Para entender la importancia de la figura de Francis Bacon es preciso situarse en el contexto de la Europa de posguerra. Mientras en los Estados Unidos estaba surgiendo La Nueva Pintura Americana y la poética del expresionismo abstracto, en Europa aparecían nuevas tendencias pictóricas alternativas que se oponían a la abstracción como único vehículo expresivo: tal es el caso de la pervivencia de lo figurativo en autores como Bacon en Inglaterra y Balthus en Francia.

Los inicios traumáticos

Asmático, ateo, homosexual, alcohólico y con una infancia traumática debido a los maltratos de su padre, Francis Bacon desarrolló sus dotes como artista plástico a partir de los dieciséis años, cuando fue expulsado de su hogar tras ser sorprendido probándose ropa interior femenina.

En su adolescencia viajó por Berlín, París y Londres, escapando de la rigidez y las limitaciones de la sociedad conservadora irlandesa. En estos lugares fue donde probablemente forjó su personalidad artística, ya que entró en contacto directo con la estética bauhaus, los barrios obreros, el cine de Eisenstein, las exposiciones de Picasso, las obras de teatro, los conciertos de ópera, etc.

No fue hasta 1930, cuando comenzó a tomar clases de pintura tras sus breves incursiones en el mundo de la decoración de interiores, que apenas le daba para cubrir gastos. En 1934 hizo su primera exposición individual, que fue un auténtico fracaso, por lo que decidió destruir todas las obras que había realizado hasta el momento y, por si fuera poco, dos años más tarde fue excluido de la Primera Exposición Internacional Surrealista en Londres, por no ajustarse a las directrices que dicho movimiento imponía.

El inicio de su trayectoria pictórica

Por este motivo, decidió retirarse del mundo del arte hasta 1944, momento en que se sitúa el inicio de su trayectoria artística. Fue entonces cuando realizó Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión, que se expuso en 1945 en Londres y tuvo una muy buena acogida por parte de la crítica, que por una vez, le tendió una mano al artista.

estudio de figuras para crucifixión

Francis Bacon, Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión, 1944, Tate Modern, Londres.

Progresivamente Bacon fue alcanzando un merecido prestigio en la escena internacional, con pinturas tan expresivas como Cuadro 1946, el Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez y sus numerosos retratos de rostros desfigurados, todas ellas, obras que analizaremos más adelante.

Retrato papa Inocencio X

Francis Bacon, Estudio de Inocencio X, Estudio según el retrato del Papa Inocencio X de Velázquez, 1953, Des Moines Art Center.

Las influencias del artista

Diego Velázquez - Retrato del Papa Inocencio X

Diego Velázquez, Retrato del Papa Inocencio X, 1650, Galería Gloria Pamphili, Roma.

El arte de Francis Bacon es fruto de sus numerosas experiencias personales, así como de sus influencias provenientes de la propia Historia del Arte. Su estudio estaba lleno de imágenes y libros de todo tipo:

  • Reproducciones de obras de maestros del siglo XVII como el Retrato del papa Inocencio X de Velázquez o La masacre de los Inocentes de Poussin.
  • Radiografías de cuerpos humanos y un viejo tratado sobre las enfermedades de la boca.
  • Fotografías de Eadweard Muybridge de individuos en movimiento.
  • El libro Foundations of Modern Art de Amédée Ozenfant.
  • La Orestíada de Esquilo.
la matanza de los inocentes

Nicolás Poussin, La masacre de los inocentes, 1628-29, Museo Condé, Chantilly.

Además de todas estas influencias, es preciso destacar también el gran impacto que supuso para Bacon visionar en Berlín el film, el Acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein y particularmente las escenas en que el gentío es pisoteado por las tropas militares en las escalinatas.

Características de su pintura

Desde el punto de vista formal, su pintura es visceral, se centra en la representación del cuerpo humano al que somete a la deformidad y la distorsión, para acercarse – según él – al mundo real, tomando como referencia las ideas de Ozenfant:

La simplificación, distorsión y modificación de formas naturales son modos de llegar a la máxima expresividad de la forma.

Quiere representar la corporeidad de los sentimientos negativos, pero no por ello debemos entender sus obras como expresionistas, ya que él se opuso tajantemente a esta interpretación.

La carne y las bocas abiertas

En las obras de Bacon prima la representación de la carne (quedó prendado de las carnicerías que encontró en Berlín), de lo corpóreo, del horror que se esconde tras las vestiduras más suntuosas de la piel. Por eso, está interesado en las bocas abiertas de los personajes, que son el punto de contacto entre el interior y el exterior del cuerpo y dejan al descubierto partes de la calavera del individuo. De hecho, se dice que por este motivo tomaba las radiografías médicas y el cuadro de La matanza de los Inocentes de Poussin como referentes para realizar sus estudios pictóricos.

La sangre y la violencia

La sangre es otro de los motivos que más le atraen. Al leer la Orestíada de Esquilo, Francis Bacon dijo:

El hedor de la sangre humana me halaga.

La sangre es violencia, sale del interior del cuerpo humano, tiene que ver con la muerte, significa dolor, sadomasoquismo, etc., es una reflexión constante sobre la muerte como parte de la vida.

En definitiva, lo que quiere es resaltar la tragedia del ser humano.

En Tres estudios para figuras como base para una Crucifixión, apreciamos tres imágenes separadas cuyo único hilo conductor es el fondo naranja que representa a tres figuras zoomorfas que se retuercen y gritan. No hay acción violenta, no están siendo crucificados, sin embargo la escena parece contagiar al espectador un terrible horror que emana de las grotescas formas.

Lo mismo ocurre con Cuadro 1946, que nos muestra la imagen de una carnicería, un hombre con su siniestra sonrisa y un paraguas que le tapa los ojos. Él propio Bacon explica esta obra como «un accidente», es decir, no pensó previamente lo que iba a pintar y poco a poco fueron surgiendo estas figuras, que una vez más, pueden leerse como una manifestación de lo grotesco, lo feo, lo monstruoso, lo carnal, etc.

El sexo y los retratos

Tres estudios de figuras en camas

Francis Bacon, Tres estudios de figuras en camas, 1972, Colección Privada.

El sexo también está presente en sus imágenes, Bacon describió el acto sexual como «lucha de cuerpos» y esto es perceptible en obras como Tres estudios de figuras en camas.

Por último, hay que hacer especial mención de la retratística en Bacon. La representación de la efigie de una persona constituye uno de sus mayores esfuerzos creativos. El rostro de los personajes aparece generalmente deformado – quizás esto no hubiera sido posible sin Picasso – ya sea por la oquedad de la boca en actitud de gritar o por los trazos ondulados o verticales que atraviesan la imagen.

La identidad se convierte entonces en una incógnita o en un motivo de reflexión. Sin embargo, hay rasgos diferenciadores que se conservan en esa maraña de líneas que surcan el rostro. Además, las figuras aparecen enmarcadas en espacios geométricos concretos y respetando una perspectiva. Otras veces, crea una especie de jaulas, que pretenden aislar las figuras del fondo.

Fruto de estas experiencias son sus numerosos retratos, entre los que sobresale el Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez, que constituye sin lugar a dudas una de sus estampas más representativas y un punto de referencia dentro de la Historia del Arte por el que siempre será recordado.