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Según la mitología griega museion (en latín musaeum) era la casa de las musas, nueve deidades que según la fábula habitaban en el Parnaso o en el Helicón presididas por Apolo. Todas ellas eran hermanas y personificaban las artes y las ciencias. Así, Calíope lo era de la Poesía Épica, Clío de la Historia, Erato de la Poesía Lírica, Euterpe de la Música, Melpómene de la Tragedia, Polimnia de la Pantomima, Talía de la Comedia, Terpsícore de la Danza y Urania de la Astronomía. Su principal razón de ser era la protección de las artes mencionadas y la inspiración a los artistas.

La Revolución Francesa

Ahora bien, en qué momento cambió esa acepción para convertirse tal y como lo define en ICOM (Consejo Internacional de Museos) “una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio educación y recreo”. Vamos a intentar esbozar una breve historia que, si bien no pretende ser exhaustiva, sí al menos tratar el momento clave de su uso actual: La Revolución Francesa.

“Una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio educación y recreo”

La Historia sitúa en el año 1791 el surgimiento del museo moderno cuando la Asamblea Nacional, en plena Revolución Francesa, declaró formalmente que el Palacio del Louvre, el Palacio de las Tullerías (ahora desaparecido) y el Gabinete de Historia Natural dejarían de pertenecer al rey y serían propiedad de la nación francesa, con el objetivo de reunir todos los monumentos dedicados a las ciencias y las artes.

El nombre elegido para estas colecciones públicas fue el de muséum y no el de musée como cabría esperar, pero lo curioso no es que se afrancesara el término latino original (musaeum) sino que se usara un vocablo que nada tenía que ver con su concepción original, sobre todo existiendo palabras de uso común en la época como galería o instituto.

Se eligió deliberadamente muséum porque era una palabra que estaba en estrecha relación con el Museo de Alejandría, porque se pretendía continuar la labor que varios siglos atrás había empezado la dinastía Ptolemaica en Egipto. De hecho, en la famosa Encyclopédie de Diderot y d’Alembert, se dice que es “un lugar en la ciudad de Alejandría […] donde era mantenido con fondos públicos un cierto número de estudiosos por sus méritos” y, más adelante, prosigue diciendo que: ”situado en el barrio de Alejandría conocido como el Bruchion fue, de acuerdo a Estrabón, un largo edificio adornado con pórticos y galerías para caminar, con largas habitaciones para conversar sobre problemas de literatura y una habitación donde reunirse”.

Esto nos revela que en realidad, el Museo de Alejandría era más una academia clásica que una colección de objetos de acceso público, es decir, las dos características esenciales que actualmente asociamos al concepto de museo. Lo cual nos hace pensar que es más probable que los revolucionarios de finales del XVIII estuvieran más interesados en la segunda acepción, es decir, la que se refiere a la tipología arquitectónica, que en la primera, ya que no se trataba de establecer nuevos centros residenciales para estudiosos de las letras en los museos.

“Un lugar en la ciudad de Alejandría […] donde era mantenido con fondos públicos un cierto número de estudiosos por sus méritos” y, más adelante, prosigue diciendo que: ”situado en el barrio de Alejandría conocido como el Bruchion fue, de acuerdo a Estrabón, un largo edificio adornado con pórticos y galerías para caminar, con largas habitaciones para conversar sobre problemas de literatura y una habitación donde reunirse”

De hecho, Quatremère de Quincy, un importante crítico de arte y político francés de la época, ahonda en esta cuestión cuando escribe en su Encyclopèdie Méthodique y más concretamente en el volumen correspondiente a la arquitectura, que: “Muséum fue un establecimiento literario fundado en Alejandría por los Ptolomeos”. Lo cual significa que conforme avanza el siglo XVIII el término museo va adquiriendo el significado de lugar físico, ya que habla de un establecimiento, de un espacio determinado. Es más, conforme avanza su discurso en torno al museo, concluye que el término musée está asociado a “colecciones de objetos raros, con especial mención a las obras de arte, como el Musée du Vatican, Musée de Florence o Musée Royal de París”.

Conclusión

En conclusión, puede afirmarse que en el siglo XVIII tiene lugar un cambio semántico en torno a la palabra museo, puesto que de una referencia etimológica más o menos difusa proveniente de la antigüedad clásica –en alusión al Museo de Alejandría-, se va ampliando su significado a una tipología arquitectónica, es decir, un lugar físico en el que es posible contemplar una colección de obras de arte determinada, tal y como ocurría en las cámaras de maravillas renacentista centroeuropeas, pero en esta ocasión de acceso público y no restringido a la clase social aristocrática.

Referencias:

Young Lee, Paula, «The Musaeum of Alexandria and the Formation of the Muséum in Eighteenth-Century France», Art Bulletin, 1997, vol. LXIX, n. 3.

(*) Imagen de Portada: morguefile.com. Creative Commons License.