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Mole Antonelliana, Museo del Cinema, Turín. (*)

Cualquiera que viaje a Turín podrá ver muchos edificios de arquitectos de primera línea, tales como Guarino Guarini o Filippo Juvarra, pero seguramente habrá uno que le sea familiar, sobre todo si el viajero es de la Comunidad Europea. Se trata de la Mole Antonelliana, cuya cúpula es la imagen de la moneda de dos céntimos en Italia, además de haber sido el icono de los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebraron en 2006 en la ciudad Piamontesa.

Su nombre deriva del apellido de su arquitecto, Alessandro Antonelli, que en origen proyectó el edificio como sinagoga para la comunidad judía torinesa. Sin embargo, la complicada relación entre esta y el arquitecto llevaron a la paralización de las obras en 1869, tras la modificación de la altura del proyecto que alcanzaría los 113 metros, 47 más de los proyectados, lo que hizo que los costes también aumentaran.

Pese a ello el edificio pudo ser finalizado gracias a que la ciudad intercambió los terrenos cercanos al Palco Valentino por los del edificio, que finalmente alcanzó 167 metros de altura.

Desde 1908 hasta 1938 albergó el Museo del Risorgimento, hoy en el Palazzo Carignano. Y en 1953 una tormenta destruyó 47 metros de su pináculo.

La vida de la Mole no ha sido fácil, pero desde el año 2000 vuelve a ser visitable para el público gracias a la apertura del Museo Nazionale del Cinema, una pequeña joya y cita ineludible para los amantes del Séptimo Arte.

El recorrido comienza con las salas dedicadas a los orígenes del cine, con todas las invenciones que hicieron que imágenes en movimiento pasaran a tener vida durante unos instantes.

Desde el año 2000 vuelve a ser visitable para el público gracias a la apertura del Museo Nazionale del Cinema

Lo mejor de todo no es que sólo se expongan estos objetos, sino que se explican las leyes de la óptica por las que se rigen y se muestra el funcionamiento de los mismos.

Tras ello, y con un recorrido ascendente, se transita el perímetro del edificio pasando por diversas áreas en las que se mezcla material original de alguno de los mitos del cine, no sólo italiano, con escenografías en las que se proyectan escenas de diversas películas, algunas ya son clásicos y otras son menos conocidas hasta el momento de la visita.

Aunque todo el Museo es interesante hay dos elementos que llaman particularmente la atención:

  1. Las butacas reclinadas de la sala central, con altavoces integrados en el cabecero, que permiten ver y escuchar las escenas seleccionadas por categorías de película que se proyectan en dos grandes pantallas y también aquellas que se proyectan en la cúpula.
  2. El ascensor que conduce hasta lo alto del edificio, que en vez de hacerse por el interior de la cúpula, se eleva desde el centro del hall, por lo que parece que estemos en una película futurista, y nos lleva hasta la parte superior de la cúpula, donde las vistas sobre la ciudad tan sólo compiten con las que ofrece la Basílica de la Superga.

Si vais a Turín te recomendamos que visitéis este Museo, pero que lo hagas sin prisa ya que merece la pena fijarse en cada detalle y estar un buen rato tumbados viendo escena tras escena.

(*) Imagen de Portada: Wikimedia Commons. Creative Commons License.