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Sala de Máquinas de la Central di Montemartini, Roma. (*)

El patrimonio industrial es uno de los que más abunda en las ciudades y uno de los más desprotegidos frente a los ataques que sufre. Desde la Revolución Industrial se han ido creando y destruyendo edificios que tuvieran estos usos, sin embargo, el paso del tiempo, ha hecho que sean testigos de la evolución, no solo industrial sino también arquitectónica.

Desde julio de 2003 las bases sobre la protección de este patrimonio están asentadas con la redacción de la Carta de Nizhny Tagil. En el caso español se han seleccionado una serie de edificios que por sus características merecen una intervención de urgencia, pero son tan solo los primeros pasos y se debe ir más allá.
Presión urbanística

El problema en este sentido es doble. Por un lado está la presión urbanística: estos edificios ocupan mucho espacio y generalmente se encuentran en zonas que se están urbanizando por la expansión de las ciudades. Por otro lado encontramos el problema propiamente industrial: la industria avanza a medida que lo hacen las innovaciones técnicas, por lo que la maquinaria que se encuentra en su interior se va renovando con el paso de los años y la anterior es revendida o usada como chatarra y en pocos casos un edificio que cesa su actividad las mantiene en su interior.

Escasa concienciación social

Como inconveniente añadido se debe señalar la poca concienciación que existe entre la población que habita en el contexto de estos edificios y que no ve las posibilidades que encierra sino un edificio que estorba y que, probablemente, se encuentre en estado ruinoso.

El caso español

Como hemos dicho antes, en España se seleccionaron algunos edificios para una primera fase de trabajo sobre este patrimonio.

Alguno de ellos son:

  • La Real Fábrica de Artillería de Sevilla.
  • El Poblado Ferroviario de Monfragüe.
  • El Alto Horno nº1 de Sestao.

Sin embargo, ya hay casos en los que se han usado edificios industriales para otros usos. Los más generales son los usos culturales o comerciales. Seguro que a nuestros lectores se les viene a la cabeza edificios como:

  • Los Caixaforum de Madrid o Barcelona.
  • La Tate Modern en Londres.
  • El Museo de Orsay en París.
  • Los Centros Comerciales de Príncipe Pio o Atocha en Madrid o el de Plaza de Armas en Sevilla.
  • Las universidades también han utilizado algunos de estos edificios como nuevas sedes

El caso italiano

Es un paso, pero el problema que ello conlleva es que solo se conserva el continente y no el contenido. Es difícil y siempre cabe entrar en el debate sobre qué hay que conservar dentro de la maquinaria y qué no. De ello hay pocos ejemplos, pero hay uno que merece ser destacado: la Central Eléctrica de Montemartini, en Roma, que hoy es subsede de los Museos Capitolinos.Dentro de este edificio, y presentando una museografía innovadora, se conjugan las piezas escultóricas clásicas con los antiguos motores y grúas de fondo. Es un binomio que antes de verlo puede ser chocante y criticable, pero cuando se ven los resultados cualquier prejuicio se vuelve en elogio, ya que se puede estudiar tanto las obras clásicas como las industriales.

Este es tan solo un ejemplo, muy recomendado si se viaja a Roma con tiempo, de cómo conjugar el patrimonio industrial con un nuevo uso, y porque un modelo al que imitar si el edificio industrial va a tener un futuro uso cultural.

Conclusión

España está llena de este tipo de edificios, nosotros no podemos conocerlos todos, por eso, desde CROMA Comisarios Culturales, nos gustaría que nos comentaras en el blog o en Facebook el patrimonio industrial que conoces y qué uso tiene en la actualidad.

(*) Imagen de Portada: Lalupa. Creative Commons License.