Este descomunal tamaño se explica porque desde sus orígenes se constituyó como la cabeza de todo el mundo romano, siendo el centro del culto del estado. En él confluían las procesiones de los militares victoriosos tras atravesar la Porta Triumphalis y la Via Sacra, cargados con los botines de guerra y los prisioneros. Ante él se celebraban grandes sacrificios rituales y asambleas de senadores, y durante muchos años fue uno de los principales archivos estatales.

Al principio, su decoración era de terracota policromada y en ella participó el célebre escultor Vulca, quien realizó la estatua de Júpiter para su interior y una cuadriga para situarla sobre el frontón, la cual, en el siglo III a. C., se sustituyó por una de bronce. Aproximadamente un siglo después, algunos de sus espacios fueron restaurados bajo el patronazgo de dos censores, Marco Fulio Nobiliore y Marco Emilio Lepido, que dejaron constancia de su intervención mandando colocar sus escudos.

En el 83 a. C. acaeció un gran incendio que afectó a casi todas las construcciones del Capitolio, entre ellas al templo de Júpiter. Lucio Cornelio Sila pagó su nueva edificación siguiendo el diseño anterior y se concluyó en el 69 a. C. La leyenda dice que para este nuevo recinto se trajeron las columnas del templo de Zeus Olímpico de Atenas. Cuatro años después, se sustituyó la escultura de Júpiter realizada por Vulca por una crisoelefantina efectuada por el ateniense Apolonio. Una copia de esta imagen es el Júpiter de Otricoli, de los Museos Vaticanos.

Según Suetonio, Augusto enriqueció el recinto con oro, perlas y piedras preciosas.

De nuevo le afectó un incendio, en este caso en el año 69 d. C., por lo que Vespasiano ordenó su reconstrucción seis años después. Un tercer fuego en el 80 d. C., apenas concluido, motivó que Tito y Domiciano lo volvieran a reedificar.
Dado su radical importancia para Roma, durante la invasión de los vándalos del rey Genserico en el 455, fue saqueado y se le arrancó la mitad del techo, puesto que según Procopio de Cesarea era de bronce. Con el cristianismo y el cambio de pueblo gobernante, el templo fue abandonado y, finalmente, el templo fue demolido.

En las proximidades se encontraban otra serie de templos, dedicados a Júpiter Tonante, a Júpiter Feretrio, a Júpiter Custodio, a Marte Ultore, a Venus Ericina, a Ops, a Fides y a Mens.

Con la caída del Imperio, el Capitolio no dejó de ser uno de los principales lugares de Roma. Así, cuando en los años 1143-1144 se constituye el primer Comune romano, que hacía las veces de ayuntamiento, estructurado mediante cincuenta senadores, se elige este lugar para que sea su sede, utilizando para esta función el Palazzo dei Corsi, situado a su vez sobre el Tabularium.

Es muy interesante el cambio de orientación que van a sufrir los edificios en el Medievo. Durante la Antigüedad se volvían hacia el Foro y ahora se proyectan hacia el Campo Marzio. De esta manera, en 1299 el Palazzo Senatorio abre una loggia hacia la plaza. Sus torres datan de finales del siglo XIV y principios del XV. La última de ellas, de 1453, fue mandada levantar por el papa Nicolás V. La escalera doble que la articula ya se encontraba en esta época, aunque sobre ella el segundo nivel se retranqueaba para generar la loggia.

Por su parte, el Palazzo dei Conservatori no existió con esta denominación hasta que en el siglo XV Nicolás V transformó completamente el vetusto Palazzo dei Banderesi, sede de los capitanes de la milicia ciudadana. Su nombre deriva de haber sido el lugar de la magistratura electa ciudadana, los conservadores, que administraban la ciudad medieval en compañía de los senadores.

En 1471, Sisto IV realiza el gesto que dio como origen los Museos Capitolinos, puesto que donó al pueblo romano la colección de cuatro bronces que hasta entonces se encontraban en el Palazzo Lateranense y éstos se expusieron en el Capitolio, con lo que se convirtió en el primer museo público. Pero esta historia pertenece a otro artículo.

El Tabularium

Tabularium

Hacia el año 78 a. C. se aprovechó el desnivel de la ladera de la colina que mira al Foro para situar el Tabularium, nada menos que el archivo del estado. Los documentos se guardaban incisos en tablas, de donde deriva el nombre del edificio. Además, el edificio servía como muro que protegía la colina y controlaba los desprendimientos.
A la hora de edificarlo, acogió la construcción previa, el templo de Vejovis, el cual fue levantado de nueva planta para la ocasión, aunque siguiendo el edificio anterior. Se estructuró mediante una fachada de arcos que cierra el Foro Romano por uno de sus extremos.

El edificio se levantó bajo el consulado de Quinto Lutazio Catulo y con Lucio Cornelio como arquitecto. Sobre una base de algo más de 73 metros de largo surgía una escalera de 67 peldaños que daba acceso al recinto desde el Foro, que aún se conserva. No obstante, la posterior construcción del templo de Vespasiano la bloqueó.

Su primer nivel, bien conservado, es el recinto estrecho que quedaba libre entre la pared de la fachada y la de la colina, con vanos delgados para no inferir en su estabilidad. El segundo plano es el que se corresponde con los grandes arcos de los que todavía se conservan tres, a los que se tiene acceso dentro del recorrido del museo. Esta planta se estructura mediante un pasillo al que se abren diferentes ambientes, cada uno correspondiente a uno de los arcos. Faltaría el pórtico de la tercera planta, situada ésta al nivel del terreno en lo que hoy es la plaza del Capitolio, y de la que se tienen vestigios de su existencia.

En época medieval, cuando las principales familias de Roma disputan su hegemonía mediante la erección de fortalezas y torres, la familia dei Corsi transforma el archivo en castillo. El control de esta plaza hace que los reyes no se sientan seguros en su trono. Por ello, Enrico IV y Pasquale II persiguen a la familia dei Corsi en los años 1084 y 1105 respectivamente. Finalmente, en 1130 Anacleto II acaba con el problema concediendo los terrenos a los benedictinos de Aracoeli. Poco después, el edificio se convierte en la residencia de los senadores que regían la ciudad, con lo que toma su nombre actual, el Palazzo Senatorio.

La Rupe Tarpea

Rupe Tarpea

La pared sur del monte se llama la Rupe Tarpea y también tiene su historia, aunque en este caso es más oscura. Se utilizaba desde antiguo para ajusticiar a los traidores, precipitándolos desde la altura y simbolizando, a su vez, su expulsión de la ciudad.

El nombre y su uso provienen de una figura mitológica, Tarpeia, la mujer que traicionó al pueblo romano abriendo la muralla a Tito Tazio y su ejército de sabinos. Hay que recordar que las primeras mujeres romanas eran en realidad sabinas que habían sido secuestradas por los romanos, se habían casado con ellos y les habían dado descendencia, por lo que cuando sus padres y hermanos fueron a rescatarlas se vieron en la difícil situación de elegir entre familiares. La leyenda cuenta que intervinieron en el conflicto colocándose entre los combatientes, dado que ninguno de los bandos quería dañarlas, y les obligaron así a firmar el armisticio.

La iglesia de Sant’Omobono y su área arqueológica

Finalmente, a los pies del Capitolio, junto al Foro Boario y cerca del puerto fluvial, se sitúa otro conjunto interesante, la Iglesia de Sant’Omobono y su área arqueológica, que data de la Roma anterior al Imperio y que fue descubierta en 1937. En este espacio hubo desde finales del siglo VII a. C. aproximadamente un ara etrusca que es el ejemplo más antiguo que testimonia la presencia etrusca en el área de Roma.

Área Omobono

Sobre el mismo espacio se levantaron posteriormente los templos gemelos de Mater Matuta y de la Fortuna, que fueron los primeros que se edificaron. El primer de ellos está dedicado a la aurora y a la estrella matutina que guía a los navegantes, por lo que ambas advocaciones se asocian a su vecino puerto. Se datan en el siglo VI a. C. y, por lo tanto, pertenecen al periodo arcaico. De esta etapa ha aparecido un numeroso grupo de terracotas policromadas.

A finales del siglo VI a. C., con el ocaso de la monarquía etrusca, la zona se abandonó durante unos cien años. En estos momentos se procedió a elevar el terreno unos cuatro metros con la erección de un podio cuadrado, con 47 metros de lado, orientado a los puntos cardinales. Sobre esta estructura se alzaron dos nuevos templos gemelos y, delante de ellos, la Porta Triumphalis, por la que comenzaban las procesiones de los militares victoriosos. En uno de los relieves del Arco de Constantino aparece, de hecho, el templo de Fortuna y la Porta Triumphalis. En época de Adriano los templos se volvieron a levantar de nueva planta y se situó ante ellos un arco cuadrifronte, del que aún pervive su estructura interna.

Constantino

Emperador Constantino, s. IV, Musei Capitolini.

Por su parte, en el siglo VI d. C. se edificó sobre el templo de Mater Matuta la iglesia paleocristiana de San Salvatore in Portico, que hace referencia al Pórtico de Octavia. Durante los siglos XII y XIII se modifica y se pavimenta siguiendo el estilo cosmatesco que tanto éxito tenía en la ciudad. En 1482 la iglesia fue reconstruida y en 1575 pasa al gremio de los sastres y se cambia su advocación por la de San Omobono, su patrón. Se trata de Omobono Tucenghi, un comerciante de Cremona que vivió en la segunda mitad del siglo XII y que se hizo célebre en vida porque dedicaba sus ganancias a acciones caritativas. Fue el primer laico canonizado y, además, a una velocidad inusual, puesto que fue santificado antes de que se cumpliera el segundo aniversario de su muerte.

Por motivos de espacio, nos hemos dejado adrede algunas cuestiones en el tintero:

  • ¿Cómo adquirió la plaza del Capitolio su aspecto actual?
  • ¿Qué parte se relaciona con Miguel Ángel?
  • ¿Cuándo se crean los museos y por qué eligen esta ubicación?

Estas preguntas se van a responder en otros artículos.

(*) Imágenes: Kristian Mollenborg, Richard Mortel y Wikimedia Commons. Creative Commons License.