museo

Una cuestión que me ronda la cabeza desde hace tiempo es si somos capaces de aumentar la asistencia de público a los museos a la vez que mejoramos la experiencia del visitante en los mismos. En este mismo blog, he hecho mención a estas cuestiones en artículos como: ¿No vas a los museos?, ¿Es difícil visitar un museo?, ¿Cuánto tiempo pasas delante de una obra de arte? O Cómo degustar una obra de arte en un museo, entre otros. Es más, recientemente hemos lanzado el libro electrónico Ese extraño lugar llamado museo. Guía breve para sacar el máximo partido a tus visitas al museo, una obra colectiva con la que pretendemos ofrecer a los usuarios de los museos un método muy útil para visitarlos. Aquí explicamos desde cómo preparar una visita hasta para qué es necesario asistir a estas instituciones.

Sin embargo, en esta ocasión me gustaría reflexionar sobre otras dos cuestiones de interés que debemos tener en cuenta si queremos que los museos sigan siendo los lugares de referencia que son en la actualidad. Se trata, por una parte, de la relación entre museos y comunidades y, por otra parte, de los museos y el populismo. Trataré de ser sintético porque, como se puede apreciar, ambas cuestiones se prestan a un análisis mucho más profundo y extenso.

Museos y Comunidades

Ahora mismo este es el tema candente, sobre todo a raíz de la aparición de las redes sociales que todos conocemos. Gracias a la aparición de estos medios, los museos han tenido la posibilidad de conectar directamente con los usuarios, valorar sus opiniones, resolver dudas de toda clase, etc. Esto ha permitido, además, disponer de una poderosa base de datos con información muy detallada sobre el comportamiento del público de los museos. Es un lujo poder contar con toda esta información relativa a los diferentes perfiles de usuarios, pero considero que todavía nos queda dar un siguiente paso y hacer una pregunta a esta comunidad de personas en torno al museo: ¿Qué quieres ver en el museo?

Probablemente no todos los museos estén dispuestos a hacerla y lo entiendo. Esto supondría realizar un ejercicio de humildad difícil de asumir y de verdad que lo comprendo. En los museos trabajan profesionales del más alto nivel, con unos conocimientos técnicos y prácticos adquiridos a lo largo de años de esfuerzo y recursos económicos invertidos en instituciones académicas de prestigio como son las universidades. Preguntarle a un usuario qué quiere encontrarse en una exposición temporal de un museo sería como si un profesor le preguntara al alumno qué quiere que le entre en un examen.

Sin embargo, no olvidemos que el museo cumple también una función recreativa y no sólo educativa. Tenemos meridianamente claro que a los colegios, institutos y universidades no se acude para disfrutar sino para aprender (aunque desde mi perspectiva estas dos facetas no tienen por qué contraponerse). Pero al museo sí se acude para tener una experiencia gratificante desde el punto de vista estético o intelectual, es más, sería recomendable que así fuera.

Preguntarle a un usuario qué quiere encontrarse en una exposición temporal de un museo sería como si un profesor le preguntara al alumno qué quiere que le entre en un examen

¿Cómo se consigue esto? En primer lugar, intentando que las personas que acudan a los museos dispongan de un conocimiento previo sobre los objetos que están expuestos. En segundo lugar, tratando de que conozcan el contexto en el que se crearon esas obras para que una vez estén presentes en el museo visualicen mentalmente toda esa compleja maraña de datos históricos, espacios geográficos e ideas que hicieron posible la creación de tales obras y de las que se deriva su importancia. Por último, en tercer lugar, haciéndoles la temida pregunta: ¿qué quieres ver en el museo?

Esa es la mejor forma que se me ocurre para incentivar el acercamiento real y genuino de las personas a los museos, ya que las personas se sentirán partícipes de lo que ocurre en el museo y no actuarán como meros espectadores sino como agentes activos en el devenir del mismo. Ahora bien, no es cuestión de rebajar el nivel, ni de agradar a las masas, yo no hablo de populismo, hablo de participación y de tratar a los usuarios de museos como personas inteligentes. Hablo de una relación experto-comisario-conservador-usuario entendida como un todo, como una unidad y no como una dualidad. Me parece más correcto, en los tiempos que corren, hacerlo desde esta perspectiva que establecer relaciones verticales entre individuos que suenan más bien a épocas pasadas.

El museo ya es accesible y ahora tiene que ser entendible

Perfectamente me puedo imaginar una exposición temporal en la que los usuarios hayan decidido la temática de la misma. A lo mejor caemos en la cuenta de que el museo, por ejemplo, seguía una línea expositiva centrada en el periodo barroco y resulta que la comunidad que ha surgido en torno al museo estaba, por el motivo que sea, más interesado en Botticelli. Es sólo un ejemplo, pero me sirve para ilustrar que se puede involucrar al público en las decisiones que tome el museo y, además, hay varias razones evidentes para hacerlo:

  1. Razones económicas: si las personas realmente están interesados en la temática de la exposición, seguro que acudirán a verla.
  2. Razones democráticas: se entiende que, en la sociedad del conocimiento, los usuarios de museos son personas documentadas y con intereses concretos que pueden participar de manera activa en la toma de ciertas decisiones. Una de ellas sería la elección de la temática, como he propuesto anteriormente, pero podrían existir otras.
  3. Razones recreativas: como ya dije antes, el museo es un lugar de disfrute y lo divertido es participar, no mantener una actitud pasiva. Pero lo interesante de todo esto es que al participar se aprende más porque el individuo se involucra en todo el proceso.

¿Significa esto que se desvirtúe la figura del experto, del comisario o del conservador? En absoluto, estos profesionales nunca serán sustituibles y prácticamente sus tareas se verían inalteradas. Yo hablo de escuchar al usuario, de crear comunidad en torno al museo, de mejorar la experiencia de los visitantes y sobre todo la calidad de las visitas; y todo esto puede alcanzarse si empezamos por formular esta pregunta: ¿Qué quieres ver en el museo?

Museos y Populismo

Nunca he abogado por una práctica populista y así espero que se me haya interpretado. Detesto esa concepción del museo que se centra en los balances de cuentas y que sólo mira por la llamada lógica del mercado. Este planteamiento no lo veo atractivo porque al final se acaba bajando el nivel de todas las actividades del museo en pos de lograr una mayor afluencia de público. Entiendo perfectamente que los museos tengan que ser solventes, que tengan que ser instituciones sostenibles, pero en el siglo XXI deberíamos empezar a medir otras variables, sobre todo la que se refiere a la calidad de las actividades que propone el museo.

A lo mejor caemos en la cuenta de que el museo, por ejemplo, seguía una línea expositiva centrada en el periodo barroco y resulta que la comunidad que ha surgido en torno al museo estaba, por el motivo que sea, más interesado en Botticelli

Ya hemos conseguido que las personas acudan masivamente a los museos, es un hecho incuestionable, la mayoría de los viajes incluyen la visita a un museo, cada vez que se inaugura una exposición se convierte en un fenómeno mediático, etc. Ahora sólo nos queda que las personas que acudan a los museos entiendan mejor lo que ven. ¿Cuántas personas acuden a los museos y no entienden absolutamente nada de lo que ven? Prefiero ni imaginármelo, pero la cifra debe ser bastante elevada. Insisto, construir comunidad es el primer paso, escuchar el segundo y fomentar la participación es la tercera.

Todo esto no es populismo, sí es populismo, por ejemplo, programar las llamadas exposiciones impacto (blockbusters) que tanto abundan en la actualidad. Es verdad que muchas de ellas están realizadas desde el más absoluto rigor científico, pero están concebidas para atraer al mayor número de personas al museo y no tanto para construir comunidad o hacerla participar, que es de lo que hablo.

En definitiva, construyamos un museo en el que las personas no sean consideradas masa sino simplemente personas. El museo ya es accesible y ahora tiene que ser entendible, tenemos muchos recursos a nuestro alrededor para posibilitar el cambio, sólo hace falta empezar, por eso yo te pregunto una vez más: ¿Qué quieres ver en el museo?