La Ciudad de las Artes y las Ciencias es un complejo arquitectónico diseñado por Santiago Calatrava y Félix Candela. Se encuentra situada en una zona privilegiada de la ciudad de Valencia, a medio camino entre el casco antiguo y el barrio costero de Nazaret, ocupando una extensión aproximada de 350.000 metros cuadrados.

Los jardines del Turia

Jardines del Turia

El solar ocupa el lugar que antes recorrían las aguas del río Turia y donde estaban instaladas una serie de industrias contaminantes encargadas de trabajar la pirita. Este solar reconvertido por el arquitecto Ricardo Bofill comprende una gran superficie ajardinada con abundante vegetación y carriles para bicicleta. Se trata de una zona especialmente protegida por el PGOU de 1988 para evitar la especulación urbanística (aunque ya sabemos que esto prácticamente nunca se logra) y la edificación masiva de viviendas. Por este motivo se reservó este espacio para la construcción de una serie de edificios destinados a fines culturales y recreativos.

Desde l’Hemisferic al Palacio de las Artes Reina Sofía

Podemos diferenciar dos etapas constructivas dentro del proyecto. La primera comprendería los cinco edificios realizados entre 1998 y 2006, es decir, l’Hemisfèric, El Museo de la Ciencia Príncipe Felipe, l’Umbracle, l’Oceanogràfic y el Palacio de las Artes Reina Sofía. La segunda fase, todavía en proceso de construcción, abarcaría aquellos edificios o infraestructuras realizadas a partir de 2006, como el Puente de l’Assut l’Or, el Ágora, las tres torres de oficinas o el intercambiador de transportes.

Estas fases constructivas muestran una doble intención en lo que se refiere al planteamiento general del proyecto. Por una parte, vemos como las primeras edificaciones están destinadas a albergar actividades culturales, mientras que las segundas tendrían una función de servicios para la propia ciudad, lo que indica un cambio en cuanto a la concepción original de realizar una ciudad dedicada exclusivamente a las artes y las ciencias, para convertirse ahora en una verdadera ciudad autónoma con todos sus servicios.

Centrándonos en los edificios que actualmente están construidos, cabe destacar, por un lado, los diseñados por el arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava y, por otro, el proyectado por el arquitecto Félix Candela. Calatrava es el autor de l’Hemisfèric, el Museo de la Ciencia, l’Umbracle y el Palacio de las Artes. Candela sólo aparece como autor de las cubiertas del parque oceanográfico.

Para realizar una lectura en planta de los edificios realizados hasta ahora por el arquitecto de origen valenciano, es necesario distinguir dos espacios dentro de la Ciudad de las Artes y las Ciencias: un espacio triangular -situado entre la autopista del Saler, los Jardines del Turia y el puente de Monteolivete- en el que se ubica el Palacio de las Artes y, a continuación, un espacio rectangular que corresponde a la sede del observatorio, el museo y el paseo cubierto.

Estos dos espacios están conectados entre sí por un camino central y dos laterales que son los ejes que luego se proyectan hacia la zona este, comunicándose a su vez con el lugar donde se están desarrollando las nuevas obras. Además, entre los edificios y los paseos peatonales se encuentran una serie de láminas de agua que aportan gran unidad al conjunto.

Palacio de las Artes Reina Sofía

Palacio de las Artes

Comenzando por el margen occidental del solar que ocupa la Ciudad, el primer edificio que se encuentra, como decimos, es el Palacio de las Artes. No fue el primero que se construyó sino el último de los de la primera fase, ya que en ese mismo lugar debía construirse una torre de telecomunicaciones , pero posteriormente se decidió cambiarla por este palacio dedicado a las artes. En este sentido cabe hacer una precisión ya que, en un primer momento, la Ciudad no fue pensada para albergar edificios relacionados con las artes sino sólo con las ciencias, y así aparece reflejado en los documentos administrativos del primer proyecto, que sólo hablan de la Ciudad de las Ciencias. La denominación de Ciudad de las Artes y las Ciencias es algo posterior y aunque no existen datos acerca de por qué decidieron incluirse las artes en el proyecto, sí parece lógico tener en cuenta el gran atractivo que supone su inclusión en lo que se refiere a la afluencia de público.

Por otra parte, también es preciso señalar que la propia denominación de Ciudad de las Artes se presta a confusión, ya que normalmente se tiende a relacionar la palabra arte con las artes plásticas y las únicas artes plásticas que aparecen en el proyecto son las esculturas que se exponen en l’Umbracle y las propias formas arquitectónicas. En cambio, el Palacio de las Artes no es un museo de piezas artísticas sino un auditorio, por lo que quizás hubiera sido más correcto llamarlo Palacio de la Música o Ciudad de la Música y las Ciencias, pero no habría sido lógico dado que ya existía un Palau de la Música a escasos kilómetros y, al fin y al cabo, la música es una manifestación artística.

Al margen de esto, por lo que respecta a la arquitectura del edificio éste sigue la línea de los auditorios proyectados por Santiago Calatrava, es decir, un gran volumen de hormigón blanco con forma de casco y con su característica pluma . Es una tipología que el arquitecto-ingeniero repite continuamente, así lo vemos en el Auditorio de Santa Cruz de Tenerife, por poner un ejemplo.

Al final acaba erigiéndose como un monumento, como un hito arquitectónico reconocible, lo que por otra parte, implica una cuestión algo polémica que siempre surge cuando se emite un juicio crítico sobre la obra de Calatrava y que es la adaptación de la forma al contenido o, lo que es lo mismo, su grado de utilidad.

En cualquier caso, se trata de un tipo de construcción muy espectacular, en el sentido de que su escala es monumental y sus formas son muy atractivas estéticamente, ya sea un casco lo que represente, una ola del mar o un pájaro picoteando. Al final acaba erigiéndose como un monumento, como un hito arquitectónico reconocible, lo que por otra parte, implica una cuestión algo polémica que siempre surge cuando se emite un juicio crítico sobre la obra de Calatrava y que es la adaptación de la forma al contenido o, lo que es lo mismo, su grado de utilidad.

En este sentido, los datos pueden aportar más luz a esta cuestión y permitirnos abordarla de forma objetiva. Baste señalar el desplome que sufrió la plataforma principal del escenario del auditorio cuando se representó la ópera de la Bohème a finales de 2006, las inundaciones de noviembre de 2007, o el desprendimiento del trencadís en 2013.

Todas estas consideraciones son absolutamente necesarias cuando se pretende medir la capacidad de impacto que ha tenido la construcción de una Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia, ya que sólo así puede saberse si lo que se construye se debe a cuestiones exclusivamente culturales, es decir, la búsqueda de unos buenos contenedores de cultura y con ello la mejora del panorama artístico, educativo o cultural o si por el contrario lo que se pretende es crear determinados hitos urbanos que sirvan como atractivo turístico.

Museo de las Ciencias Príncipe Felipe

Museo de las ciencias

El 13 de noviembre de 2000 se inauguró el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, un edificio que recuerda formalmente al esqueleto de un dinosaurio y que dispone de una capacidad aproximada de 40.000 metros cuadrados distribuidos en tres plantas. Pero lo más importante es que se inauguró sin colección permanente. En principio, esto no tiene por qué considerarse algo negativo si las exposiciones son de alto nivel científico, pero existe un problema con la denominación de museo, ya que esto implica una colección propia.

Una vez más, lo que prevalece es la espectacularidad formal del edificio sobre el contenido del propio museo. En cualquier caso, el museo formar parte de la Asociación Europea de Museos de la Ciencia, lo que indica al menos, una praxis similar a la de otros museos de la ciencia. Aunque ello no ha sido óbice para que se haya despedido a muchos de los investigadores que estaban en nómina con la excusa del control del déficit presupuestario.

También es criticable para un museo de la ciencia que se convierta en un espacio destinado a albergar eventos que no corresponden a un museo de la ciencia, puesto que en ese caso, se perdería no sólo ya el carácter de museo al no disponer de colección, sino también el carácter científico del mismo. Algunas de las actividades que se celebran en el museo recuerdan más a eventos sociales que científicos, como es el caso de la celebración de la Campus Party o la inauguración de la temporada de la Fórmula Uno.

También puede considerarse objeto de crítica la metodología que sigue el museo, que aunque pretende el conocimiento científico, no duda en recurrir al espectáculo o la interactividad exagerada de los parques temáticos, tan alejados del concepto tradicional de museo. Esto se refleja en los propios reclamos que utiliza el museo cuando elabora sus programas educativos y que se resumen en frases como “prohibido no tocar”.

L’Hemisfèric

Hemiferic

En cuanto al resto de edificios que conforman la Ciudad de las Artes y las Ciencias, es preciso resaltar dos más relacionados con el mundo científico: l’Hemisfèric y l’Oceanogràfic, el planetario y el acuario respectivamente. El planetario es el edificio que primero se inauguró de todo el conjunto que forma la Ciudad. Este hecho responde a que, como ya se ha comentado anteriormente, en principio la Ciudad se concibió como un lugar exclusivo para las ciencias y esto todavía es perceptible si atendemos al número de construcciones vinculadas a las ciencias respecto de las artísticas.

L’Hemisfèric es un edificio clave dentro de la Ciudad, ya que como estructura intermedia entre el Palacio de las Artes y el Museo de la Ciencia, sirve para comunicar dos espacios diferentes en cuanto a forma y contenido, estableciendo una armonía visual entre los dos volúmenes. Es además, el edificio más espectacular de todos, no tanto por su dimensión como por su forma y características particulares. Su forma intenta imitar un gran ojo con sus párpados y para lograrlo recurre a dos formas geométricas, la esfera y el semicírculo. Con estos elementos, el arquitecto Santiago Calatrava construye una compleja estructura con partes móviles que permiten cerrar esos párpados que cubren y descubren la esfera en cuyo interior se encuentra el observatorio astronómico.

La composición se completa gracias a la utilización de las láminas de agua, que transforman el semicírculo en círculo, a través de los reflejos y ondulaciones del lago. Todos ellos, recursos extraordinariamente poéticos y evocadores, más cercanos a las artes plásticas que a la propia arquitectura y que plantea nuevamente el debate acerca de las analogías arquitectónicas y la correspondencia de la forma con la función. En este caso, se ha querido relacionar el ojo (forma del edificio) con el concepto de planetario, es decir, un lugar hecho para la contemplación y, parece ser, que esta vez ha sido acertada esta relación forma-contenido, ya que la esfera es la forma idónea para representar los astros.

L’Oceanogràfic

Acuario

Relacionado con l’Hemisfèric y con el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, al otro lado del Puente de l’Assut l’Or, se encuentra el parque oceanográfico, que juntos forman el conjunto de edificios destinados a la ciencia. El primero dedicado al cielo, el segundo a la tierra y el tercero al medio acuático, abarcando de esta forma todas las áreas de conocimiento posibles dentro de la ciencia. Las artes, algo menos representadas en el conjunto de la ciudad, están presentes en el auditorio, en l’Umbracle y sobre todo, en la propia arquitectura artística que practican Santiago Calatrava y Félix Candela.

L’Umbracle

Umbracle

L’Umbracle es un paseo cubierto en cuyo interior se encuentran expuestas numerosas esculturas de artistas contemporáneos como Yoko Ono, Miquel Navarro o Francesc Abad entre otros, así como un buen número de ejemplares de especies vegetales autóctonas como las palmeras, la madreselva o las buganvillas. Esta unión simbólica de arte y naturaleza en un mismo espacio permite además crear un marco simbólico de representación que, junto con los edificios de la ciencia completan la lectura urbana de toda la Ciudad de las Artes y las Ciencias y que ahora debería incluir también, la Naturaleza como parte constitutiva.

Otros edificios

En definitiva, estos son los edificios que conforman la que podríamos denominar, primera fase constructiva dentro la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La segunda fase, todavía en desarrollo, pretende suplir las carencias de la primera, esto es, la desvinculación absoluta entre los edificios y el concepto de ciudad propiamente dicha. Por ello, se han proyectado toda una serie de edificios como las torres de oficinas, edificios de viviendas, el intercambiador de transportes o el Ágora, que fue inaugurado en 2009 y que se utiliza como palacio de congresos.

(*) Imágenes: Francisco Rubio, 16:9clue, G Travels, Carlos Jiménez Ruíz, Andrés Soliño, Irene Grassi. Creative Commons License.