Niño saliendo de un cuadro

Pere Borrell, Huyendo de la Crítica, 1874, Colección Banco de España, Madrid.

La constitución de una empresa (normalmente una sociedad de responsabilidad limitada) es una cuestión compleja y que, desde luego, yo no recomendaría a un historiador del arte, al menos al principio de su actividad profesional.

Pero, una vez más, eso depende un poco de donde partas. Puede darse la circunstancia de que ya dispongas de un capital inicial que desees invertir y que tengas una idea de negocio brillante. Puede también que quieras conformar una empresa con varios socios y estar mejor cubierto mediante esta forma jurídica.

No obstante, veo más conveniente empezar siendo autónomo o pertenecer a una cooperativa. Una sociedad conlleva gastos de asesoramiento adicionales y tendrás que contratarte en la empresa estableciendo un sueldo mensual o darte de alta como autónomo para ejercer tu actividad.

La única ventaja de crear una Sociedad Limitada dentro del sector cultural

La única ventaja de crear una sociedad limitada (S.L.) es que, si existe algún problema de deudas en la empresa, no tienes que responder con tu patrimonio personal, sino que la deuda contraída estaría a cargo de la propia empresa, que es una entidad al margen de ti como persona.

En el caso de los autónomos, tú eres el responsable directo de las deudas y tienes que responder de ellas con tu patrimonio, incluso con tu vivienda, por lo que tienes que tener mucha precaución con estas cuestiones.

Así que, como conclusión, en principio no existen inconvenientes, simplemente que la empresa no es una fórmula que yo consideraría adecuada para un primer proyecto por cuenta propia.

Si en el futuro decides llevar a cabo proyectos grandes en los que puedan estar involucrados varios socios, podrías adoptar esta forma jurídica, que, además, seguramente te permitirá ahorrar algo de dinero en impuestos por la aplicación de algunas deducciones.