Zeus, el soberano de los hombres y de los dioses, y dios de la luz, del cielo y del rayo, es famoso por sus amoríos. A pesar de estar casado con Hera se unió a numerosas mujeres, tanto divinas como humanas, con las que cosechó una amplia descendencia de dioses y semidioses. Estas uniones, que muchas veces tuvo que realizar transmutado en los más diversos seres y elementos para engañar a las bellas jóvenes, han sido representados en numerosas ocasiones por los artistas. A continuación trataremos algunas de las esceas más famosas y más representadas.

Metis

Metis, hija de Océano y de Tetis, fue la primera de las esposas de Zeus. Con ella engendró una hija que, según una predicción hecha por Gea, después tendría un hijo que lo destronaría. Fue por esta razón que Zeus se tragó a Metis cuando esta todavía estaba encinta. Al llegar el momento del parto, Zeus ordenó a Hefesto que le diera un hachazo en la cabeza: de la brecha causada surgió, completamente armada, la diosa Atenea.

Nacimiento de Atenea, s. VI a. C., Museo del Louvre, París

Nacimiento de Atenea, s. VI a. C., Museo del Louvre, París.

Europa

Rapto de Europa

Rapto de Europa, Veronés, 1580, Palacio Ducal de Venecia.

Rapto de Europa

Rapto de Europa, Jacob Jordaens, 1615-16, Gemäldegalerie, Berlín.

Rapto de Europa, Pedro Pablo Rubens, 1628-29, Museo del Prado, Madrid.

Rapto de Europa, Pedro Pablo Rubens, 1628-29, Museo del Prado, Madrid.

Para unirse con Europa, Zeus se metamorfoseó en un resplandeciente toro blanco. Oculto bajo esta forma, secuestró a la joven y se la llevó mar adentro. Para saber más sobre este mito, puedes ir al Rapto de Europa.

Dánae

Tiziano, Dánae, Museo del Hermitage, c. 1534

Tiziano, Dánae, Museo del Hermitage, c. 1534.

Dánae es hija de Acrisio, rey de Argos, y de Eurídice. Un oráculo adviritió a Acrisio que Dánae traería al mundo a un varón que le daría muerte. Para evitar que la profecía se cumpliese, Acrisio mandó construir una cámara subterránea cubierta de bronce donde encerró a su hija. Pero ni siquiera encerrándola pudo evitar que la joven fuera seducida, ya que Zeus consiguió colarse a través de las grietas del techo de la cámara subterránea transformado en una lluvia dorada. Cuando Acrisio se enteró de lo ocurrido, encerró a Dánae junto con el hijo fruto de ese amor, Perseo, en un cofre y los arrojó al mar. Llevados por la marea, fueron a parar a la playa de Séfiros, donde los recogió Dictis.

Klimt, Dánae, 1907, Galería Würhle, Viena

Klimt, Dánae, 1907, Galería Würhle, Viena.

Pero llegó un día en el que Perseo quiso conocer a su abuelo y, a tal fin, puso rumbo a Argos. Acrisio, atemorizado por la visita de Perseo y temeroso de que la profecía se cumpliese, huyó de Argos y se refugió en Larisa, lejos tanto de Argos como de Séfiros. En Larisia, el rey Teutámides organizaba juegos en honor de su padre y dio la casualidad de que en ellos participaba Perseo como competidor. Cuando Perseo lanzó el disco, un viento huracanado lo desvió y fue a golpear la cabeza de Acrisio, que cayó muerto. Al final lo predicho se cumplió y Perseo, tras dar sepultura a su abuelo, se dirigió a Argos.

Leda

Leonardo (Copia), Leda y el Cisne, 1508, Galería Borghese, Roma

Leonardo (Copia), Leda y el Cisne, 1508, Galería Borghese, Roma.

Leda es hija de Testio, rey de Etolia, y de Eurítemis. Casada con Tindáreo, rey de Lacedemonia, había tenido varios hijos: Timandra, Clitemestra, Helena y los Dioscuros (Cástor y Pólux). Sin embargo, algunos de estos hijos pertenecían en verdad al rey de los dioses. Leda, para huir de la seducción de Zeus, se transformó en oca; pero el dios, transformado entonces en cisne, consiguió someterla. Esa misma noche Leda se unió también a su marido, de modo que cuando, fruto de estos amores, Leda puso dos huevos, surgieron de ellos dos pares de gemelos, uno de cada padre: Pólux y Helena de Zeus y Cástor y Clitemestra de Tindáreo.

Tintoretto, Leda y el Cisne, 1557, Galería de los Uffizi, Florencia

Tintoretto, Leda y el Cisne, 1557, Galería de los Uffizi, Florencia.

Io

Io es princesa de Argos y sacerdotisa de Hera. Zeus cayó en las redes de su amor, según unas versiones por la belleza de la joven, según otras por un filtro de amor que le dio a beber Iinge. Zeus se apareció en sueños a la joven y le ordenó que se dirigiera a las orillas del lago Lerna para entregarse a él. Io contó el sueño a su padre y este, tras consultar los oráculos, decidió que lo mejor era obecer los deseos del dios para no despertar su ira. De este modo, Zeus e Io se unieron.

Correggio Júpiter e Io

Correggio, Júpiter e Io, c. 1530, Kunsthistorisches Museum de Viena.

Pero Hera, celosa, sospechó de estos amoríos y Zeus, para proteger a la joven, la transfromó en una blanca ternera y juró a Hera que jamás había amado a ese animal. Entoces Hera reclamó la ternera como presente e Io pasó a ser de su posesión. Atada a un olivo de un bosque sagrado de Micenas, Io era vigilada constantemente por Argo de los Cien Ojos, que siempre tenía la mitad de sus ojos abiertos. Zeus, apiadado de su amante, envió a Hermes para que la liberara. Las historias discrepan del modo en que la liberación se llevó a cabo: unas cuentan que Hermes mató a Argo de una pedrada, otras que lo durmió tocando la flauta de Pan y otras que lo sumió en un sueño mágico con su varita divina. Sea como fuera, Argo acabó muerto y Hera, para inmortalizarlo, puso sus ojos en el plumaje del ave que le estaba consgrada, el pavo real.

Velázquez, Mercurio y Argos, 1659, Museo del Prado

Velázquez, Mercurio y Argos, 1659, Museo del Prado.

Sin embargo, la pobre Io no quedó liberada de la ira y los celos de Hera. Esta le envió un tábano para que la atormentara e Io, furiosa, recorrió toda Grecia y huyó a Egipto. Ahí recuperó su forma humana y dio a luz al hijo de Zeus, Épafo. El odio de Hera se enfocó entonces en el joven, que fue separado de su madre y ocultado por los Curetes. Después de que Zeus les diera muerte, Io encontró a su hijo en Siria, siendo criado por la reina de Biblo. Tras recuperarlo, ambos regresaron a Egipto, donde Épafo reinó y se desposó con Menfis.

Calisto

Rubens, Diana y Calisto, 1635, Museo del Prado, Madrid

Rubens, Diana y Calisto, 1635, Museo del Prado, Madrid.

Calisto era, según unas versiones, una ninfa de los bosques, según otras, hija bien de Licaón bien de Nicteo. La joven había decidido conservar su virginidad y formaba parte del séquito de Artemisa. Pero Zeus, al verla, se enamoró de ella y, disfrazándose de Artemisa, logró unirse a ella. Un día que todas sus compañeras se daban un baño en una fuente, Calisto tuvo que desnudarse, de modo que quedó al descubierto que estaba encinta y la falta que había cometido. Enfadada, Artemisa la echó y la conviritó en una osa. Hera se enteró de lo sucedido, lo cual despertó sus celos, e instó a Artemisa a que diera muerte a la osa Calisto. Entonces Zeus se compadeció de la suerte de su amante y la transformó en una constelación: la Osa Mayor.

Boucher, Júpiter y Calisto, 1744, Pushkin Museum

Boucher, Júpiter y Calisto, 1744, Pushkin Museum.

Sémele

Moreau, Júpiter y Sémele, 1895, Moreau Museum, París.

Moreau, Júpiter y Sémele, 1895, Moreau Museum, París.

Sémele es hija de Cadmo y de Harmonía. Según cuenta su historia, sus amoríos con Zeus despertaron los celos y la ira de Hera y esta la convenció para que rogara a Zeus que se le apereciera en todo su esplendor. El dios, habiéndole prometido con anterioridad que le concedería cuanto ella desease, tuvo que hacerlo. Sin embargo, al aproximarse a ella con sus rayos, Sémele cayó fulminada. En ese momento Zeus decidió salvar al bebé que llevaba en su vientre y, extrayéndoselo, se lo introdujo en su muslo. Así, llegado el momento, nació Dionisio de la pierna de Zeus. Cuando Dionisio consiguió ganarse su divinidad y subir a los cielos, aprovechó para bajar al Hades y rescatar a su madre.

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