museo-picasso

Abierto al público en 1963, el Museo Picasso de Barcelona reúne obras de juventud del artista malagueño que nos muestran no solo su evolución en los inicios de su carrera, sino también su vinculación con la ciudad. Las 4.249 obras que componen sus fondos lo convierten en un museo de gran relevancia internacional y cita obligada para los visitantes que acuden a Barcelona.

El origen del museo y su colección

El museo nace de la propia voluntad de Picasso que, en 1960, manifiesta su deseo de abrir un museo dedicado a su obra en la ciudad en la que se formó. En 1963 y gracias al trabajo de su secretario personal, Jaume Sabartés, el museo ya era una realidad. Sin embargo, a causa de la oposición manifiesta del artista al régimen, el museo no pudo ser abierto con el nombre con el lo conocemos actualmente y fue inaugurado bajo el nombre de Colección Sabartés.

La colección con la que el museo abrió sus puertas era básicamente la colección personal de Sabartés (de ahí el nombre del museo) junto a las obras de Picasso que había en los Museos de Arte de Barcelona:

  • El Arlequín.
  • La colección Plandiura.
  • Los dibujos de la colección de Lluís Garriga Roig.
  • Los grabados de Las metamorfosis de Ovidio.
  • Varias litografías y carteles.

Con el tiempo la colección ha ido aumentando y lo ha hecho en gran parte gracias a donaciones tanto del propio Picasso como de sus familiares y amigos (Salvador Dalí, su viuda Jaqueline Roque, su sobrino Pablo Vilató Ruiz, etc.); tan solo una pequeña parte de los fondos del museo ha sido adquirida por compra.

Picasso y Barcelona

Picasso (1881-1973) junto con su familia llegó a Barcelona el año 1895 procedentes de La Coruña. La Barcelona en la que aterrizaron era una Barcelona que había sufrido una revolución urbanística (Plan Cerdá), una ciudad enriquecida gracias a la industria y un lugar impregnado de nuevas ideas. Picasso, que estaba en pleno periodo de formación, se sumergió en la ciudad y se impregnó del aire de modernidad que en ella se respiraba: ingresó en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja, abrió varios talleres y participó del ambiente cultural y de las tertulias del bar Els Quatre Gats. Aunque con algunos periodos de ausencia, vivió en Barcelona hasta 1904, año en el que se traslada definitivamente a París. Sin embargo, nunca se desvinculó del todo de la ciudad y regresó en varias ocasiones. De todas estas visitas la más importante es la de 1917, cuando permaneció en la ciudad durante cinco meses acompañando a los Ballets Rusos de Diaghilev. De esta estancia son testimonio algunas obras que hoy podemos ver en el museo (como el Arlequín, El paseo de Colón, Caballo corneado o Blanquita Suárez) y que nos muestran la variedad de estilos que practicaba en ese momento.

Los palacios

El Museo Picasso se encuentra alojado en lo que en su día fueron cinco residencias palaciegas de la calle Montcada. El museo comenzó en el primero de ellos, en el Palacio Aguilar, pero sucesivas ampliaciones fueron incorporando las construcciones anexas (la última en 1999). La última ampliación (2011), sin embargo, consistió en la construcción en la parte trasera de un nuevo edificio, el cual se ha convertido en la sede del Centro de Conocimiento e Investigación del Museo Picasso.

Palacio Aguilar

Construido en el siglo XIII, sufrió profundas remodelaciones entre los siglos XV y XVIII. De él destaca el patio central (siglo XV) –con su escalera, su galería y sus elementos escultóricos– y los artesonados góticos del primer piso. También se conservaba una pintura mural del siglo XIII sobre la conquista de Mallorca por Jaime I y que ahora está en el MNAC. En 1400 el mercader Berenguer Aguilar compró el edificio.

Palacio del Baró de Castellet

De origen medieval, sufre profundas remodelaciones en el siglo XVIII. En él destaca el patio central, el relieve religioso de la fachada (siglo XVI) y un salón neoclásico de la planta principal. Su nombre le viene del que fuera propietario del palacio en 1797, Marià Alegre d’Aparici y d’Amat, nombrado barón de Castellet por Carlos IV.

Palacio Meca

Construido entre los siglos XIII y XIV, sufrió profundas remodelaciones en el siglo XVIII. De él llaman la atención los artesonados policromados de la planta principal y su patio central. Josep Meca Caçador, primer marqués de Ciutadilla y propietario del edificio en el siglo XVI, le da el nombre que todavía conserva.

Casa Mauri

Elevado en el siglo XVIII, tiene como elementos a resaltar el patio central, la celosía de madera de su facha (una de las pocas que se conservan) y el hecho de que se asiente sobre los restos de una villa romana. Seguramente en un principio formaba parte del Palacio Meca. En 1943 el edificio fue adquirido por las Confiterías Mauri.

Palacio Finestres

Construido en el siglo XIII sobre una necrópolis romana, sufrió importantes reformas en los siglos XV y XVII-XVIII, momento en el que se añadió la galería de arcos de medio punto del patio. Destacan el patio interior con su escalera, los ventanales de la planta principal, el artesonado de lo siglos XIII-XIV y el conjunto de salas con arcadas de la planta baja.

7 obras imprescindibles

1. Ciencia y caridad

Pablo Picasso - Ciencia y caridad, Museo Picasso de Barcelona, 1897.

Pablo Picasso – Ciencia y caridad, Museo Picasso de Barcelona, 1897.

Este cuadro, que pintó cuando solo tenía 15 años, es la última obra que realizó de acuerdo a los principios academicistas, ya que pronto buscaría su propio camino separado de los dictámenes de la Academia. Con esta pintura Picasso ganó la Mención de Honorífica en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid y la Medalla de Oro en la Exposición Provincial de Málaga.

Se trata de una obra de realismo social que hace hincapié en los sentimientos filantrópicos y el avance de la ciencia. Destaca el ambiente íntimo y de recogimiento, así como la composición, que centra la atención en la enferma. Los modelos que utilizó para crear a los personajes fueron su padre (el también pintor José Ruiz Blasco) para el médico, una mendiga con su hijo para la enferma y el bebé y para la monja seguramente un adolescente disfrazado con un hábito.

2. La espera (Margot)

Pablo Picasso- La espera (Margot), Museo Picasso, Barcelona, 1901.

Pablo Picasso- La espera (Margot), Museo Picasso, Barcelona, 1901.

De tendencia puntillista, esta obra nos muestra la vida nocturna parisina a principios del siglo XX a través del retrato de una mujer (seguramente una prostituta o una morfinómana). El trazo grueso y suelto, así como los marcados perfiles negros, son influencia de Van Gogh y del movimiento nabí. Un vivo cromatismo, en el que destaca por encima de todo el rojo, le permite jugar con la luz.

Seguramente esta obra fue expuesta en 1901 en la galería de Ambroise Vollard, el marchante de arte más importante del París del momento y descubridor de grandes figuras como Cézanne o Matisse.

3. Desamparados

Pablo Picasso - Desamparados, Museo Picasso Barcelona, 1903.

Pablo Picasso – Desamparados, Museo Picasso Barcelona, 1903.

En los primeros años del siglo XX el tema de la maternidad será recurrente en el pintor malagueño. Con él quiere mostrar, al igual que en otras obras de la época azul, la pesada carga social, moral y psicológica que tienen que soportar los personajes.

La luminosidad de los rostros contrasta con su inexpresividad y con sus ojos negros de fría mirada. La mano excesivamente alargada de la madre (influencia de la pintura de El Greco) protege del frío al niño que lleva en brazos.

4. Retrato de Benedetta Bianco

Pablo Picasso - Retrato de Benedetta Bianco, Museo Picasso de Barcelona 1906.

Pablo Picasso – Retrato de Benedetta Bianco, Museo Picasso de Barcelona 1906.

Perteneciente a la época rosa, esta obra de suave colorido nos muestra el retrato de una mujer con mantilla. Su blanco y delicado rostro, de mejillas sonrosadas, queda enmarcado por la mantilla negra y el pelo oscuro, con lo que centra la atención de la composición. De factura clasicista, esta obra transmite serenidad y equilibrio. El fondo, de manchas indefinidas de color, impregna el ambiente de tonos rosados.

La modelo del retrato es Benedetta Bianco Coletta, la que al año siguiente se convirtió en esposa del pintor Ricard Canals. Picasso tuvo ocasión de verla cuando posaba para el cuadro Un palco en los toros de Canals y le gustó tanto su manera de posar que decidió inmortalizarla en una de sus obras. El resultado final evoca la obra de Canals.

5. Arlequín

Pablo Picasso - Arlequín, Museo Picasso de Barcelona, 1917.

Pablo Picasso – Arlequín, Museo Picasso de Barcelona, 1917.

Esta obra, realizada durante la estancia de Picasso en Barcelona en 1917, muestra a un arlequín, un personaje que aparece con mucha frecuencia a lo largo de su producción y especialmente en la época rosa. El arlequín se convirtió en el alter ego del artista y en el símbolo de aquel que presencia la comedia humana y que quiere trascender las limitaciones del hombre.

En esta obra destaca el contraste del color rojo del pesado cortinaje del fondo con los claros tonos verdes, azules y rosados de la ropa del personaje. También llaman la atención el rostro y las manos del arlequín, en los que podemos ver el interés de Picasso por la volumetría. El modelo para el personaje fue Léonide Massine, el bailarín principal de los Ballets Rusos de Diaghilev.

Esta obra, que ocupó la portada del número 72 de la revista Vell i Nou, fue la primera pintura de Picasso en ingresar en un museo en Barcelona.

6. Las Meninas

Pablo Picasso - Las Meninas, Museo Picasso de Barcelona, 1957.

Pablo Picasso – Las Meninas, Museo Picasso de Barcelona, 1957.

Esta interpretación personal de la obra de Velázquez es la primera de la serie que gira en torno a este tema y que se conserva completa en el museo. Esta serie fue realizada a lo largo de cinco meses (de agosto a diciembre) el año 1957. A pesar de todos los cambios introducidos por Picasso, siempre hay algunos elementos que se mantienen –como el espacio o la perspectiva– y que hacen que siempre sea reconocible la pintura de Velázquez.

En esta obra, aparte de la estética, encontramos tres cambios fundamentales con respecto al original: (1) formato horizontal en lugar de vertical; (2) la mayor importancia que concede al pintor, que no solo es de mayor tamaño, sino que también es de mayor complejidad formal, ya que las formas se van simplificando a medida que se alejan de este personaje. (3) También cambia la luz, que en la obra de Picasso se filtra con abundancia por los ventanales abiertos (cerrados en el cuadro de Velázquez), así como el color, ausente en la versión picassiana.

7. Fuente española. Escena de corrida con pescado

Pablo Picasso - Fuente española. Escena de corrida con pescado, Museo Picasso de Barcelona, 1957.

Pablo Picasso – Fuente española. Escena de corrida con pescado, Museo Picasso de Barcelona, 1957.

Dentro de la producción picassiana es de gran importancia la labor que realizó sobre cerámica, la cual desarrolla a partir de 1946, cuando conoce a los propietarios de la fábrica de cerámica Madoura. Experimentará con este nuevo material y en él reflejará su estilo personal.

En esta obra mezcla la naturaleza muerta de la figura del pescado con las representaciones taurinas (muy frecuentes en su obra) de la decoración del plato. Los temas taurinos quedan divididos en cuatro registros diferentes:

  • En el círculo exterior: hay pequeñas cabezas de toro muy estilizadas.
  • En el círculo intermedio: se muestra un grupo de toros.
  • En el círculo interior: hay pases taurinos.
  • En el espacio central: una escena de la suerte de varas.

(*) Aviso: La exposición del museo cambia cada cierto tiempo y, además, hay obras que son prestadas a otras instituciones para exposiciones temporales, de modo que si estás interesado en ver alguna obra en concreto, primero infórmate sobre si está expuesta en ese momento, porque existe la posibilidad de que te acerques al museo y no la puedas ver.