No existen normas rígidas ni definiciones exactas sobre lo que significa ser un crítico de arte o un historiador del arte. Sin embargo, me propongo en esta breve entrada de blog identificar aquellas características que les son propias a cada uno de ellos. Lo que sí está claro es que ambos son mediadores entre el artista y el público, pero cada uno lo hace de una forma muy diferente. Veamos cómo opera cada uno de ellos.
Los críticos de arte se caracterizan por:
- Trabajan con la actualidad: la materia prima de los críticos de arte es la actualidad. Al igual que ocurre con los periodistas, éstos trabajan con el ahora, con las producciones de los artistas que están exponiendo en estos momentos. Sin embargo, pueden realizar críticas sobre exposiciones que traten sobre el pasado, pero al fin y al cabo, son exposiciones que se están inaugurando hoy, nunca se harán críticas de exposiciones que se llevaron a cabo hace un siglo o ni siquiera una década.
- Utilizan un lenguaje más poético que académico: antes no era así, pero desde la aparición de ciertas corrientes filosóficas como el post-estructuralismo, el lenguaje de la crítica se ha ido haciendo difícil de interpretar para los no iniciados. No escriben desde un punto de vista científico sino más bien desde la poesía (o el arte, como diría Oscar Wilde) y la filosofía, aunque no hay porque dudar, ni mucho menos, de la verdad de sus aseveraciones. No se dirigen a la academia, en el sentido de que no son artículos académicos, aunque quienes los leen y lo entienden seguramente tienen algún tipo de formación en la materia.
- Son más descriptivos que reflexivos: este tipo de escritos breves son, por lo general, más descriptivos que reflexivos. De ahí que en el párrafo anterior los haya relacionado con el modo de proceder de la poesía, que si bien puede ser reflexiva, reconocemos enseguida en ella el poder evocador de sus descripciones.
- Capacidad de síntesis: un crítico es un experto en sintetizar el conocimiento y, por lo tanto, también tiene que ser muy hábil relacionando distintos conceptos y creando nuevos términos para referirse a las obras de arte. Sin embargo, en los breves espacios en los que se manifiestan, los críticos no pueden profundizar lo suficiente en dichos conceptos y necesariamente, tienen que dar por hecho que el lector los conoce o realizará sus propias pesquisas por su cuenta. Esto hace que la comunicación entre el público y el crítico, en determinadas ocasiones se haga difícil.
- Se proyectan en el escrito y utilizan la persuasión: una crítica es una visión muy personal y subjetiva de la realidad. El autor de los escritos siempre se proyecta en la obra, ya que utiliza su propio punto de vista para interpretar la realidad o simplemente para seleccionar aquellos temas que le resultan de interés. Los críticos, en aras de lograr una mayor frescura, prescinden de las rigideces de la academia y utilizan la persuasión como modus operandi para defender sus puntos de vista.
Los historiadores del arte, por el contrario, se caracterizan por:
- Trabajan con el pasado: un historiador del arte trabaja con el pasado, su objeto de análisis son las obras artísticas realizadas con anterioridad a su época. Así, el historiador puede elaborar teorías sobre el significado de la Venus de Willendorf o sobre el arte abstracto, pero nunca de lo que se produce hoy. No hay nada que lo impida, pero existe una regla no escrita que dice que al menos deben respetarse treinta años de cortesía para poder interpretar una obra de arte o cualquier acontecimiento histórico.
- Utilizan un lenguaje académico: el lenguaje que utilizan no es, en modo alguno, poético. Se prescinde, en la medida de lo posible de los adjetivos que conviertan el escrito en una visión demasiado personal del asunto a tratar. Aunque se trate de arte y los adjetivos sean casi imprescindibles para referirse a las obras, se trata de ser lo más aséptico posible en este sentido.
- No tienen por qué ser sintéticos: los historiadores del arte elaboran teorías y las teorías requieren de un gran número de páginas para ser explicadas. Son necesarias las hipótesis, largas horas de investigación, el análisis de los elementos y la extracción de unas conclusiones. El resultado es que el número de páginas se verá considerablemente incrementado con respecto a las que utilizarán los críticos de arte.
- Son más metódicos: la investigación requiere de una metodología, que muchas veces se convierte en un corsé difícil de soportar. Es el método científico el que se utiliza, se requiere de documentos que certifiquen o que apoyen las teorías enunciadas y, aunque en las humanidades, el método científico siempre se vea de alguna forma comprometido, el historiador del arte nunca renuncia a la verdad.
- Son descriptivos y reflexivos: el historiador tiene que recurrir a la descripción como método de conocimiento, pero no se limite simplemente a enumerar las características de las obras de arte y sus contextos, sino que además, debe interpretarlos y reflexionar pausada y largamente sobre ellas. Las teorías no son cuestiones de inmediatez sino de reflexiones profundas sobre una determinada temática. Los críticos recurren a ellas, pero lo hacen de forma mucho más concentrada y dinámica.
- Utilizan libros para comunicar sus ideas: por todo lo mencionado anteriormente, los historiadores del arte necesitan de los libros para comunicar sus ideas. Así como los críticos se hallan mejor en un medio de comunicación de masas o especializado, los historiadores del arte se sienten más cómodos en el libro o también del artículo académico, que suele ser el preámbulo de investigaciones posteriores.
De momento he encontrado estas diferencias, ahora te animo a ti a que busques alguna más para incluirla en este listado que nunca pretendió ser exhaustivo ni rígido ni excluyente. Así que estaré encantado de leer tus comentarios al respecto.
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(*) Imágenes: public domain.
Fátima luzardo
21 julio, 2014 |
Interesante artículo. Muy interesante. Hay una opción que me gusta a mí ; la conjunción del crítico de arte que también ha estudiado Historia del Arte. o que tenga conocimientos, estudios sobre el tema, estética, etc… los periodistas, si no están especializados, no suelen entender de arte. Sería un debate necesario. El Arte tiene una historia, una teoría estética que a muchas veces va por delante , si no se tiene conocimientos de la historia sobre las disciplinas que se van a «criticar» sea plásticas, fotografía, cine, artes escénicas,…es más difícil que lo subjetivo( del crítico) se acerque más a la objetividad. Baudelaire decía que una crítica de arte debe ser también de alguna manera artística, tener una impronta. Yo estoy con él en esto. Cómo explicar la poesía si no es desde una perspectiva poética? por ejemplo. Bueno, también Baudelaire ponía la pintura por encima de la fotografía , pero eso sería otro debate…
Francisco Alvarado Cortés
22 julio, 2014 |
Interesante artículo, y sobre todo, interesante enfoque. Respecto a los «Historiadores del arte», en cuanto a «Trabajan con el pasado», añadiría: Trabajan con el pasado para comprender el presente. Esta idea es clave, ya que es el objetivo de todo estudio historiográfico.
Javier Albelo
23 julio, 2014 |
Hola Fátima, gracias por comentar. Es difícil saber con exactitud donde ponemos la línea divisoria entre los historiadores y los críticos. Como tú dices, a los críticos se les permite un plus de subjetividad y poesía. Yo personalmente no creo que los historiadores deban analizar las obras desde una perspectiva emocional, aunque se trate de arte. En ese caso creo que es necesaria un planteamiento más de método científico. Sin embargo, es preciso aclarar que estamos siempre moviéndonoso en un ámbito humanista y no de ciencias exactas, con lo que siempre existe un margen para la interpretación.
Javier Albelo
23 julio, 2014 |
Hola Francisco, muchas gracias por comentar. Tal y como tú dices, tambien creo que el estudio del pasado es el estudio del origen y sólo se puede comprender el presente si se conoce el pasado, porque vamos a las raíces, a los cimientos. Ese es el verdadero propósito de la Historia. Es un acto trascendente y profundo, que no es valorado con la intensidad que merecería por parte de la sociedad.