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Alegoría de la Segunda República. (*)

Desde 1923 España vivía bajo el régimen dictatorial de Primo de Rivera, régimen que perduró hasta 1930, año de su caída. Durante todos esos años la sociedad española había sufrido grandes cambios, se había modernizado, se había vuelto más urbana, había dado lugar a importantes movimientos culturales (Generación del 27), etc. En este contexto de una sociedad renovada parecía impensable una vuelta atrás, un retorno a la monarquía liberal que gobernaba antes de la dictadura.

Este factor, unido al mal hacer de Alfonso XIII a la hora de hacerse cargo del vacío de poder tras la caída de Primo de Rivera (ya que buscó una vuelta a la situación que había antes de 1923), hizo que poco a poco fuera aumentando entre los ciudadanos un sentimiento republicano. Este arraigó con fuerza en la sociedad, contando con el apoyo de algunos partidos políticos como el PSOE, e incluso la CNT (que apoyó la república sólo para derrocar la monarquía), y también de algunos intelectuales del momento, como Ortega y Gasset.

En agosto de 1930 varios partidos republicanos firmaron el Pacto de San Sebastián, por el cual se ponía en marcha un movimiento legal y revolucionario cuyo objetivo era dar un golpe de fuerza militar y popular que instaurara en España una nueva república. En diciembre hubo un intento de sublevación que acabó en fracaso. A pesar de esto, el estado de la monarquía era tan débil que el cambio de régimen era ya previsible, y deseado por amplios sectores sociales.

Por su parte, la monarquía también intentaba organizarse, formando un Gobierno de concentración con todos los partidos monárquicos; fue creado el 18 de febrero de 1931 y dirigido por el conde de Romanones. Este partido, en verdad, carecía de un programa político, pues su única propuesta era la vuelta a la monarquía. Con el objetivo de renovar algunos cargos y así lograr su objetivo, decidieron convocar elecciones: el 12 de abril municipales, el 3 de mayo provinciales, el 7 de mayo de diputados y el 14 de mayo de senadores.

Pero desde el principio estas elecciones se entendieron como un enfrentamiento entre monárquicos y republicanos, de modo que los segundos unieron sus fuerzas para hacerse oír. El día 12 de abril, y a pesar de que la ley electoral del momento favorecía claramente las candidaturas monárquicas, el sentir republicano de la mayoría de la población se hizo más que evidente. A partir de entonces los acontecimientos se aceleraron y dos días después, el 14 de abril, fue proclamada la Segunda República en la ciudad de Eibar (Guipúzcoa), extendiéndose el ejemplo rápidamente a otras ciudades españolas y llegando por la tarde a Madrid. Ese mismo día, el rey Alfonso XIII abandonaba el país camino del exilio.

La Segunda República nacía así en un ambiente totalmente pacífico, muy distinto de trágico final que tendrá en 1936 con el estallido de la Guerra Civil.

Referencias:

FERRARY, A. (2010): “La Segunda República Española (1931-1936)”, en PAREDES, J. (dir.): Historia de España Contemporánea. Barcelona, Ariel. Pp. 689-743.

(*) Imagen de Portada: Basilio. Creative Commons License.