El pasado 29 de mayo, la artista Deborah de Robertis realizó una intervención en el Musée d’Orsay (París) frente a la obra El origen del mundo, de Gustave Courbet, con las piernas abiertas y mostrando sus genitales. Este acto tuvo como finalidad rendir homenaje ante la obra y su artista, y plantear el debate respecto a la función del artista en los museos, y el papel del cuerpo femenino en el circuito institucional del arte, entre otros aspectos referentes al placer o deseo de mirar o ser mirado (la denominada pulsión escópica). ¿El resultado fue el esperado?
Las intervenciones de Deborah de Robertis están dirigidas a interactuar con el público, sean visitantes, galeristas, o clientes. En ese momento, el público que se encontraba en el Musée d’Orsay se mostró dividido a favor y en contra, pero sobre todo se mostró sorprendido. Todo acabó con la detención de la artista, la cual se negó a retirarse, puesta en libertad acto seguido sin más trámites. Hay que aclarar que no hubo un previo acuerdo entre la institución y la artista para realizar este acto.
Este acto tuvo como finalidad rendir homenaje ante la obra y su artista, y plantear el debate respecto a la función del artista en los museos, y el papel del cuerpo femenino en el circuito institucional del arte, entre otros aspectos referentes al placer o deseo de mirar o ser mirado
En CROMA Comisarios Culturales, planteamos el debate en torno a esta noticia. ¿Qué opinaron los participantes?
Una mayoría definió este acto como «pura imbecilidad», «no aporta nada», «excesivo, basto y fuera de lugar», «no es Arte», «puro impacto, poco contenido», «[…] una llamada de atención […]», entre otros comentarios. Los que argumentaron en contra, comentaron que hacer provocar o reflexionar no tiene por qué ser considerado una obra de arte.
Si la intención de la artista era exhibirse o hacer algo notorio, resultó demasiado básico, en la opinión de otros. Hay quien señaló que “[…] en este caso la transgresión no está justificada por el trasfondo de la performance, que se queda en banal, provocadora y muy superficial.», y en la opinión de otros, «El arte puede ser reivindicativo, pero no todo lo reivindicativo es arte.».
A favor de esta intervención de Deborah de Robertis, o al menos desde una postura menos contraria, hubo quienes argumentaron que «[…] el arte es plural […]», siendo común estos ready made de obras famosas como un acto de homenaje de artistas contemporáneos hacia otros artistas pasados.
Otros se mostraron a favor de estas formas de expresión artística como modo de reflexión hacia otros debates, como lo “[…] que es arte y que no lo es.”, y lo que será considerado arte en un futuro, según la perspectiva histórica del momento. Como contestación, hubo quien se demostró en desacuerdo, haciendo hincapié en que “En el Arte puede que todo esté permitido, pero no todo lo permitido es arte.”.
Por otra parte, el hecho de que esta intervención, artística o no, haya supuesto un desnudo tan explícito no es el verdadero motivo del desacuerdo, sino el carecer de trasfondo o contenido artístico.
«pura imbecilidad», «no aporta nada», «excesivo, basto y fuera de lugar», «no es Arte», «puro impacto, poco contenido», «[…] una llamada de atención […]»
En primer lugar, damos por hecho de que no toda forma de expresión artística debe ser de calidad, y el ejemplo más comprensible es el cine, pues cualquier largometraje es considerado como cine (el séptimo arte). Otra cuestión es que tenga mayor, menor o ninguna aceptación.Del mismo modo, que surja interés y llamadas de atención en torno a hechos como este resulta positivo, desarrolla nuestra capacidad crítica, demandando calidad y esfuerzo en el arte.
No hay suficiente comunicación entre el arte y la sociedad actual
Si consultamos una entrevista hecha a la artista (abajo tenéis el enlace directo a la entrevista realizada a Deborah de Robertis por Serge Freydier), comprobamos que el objetivo de Deborah de Robertis era revelar un siguiente paso a lo que ya hizo Courbet, es decir, que la pintura de 1866 aún mantenía ocultos los genitales, se mostraba oculta, por lo que la artista decide enseñar el verdadero origen, lo que ella describe como “[…] l’oeil du sexe, c’est le trou , le néant, l’origine de l’origine”. Del mismo modo, la artista reafirma esta pose universal como símbolo de su poder y su belleza.
Terminamos este intenso debate con las siguientes reflexiones:
- Que no hay suficiente comunicación entre el arte y la sociedad actual, ya que el verdadero sentido de esta intervención (recordemos que era rendir homenaje ante la obra de Courbert, plantear un debate respecto a la función del artista en los museos, y el papel del cuerpo femenino en el circuito institucional del arte, entre otros aspectos referentes al placer de mirar) no ha sido debidamente transmitido ni captado por el emisor y el receptor, tanto en el Musée d’Orsay como en las redes sociales.
- Que existe unos sentimientos o connotaciones de esfuerzo y estética implícitos en el arte, cualidades que no se reflejan a la hora de realizar en estas intervenciones artísticas.
- Que el arte actual debería plantear una comunicación en feedback, y sacar partido de las posturas y conclusiones del receptor que percibe su obra, en lugar de seguir un planteamiento unidireccional, sin posibilidad de réplica.
- Que la sociedad debería ahondar más a la hora de visualizar nuevas formas de expresión artística, más allá de lo que puede albergar el marco de un cuadro o de lo que puede sostener el pedestal de una escultura.
Enlaces de interés
Entrevista a Deborah de Robertis. La Stratégie Du Poulpe
(*) Imagen: Wikimedia Commons. Public Domain. Miniatura: Antoniofurno. Creative Commons License.