Maimonides

Sin duda, el centro de Córdoba nos ofrece multitud de rincones para perderse. La ciudad conserva un alto nivel en cuestión de patrimonio cultural, siendo uno de los referentes si hablamos de historia antigua y medieval. Vamos a centrarnos en uno de sus aspectos históricos: la historia de la comunidad judía desde una de sus mayores personalidades, abriendo así una semana temática dedicada a los judíos en España, por motivo del aniversario de su expulsión el 31 de marzo, allá por 1492, rememorando así su aportación cultural a España y al mundo.

Entrando en la Judería de Córdoba

Así que te animamos a que te adentres por el casco histórico de Córdoba, atravesando la Puerta de Sevilla, y torciendo la primera calle a mano derecha, la Calle de los Judíos, lo que nos indica que estamos en la judería. Prosigue la ruta, dejando atrás la Casa de Sefarad y la Sinagoga, ya las verás más tarde. Antes quiero presentarte a un personaje.

Ya hemos llegado, la Plaza de Tiberiades, lugar recóndito y atractivo, presidido por una escultura: te presento a Moses ben Maimón, también conocido como Maimónides. Fue médico, rabino y teólogo, aunque será reconocido posteriormente por ser uno de los principales filósofos de la época. Nació aquí en Córdoba, en el año 1135 (otros investigadores afirman que nació en 1138), proveniente de una importante familia judía por parte de padre, con larga tradición de jueces, maestros y líderes comunitarios, y de familia humilde por parte de madre.

La vida de Maimónides

En 1147 se inició la conquista de al-Andalus por parte de los almohades, y la consecuente caída de los almorávides. Muhammad Abd Allah ibn Tumart, líder de los almohades y máxima autoridad política y religiosa del Islam, impulsó una doctrina para dar cabida tanto a musulmanes como a judíos y cristianos, no permitiendo otra práctica religiosa que no fuera la suya. La conquista almohade en al-Andalus supuso el cierre de iglesias y sinagogas, estando prohibida la actividad pública de su fe. Cristianos y judíos tuvieron que elegir entre la sublevación, la muerte o la emigración, o bien, como fue el caso de la familia de Maimónides, la conversión al Islam.

Maimónides pasó en Córdoba su infancia y parte de su adolescencia. Allí comenzó su instrucción en jurisprudencia rabínica y musulmana, pero también estudió filosofía y ciencias (ambas aceptadas en la doctrina almohade; no ocurrió lo mismo con las artes y la música). A modo de curiosidad te diré que, según los textos, calculó la altura de Venus y de Mercurio. Hay que decir que la enseñanza judía era de gran nivel: a los trece años el estudiante concluía su estudio de la Biblia y el Talmud, para proseguir con la gramática y la poseía; a los dieciocho años estaba preparado para estudiar matemáticas, astronomía, lógica y física. Maimónides también estudió metafísica, ética, política y teología, tanto de maestros judíos como musulmanes.

La familia de Maimónides se trasladó a Fez, en torno al 1160, la capital del Magreb, también bajo dominio almohade, debido a su estabilidad política, mayor que en al-Andalus, supeditada a las revueltas internas y la presión de los reinos cristianos. Asimismo, en Fez se encontraba por aquel entonces el gran talmudista Rabí Jehudah ibn Soshán. Maimónides iniciaría sus estudios de medicina, además de escribir obras sobre lógica, sobre el calendario judío, además de comentarios relacionados con el Talmud, y de comenzar con su Comentario a la Misnah.

Hacia Fez

La situación en Fez cambiaría. Volvieron las persecuciones, y los judíos tuvieron que salir de la ciudad para salvar la vida. En relación a este acontecimiento, déjame contarte una leyenda que recoge Haim Zafrani: la historia de las Tres Puertas de Fez. La leyenda narra cómo Moses ben Maimón pronunció el nombre de Dios y el León, de tal modo que los perseguidores que entraban por la primera puerta eran devorados, en la segunda puerta las cadenas sólo permitieron pasar a unos pocos, y en la tercera puerta el fuego terminó con los restantes, permitiendo a los judíos abandonar a salvo la ciudad. Durante mucho tiempo, las tres puertas tuvieron los nombres de la Puerta del León, la Puerta de la Cadena, y la Puerta del Quemado. La leyenda acentúa la faceta legendaria de este personaje de quien también se dice que obró milagros de curación.

El Traslado a Palestina y Egipto

Desde Fez se embarcaron hacia Palestina, llegando a la ciudad portuaria de San Juan de Acre, y visitando Jerusalén y Hebrón, con el fin de peregrinar por los santos lugares. La visita de Maimónides coincide con el reinado del franco Amalric en Jerusalén, entre la segunda y tercera Cruzada. No tardarían en poner nuevo rumbo, posiblemente por la falta de costumbre de vivir en un país gobernado por cristianos y por la precaria situación de las comunidades judías. Entre 1165 y 1166 la familia se traslada a Egipto.

Varios investigadores apuntan la posibilidad de que Maimónides pasara por Alejandría, debido a las conexiones marítimas entre Palestina y Egipto, a la numerosa comunidad judía allí existente, y a la ubicación de la Academia de Aristóteles, cuyas enseñanzas sabemos que respetó y que muy probablemente fueron influyentes en sus propios escritos. Cabe decir que también tuvo influencias de otros filósofos de origen árabes, como Averroes o Avicena.

El viaje de Maimónides junto a su familia terminó en Fustat (Antiguo Cairo), capital de Egipto y ciudad que albergaba a una gran comunidad judía, dando por fin con un lugar donde pudieran ejercer su religión y en la que poder integrarse, recibiendo por parte de la autoridad la tan ansiada tolerancia. Aun así, en 1168, los egipcios incendiaron Fustat para impedir que la ciudad fundada en 641 cayera en manos de los cruzados. La vieja ciudad no volvió a ser reconstruida, y muchos judíos pasaron a instalarse en el Nuevo Cairo. Maimónides optó por quedarse en el Antiguo Cairo y allí vivió hasta su muerte, en 1204.

Su participación durante las negociaciones para la recuperación de los cautivos de la ciudad de Bilbays (ciudad término de las rutas de caravanas entre Egipto y Palestina, invadida por el rey cristiano de Jerusalén Amalric), y la naturaleza y el carácter de sus obras (por aquel entonces terminó el Comentario a la Misnah) propició que en 1171 su comunidad le nombrara jefe de los judíos Rayyis al-Yahud (jefe de los judíos).

Por aquel entonces, Salah al-Din, también conocido como Saladino, instauró en Egipto, en el año 1174 su dinastía, la de los ayyubíes, de origen kurdo. Ello significó la caída de los fatimíes y el fin de la tolerancia religiosa. Saladino volvería a instaurar las viejas leyes en contra de los no musulmanes, a quienes se le consideraban infieles. A pesar de eso, el carácter de Saladino propició que no sufrieran daños o que fueran perseguidos. Durante esta época, ejercía como médico, llegando a ser médico de la Corte de Saladino, aunque no se sabe con exactitud si llegó a tratar personalmente al Sultán. Asimismo, logró sacar tiempo para atender a las gentes del pueblo, sea cual fuere su religión, además de impartir clases de medicina a personas cercanas a su círculo. Fue también durante estos años cuando Maimónides compuso sus mayores obras, como el Moreh Nebukhim.

Maimónides falleció en 1204. Puedes visitar su tumba en la ciudad de Tiberíades, cuyo nombre recibe esta misma Plaza donde se encuentra la escultura que ahora mismo ves, el Monumento a Maimónides, obra de Amadeo Ruíz Olmos, inaugurado en 1964.

Unas reflexiones finales

Maimónides, oriundo de España, representa una larga tradición de juristas y pensadores, además de ser una de las mentes más privilegiadas de la época. Representa también al hombre que tiene que huir de su propia tierra, qué importa la religión que profesara o si fueron cristianos o musulmanes los causantes. Aún hoy, quedan sus enseñanzas, adelantadas a la época, de mucha utilidad para la vida diaria. Personalmente, me quedo con la siguiente reflexión, recogida en un documento que data del año 1167, poco después de que Maimónides llegara a Egipto, a la ciudad de Fustat:

Hoy, después de haber sufrido los mares tempestuosos que nos hicieron errar de un lado para otro, por la bondad divina hemos podido, finalmente, instalarnos aquí, en esta ciudad. Cuando llegamos quedamos desconcertados, al oír que todos los estudiosos están divididos y que cada uno va en una dirección diferente, sin presta atención a lo que se enseña en la ciudad.

Referencias

Judit Targarona Borrás, Moisés ben Maimón, el sefardí, El Almendro, 2009, Córdoba.

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