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Tesoro del Delfín pocos días antes del robo. (*)

Sí, hace casi cien años, el 20 de septiembre de 1918, concretamente a las 13:30 horas, el por aquel entonces director del Museo del Prado, José Villegas, hace constar la denuncia por parte del subdirector, José Garnelo: una de las tres vitrinas que custodian el Tesoro del Delfín había sido abierta.

¿Que es el Tesoro del Delfín?

Es un conjunto de ciento veinte piezas, de entre los siglos XVI y XVII, vasos en su mayoría, que perteneció al Gran Delfín Luís, hijo de Luís XIV de Francia y padre del rey Felipe V de España. Los objetos están realizados a partir de cristal roca, oro, plata, ágata, lapislázuli, calcedonia, jaspe, jade, serpentina, alabastro, nautilos, perlas, así como de piedras finas y piedras preciosas. A la muerte del Delfín, el Tesoro llega a España como herencia del primer monarca español de la casa Borbón.

Se cierra el Museo

Rápidamente, el personal del museo se desplaza hacia la Galería Central, frente a la Sala Velázquez. Un primer examen ocular a pie de sala corrobora la falta de varias piezas del conjunto. Mientras tanto, el jefe de la Investigación Criminal, Fernando Luna, hace entrada en el Museo del Prado. Su primera orden fue el cierre del museo, arrestando a todos los visitantes que pudo hallar en las salas, y tomando, por último, las huellas dactilares impresas en la vitrina; medidas por otro lado innecesarias, pues como se dieron cuenta más adelante, el robo había sido cometido mucho antes.

Dos meses antes, uno de los celadores había informado al conserje de que faltaban objetos en las vitrinas correspondientes al Tesoro del Delfín. El robo se había realizado con tiempo, y con total tranquilidad como pudo comprobarse al ver un pie de copa destornillado; incluso para disimular la falta de objetos, el ladrón había procedido a una esmerada reordenación en el interior de la vitrina.

La prensa se hace eco

El caso saltó a los periódicos. El 22 de septiembre, el diario El Sol publicaba unas declaraciones del director Villegas, explicando las posibles condiciones del robo a la luz del día, y recalcando en la errónea actitud del conserje, quien no denunció a tiempo. Ante este ataque, el conserje alegó que algunas de las piezas estaban en manos del restaurador y que por esa razón no dio aviso del posible robo; para quedar más convincente, el conserje culparía a uno de los celadores de haberse llevado un busto que estaba en manos del restaurador del museo. La trama se complicaba cada vez más: Dos fotógrafos advirtieron la ausencia de joyas en otra de las vitrinas del Tesoro del Delfín.

El subdirector Garnelo procedería a realizar un inventario detallado del Tesoro del Delfín, para comprobar la realidad de los daños. Lo que debería haber sido un trámite sencillo se convirtió en un trabajo de ocho horas de duración, pues el número de piezas robadas o mutiladas era importante. Resultaba evidente que el robo se había producido hace tiempo.

Referencias:

Gaya Nuño, Juan Antonio, Historia del Museo del Prado 1819 – 1969. León, Everest, 1969.

(*) Imagen de Portada: Ruiz Vernacci. Archivo Ruiz Vernacci, Madrid.