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Bombardeo sobre Figueras. (*)

Desde finales de diciembre de 1938 y hasta el 29 de enero de 1939 se gestó y se formó el Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles, un organismo semioficial de carácter neutral, formado por personalidades de distintos países relacionadas con el campo de las artes, cuyo objetivo era negociar un acuerdo con el Gobierno de la República para evacuar las obras desde España y transportarlas hasta la ciudad de Ginebra.

Una vez depositadas en el Palacio de las Naciones su misión se habría acabado y el Comité se disolvería. El muralista José María Sert fue quien puso en marcha el proceso, cuyo resultado sería la constitución del Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros Españoles, contando con el apoyo de una serie de intelectuales en el exilio como Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, o Juan Estelrich, entre otros. Sert fue el único, por parte del gobierno franquista, que supo ver el peligro que corrían las obras y también el único que gestionó su salvamento.

Entre el 23 y el 29 de enero de 1939 se constituyó el Comité Internacional, formado por las instituciones que habían manifestado su apoyo (los principales museos de Europa y Estados Unidos, así como determinadas instituciones artísticas francesas: Académie des Beaux – Arts, Conseil des Musées Nationaux, Société des Amis du Louvre). En representación del Gobierno de Franco, Sert entraba en negociaciones directas con el Gobierno de la República para conseguir la evacuación.

«Fue el único, por parte del gobierno franquista, que supo ver el peligro que corrían las obras y también el único que gestionó su salvamento»

El 3 de febrero de 1939 se firmó el denominado Acuerdo de Figueras para el salvamento de las obras de arte, firmado por Jaujard y Álvarez del Vayo, actuando como testigos MacLaren, Marín y Pérez Rubio. La evacuación de las obras de arte se inició aquella misma noche y finalizó el día 9, con la interrupción de los días 6 y 7, debido al bombardeo nacionalista que arreció sobre la zona.

Pero sin duda, la parte más destacable del documento es lo referente a la devolución, apareciendo el Estado español representado por el Gobierno de la República como depositante, y la sede de la Sociedad de Naciones como depositaria; el Comité Internacional figuraba como firmante, en su papel neutral de intermediario.

«Se afirmaba ante el mundo entero que la evacuación había sido obra y voluntad del Gobierno de la República»

Pese a que quedaba contemplado en el acuerdo el número necesario de camiones para el transporte, y el papel de cada institución, organismo y estado reflejados en el Acuerdo de Figueras, los camiones que iban a ser enviados por el gobierno francés nunca llegaron, por lo que el gobierno republicano tuvo que desocupar camiones donde iban civiles, soldados y mercancías para transportar el Tesoro Artístico.

El traslado de las obras de Peralada-Figueras-Le Perthus se complicaba ante los bombardeos franquistas. El propio Sert se pondría en contacto con el Duque de Alba, Ministro de Asuntos Exteriores del Gabinete de Franco, quien garantizó la seguridad y el cese de los ataques durante los días de evacuación. Pero desde el 3 de febrero, cuando se firma el Acuerdo de Figueras, y hasta el 9 de febrero, cuando el último camión cruza la frontera, los bombardeos fueron constantes e ininterrumpidos.

El 11 de febrero se levantó un acta en el Chateau Bardou, formada por los miembros del Comité Internacional y de la Junta Cultural del Tesoro Artístico, donde se afirmaba ante el mundo entero que la evacuación había sido obra y voluntad del Gobierno de la República.

Una vez en Francia, la carga se traspasó a los vagones de tren que partieron el 12 de febrero desde Perpiñán (Francia) con destino a Ginebra (Suiza), en una expedición financiada por el Comité Internacional. En el tren viajaban los miembros de la misión española, junto con los miembros franceses del Comité Internacional. Cinco días después, la carga llega a la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra.

Referencias:

Arturo Colorado Castellary, Éxodo y Exilio del Arte, Madrid, 2008, p. 208.