Boulevard Montmartre

Camille Pisarro, Boulevard de Montmarte, 1897.

Un París renovado y acabado de estrenar, será el escenario con el que se encuentren los pintores impresionistas como Édouard Manet, Auguste Renoir, Edgar Degas, Claude Monet, Camille Pissarro o Gustave Caillebotte quienes pintarán los modernos equipamientos de los que se ha dotado a París, para convertirla en la metrópolis más moderna del momento, pasando a ser a su vez modelo de inspiración para otras urbes europeas. Esta modernidad dará lugar a la construcción de nuevos bulevares, estaciones de ferrocarril, puentes, cafeterías, teatros, jardines, proporcionando a la ciudad un marcado carácter escenográfico.

Este París moderno y embellecido, fue posible gracias al bagaje cultural que Luis Napoleón traía de su exilio en Inglaterra, al ver con sus propios ojos los resultados del proceso de transformación económica, social y tecnológica, que conocemos como Revolución Industrial, un episodio de transformación que comenzó en este país a mitad del siglo XVIII modernizando la ciudad de Londres. A su regreso a Francia en 1848, es elegido presidente de la Segunda República, y para acometer este ambicioso proyecto de embellecimiento y ornato designa al prefecto del Sena Georges-Eugène Haussmann, un funcionario público al que Luis Napoleón prácticamente le dará carta libre en su cometido.

El plan urbanístico de Hausmann (1848-1872) no solo será estético y funcional, sino que, además tendrá un fuerte componente ideológico. El plano del París de 1848 correspondía a unas trazas medievales, con calles tortuosas, estrechas, e insalubres debido a la falta de ventilación y de iluminación, pero a su vez conservaba numerosos y valiosos edificios históricos.

Rue Marmosets

Rue de Marmosets cerca de Nôtre Dame. Fotografía de Charles Marville, 1865.

Rue Traversine

Rue Treversine, fotografía de Charles Marville, 1858

Es cierto, que el plan de Haussmann tuvo unos resultados estéticos y funcionales que dieron lugar a la modernización de París, ya que se regularizó parte del tejido urbano con el trazado de grandes bulevares y de calles anchas y rectas. Al mismo tiempo se dotó a la ciudad de grandes espacios verdes y, se construyó un cordón ferroviario para conectar el centro con los suburbios de la periferia.

Escombros calle de París

Descomunal volumen de escombros producto de la demolición y desmonte para el trazado de la calle. Una línea de carromatos espera para la carga y su traslado.

Boulevard Ópera

Demolición de edificios para el trazado del boulevard de la Ópera, ésta se vislumbra al fondo.

Al margen de las mejoras funcionales, sanitarias y estéticas de la ciudad, el plan tenía un componente ideológico con la intención de poder acceder con las tropas a estas calles cuando había revueltas y se formaban barricadas; ya que en las calles estrechas la caballería y la artillería no podía entrar para disolverlas. Delacroix retrata durante la revolución de 1830, un momento de la historia de la ciudad en donde se produjeron numerosos enfrentamientos entre la ciudadanía y el ejército.

libertad guiando al pueblo

Eugene Delacroix, Libertad guiando al pueblo, 1830, Museo del Louvre.

Toda esta transformación urbanística se pudo hacer gracias a la novedosa y potente ley de expropiación forzosa, miles de edificios de viviendas se expropiaron, lo que originó una transformación social, ya que el proletariado urbano del centro fue desplazado a la periferia, siendo ocupado este nuevo espacio por una burguesía comercial y adinerada.

Rue Sept Voles

Rue des Sept Voles, fotografía de Charles Marville, 1865.

Panteón París.

Demolición de edificios para marcar un eje representativo, en este caso con el Panteón de Paris, que lo visualizamos al fondo. Calle dedicada al arquitecto Soufflot, cuyos restos se encuentran junto a los de Victor Hugo y otros personajes ilustres en el Panteón.

Esta intervención dio lugar a la desaparición del París histórico -el de las calles estrechas y de los viejos cafés- por un París remozado pero moderno. El resultado fue una ciudad con grandes paseos, comercios, bares, cafeterías, teatros, jardines, cabarets; en la que el alumbrado público de gas y luego el eléctrico, posibilitó que todas las actividades que ofrecían estas nuevas dotaciones se pudieran experimentar también de noche, lo que hacía que la algarabía de la gente perdurara hasta la nocturnidad.

Boulevard de la Ópera

Camille Pisarro, Boulevard de la Ópera, 1898.

Mujeres en un café

Edgar Degas, Mujeres en un café, 1887. El disfrute de la noche como nueva forma de ocio, posibilitado por la llegada de la luz eléctrica.

Estación de San Lázaro

Claude Monet, La estación de Saint Lazare, 1877. El revolucionario transporte de comunicación.

Las costumbres sociales cambiaron, ya no se socializa a la salida de misa, ahora se hace en los bulevares, en los cafés, en los teatros, la burguesía se exhibe mientras pasea, y la alegría de vivir se palpa en el ambiente.

Día lluvioso

Gustave Caillebotte, Día lluvioso, 1877. Un nuevo concepto de ocio: el paseo

Renoir Moulin de la Galette

Auguste, Renoir, Baile en el Moulin de Galette (1876). Los bailes populares.

Pero, por otro lado, habría que resaltar que el coste de esta modernidad tuvo su peaje, ya que el tejido social del proletariado urbano se desmembró, y nunca se previó en el plan Haussmann en qué espacio, o mejor dicho en qué lugar, se iba a alojar a toda esta población que vivía en el París histórico que se extinguió. Esta falta de previsión originó la ocupación de la periferia, desfavoreciendo a esta clase trabajadora en cuanto a su relación con la ciudad. Alejados ahora del centro, su vinculación con éste se debilitó, desapareciendo el tejido de relaciones construido a lo largo del tiempo; con las consecuencias económicas que esto implica a la hora de establecer relaciones laborales y sociales con el corazón de la ciudad.

Pont Neuf

Obras de remodelación en torno al Pont Neuf, fotografía de Charles Marville, 1851.

Pont Neuf

Auguste Renoir, Pont Neuf, 1867. Obsérvese la transformación del skyline del margen izquierdo y del nuevo paseo a la derecha.

Música en las Tullerías

Édouard Manet, Música en las Tuellerías, 1862.

Los pintores, de forma libre se decantaron por una mirada muy atenta a lo público y a las nuevas costumbres sociales de la burguesía parisina. Es decir, los pintores impresionarán el París de las calles, de las fiestas, del teatro, de las carreras de caballos, así como, de las localidades del extrarradio para el veraneo; una pintura que refleja la parte pública y de ocio de la sociedad cosmopolita del momento.

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(*) Imágenes: Public Domain.