Ciudad de las artes y las ciencias

La Ciudad de las Artes y las Ciencias sólo pasará a ser ciudad cuando las personas puedan vivir y trabajar en ella. Ahora no lo es porque sólo van a pasar allí unas horas. Santiago Calatrava

Para poder comprender la amplitud del proyecto de construcción de una ciudad de las artes y las ciencias en Valencia, es preciso centrarnos en la propia denominación que recibe, es decir, la de ciudad. Esto es importante porque sólo así se entiende la dimensión que adquiere al querer establecerse como una ciudad dentro de otra ciudad. Asociado a esta idea, aparecen dos conceptos que son generales para todo el proyecto: el movimiento y la unidad formal.

Movimiento

Las ciudades son lugares dinámicos en los que las personas se relacionan entre sí y se desplazan por el espacio. Esta es la forma en la que Calatrava entiende la ciudad cuando afirma que “el común denominador de la obra es el movimiento, el concepto de movimiento a través del espacio”, y concluye que “moverse es la forma de descubrir la arquitectura” .

Lo que interesa a Calatrava es el movimiento de las personas dentro del espacio. Intenta aportar una sensación de dinamismo a la Ciudad y evitar el estatismo intrínseco de la arquitectura. Por eso, los edificios se constituyen como hitos de ese recorrido y se articulan a lo largo de un eje central que comienza con el Palacio de las Artes –con su propio recorrido interior- y culminan en el Oceanográfico.

El arquitecto ha calificado su propia actuación como un proyecto peripatético, es decir, indicado para el paseo. Es una idea que constantemente se aprecia en toda la obra, a través de los ejes que forman las avenidas, los sitios cubiertos y las terrazas, ya que las personas pueden acceder y pasar horas paseando por todos estos espacios.

La idea es siempre evitar el estatismo, ya que “cuando se llega a un edificio pueden verse los límites estáticos del mismo, pero incluso cuando una persona está quieta, el edificio se mueve porque el sol gira y las sombras varían”. Además, el arquitecto relaciona la arquitectura con la música porque en ambas se necesita tiempo para verla o escucharla. De hecho, cuando se habla de arquitectura se habla de ritmo y de armonía, que son conceptos característicos de la música.

Unidad formal

Santiago Calatrava concibió el proyecto como una sola obra y no como una serie de edificios. Los elementos con los que se ha intentado controlar la unidad de los edificios para que se entiendan como un conjunto son los materiales, el color y sobre todo la conexión a través de una propuesta urbanística homogénea mediante elementos unificadores como los caminos y el lago.

Todos los edificios poseen una simbología y el arquitecto pretende siempre establece un diálogo con el espectador. Es un juego de formas, colores y materiales que pueden sugerir elementos de la naturaleza humana o asociaciones de conceptos e ideas por parte del espectador, como por ejemplo, la cubierta del auditorio, al que la memoria del proyecto se refiere como un penacho.

Las singulares formas dan pie a fuertes asociaciones formales con objetos concretos. Se aprecian figuras náuticas que dan lugar a numerosas lecturas metafóricas relacionadas con el carácter mitológico y poético de las construcciones cercanas a la Ciudad de las Artes y las Ciencias y que se acentúa por la presencia fantasmal del río Turia, implícito en el lecho vacío de agua en el que se disponen los edificios y en la cercanía del mar.

Referencias

Torres, Ana María, “Democracia Formal. Una conversación con Santiago Calatrava”, Arquitectura Viva, Avisa, Madrid, 2005, n. 103.

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(*) Imagen: Riccardo Romano. Flickr Commons. Creative Commons License.