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Roy Lichtenstein, La cabeza de Barcelona. (*)

Cuando se habla de arte, por lo general acuden a nuestra mente conceptos como los de escultura y pintura, pues tradicionalmente éstas han sido consideradas las artes visuales por excelencia. Han existido siempre más alternativas, pero lo cierto es que en los últimos tiempos éstas se han multiplicado exponencialmente gracias a los recursos que las nuevas tecnologías ponen al alcance de los artistas. Se plantea entonces la cuestión de: ¿por qué, si los caminos de la expresión artística se han multiplicado, en nuestro interior no terminamos de entender estos nuevos trabajos como realizaciones artísticas?

En gran parte es debido a la concepción del artista que se tiene actualmente, como un individuo que vive sólo por y para su arte, un arte cuya única finalidad es mostrar al mundo exterior su mundo interior. De aquí que difícilmente asimilemos como arte algo creado con una finalidad práctica, pues parece que el arte existe sólo per se, como algo que emana directamente del interior del artista; el cual, a través de sus manos, lo plasma en un soporte físico.

Pero no debemos olvidar que muchas de las obras de arte hechas a lo largo de la historia surgieron con una finalidad práctica y a raíz de un encargo de una tercera persona. Un retablo renacentista, por ejemplo, era encargado por la iglesia al artista, con una temática y un discurso fijados de antemano, y con la finalidad clara de decorar el altar.

Por otro lado, estos individuos que llamamos artistas parecen anclados en las técnicas tradicionales de la pintura o la escultura. Es cierto que hay montajes audiovisuales, que tímidamente intentan hacerse un hueco en el panorama artístico, pero sin llegar a conseguirlo del todo.

¿Tal vez somos nosotros los que en verdad estamos buscando al artista entre los pintores y los escultores sin ser capaces de mirar más allá? Ayudados en gran parte por los museos y galerías de arte, en cuyas salas se exponen principalmente obras de técnicas tradicionales (y con esto lo que quiero decir es que no se han terminado de incorporar las nuevas tecnologías), no hemos sido capaces de abrir los ojos y buscar al artista en otro lugar.

¿O tal vez somos nosotros los que en verdad estamos buscando al artista entre los pintores y los escultores sin ser capaces de mirar más allá?

Defiendo la idea de que ahora el artista se encuentra empleado en una empresa, trabajando ocho horas al día para realizar el encargo de un cliente. ¿Por qué nos cuesta tanto pensar que la publicidad, los videojuegos, los graffities o los videoclips pueden llegar a ser obras de arte? El cine y la fotografía, afortunadamente, ya han dado el gran paso, tal vez facilitado por su semejanza conceptual con un cuadro (pues no dejan de ser una ventana a través de la cual ver el mundo).

Puede que una de las mayores creaciones artísticas de nuestro tiempo sea la publicidad y, sin embargo, no somos capaces de mirarla más que con ojos despectivos. Es cierto, la publicidad sólo busca vender, pero, volviendo al retablo renacentista, este también intentaba vendernos algo, aunque en este caso la idea de Dios y no un producto consumible. Y también es cierto que la publicidad carece del valor de la obra única y exclusiva, ya que se produce en serie, pero ¿eso quiere decir que si Velázquez hubiera pintado tres veces las Meninas en lugar de una tendrían menos valor?

Me cuesta entender por qué la sociedad, en otros aspectos tan innovadora y tan rupturista, se muestra tan tradicionalista en lo que a entender el arte se refiere. Y puede ser que por esto existe ahora esa gran brecha entre el arte contemporáneo y la sociedad, la cual no consigue entenderlo ni apreciarlo.

Me cuesta entender por qué la sociedad, en otros aspectos tan innovadora y tan rupturista, se muestra tan tradicionalista en lo que a entender el arte se refiere

Creemos que las técnicas tradicionales han buscado nuevas vías de expresión en las últimas décadas, que ahora la pintura y la escultura se han rehecho a sí mismas, pero tal vez lo que ha ocurrido es que estas técnicas tradicionales están definitivamente agotadas.

A raíz de la aparición de nuevas técnicas con las que no podían competir se han visto obligadas a buscar alternativas, ¿por qué sino la pintura dejó de buscar captar la realidad cuando apareció al fotografía?, y que el arte ha seguido desarrollándose aprovechando las infinitas posibilidades que se abrían ante él con la aparición de las nuevas tecnologías. Tal vez sea el momento de reconocerle su carga artística a todas esas cosas de nuestro día a día en las que hasta ahora no nos habíamos fijado.

(*) Imagen de Portada: Enfo. Creative Commons License.