La mayoría de los museos organizan, diseñan y montan grandes exposiciones temporales que atraen cada día a miles de personas para, sobre todo, generar ingresos. Pero muchas veces nos olvidamos de las maravillas que albergan en sus colecciones permanentes. Como visitante asiduo aconsejaría, antes de visitar cualquier museo, indagar sobre las obras que alberga en su interior, tanto las que se encuentran en sus colecciones permanentes como las que se encuentran en las exposiciones temporales.

Origen e historia de la colección permanente del Museo

El origen de la colección permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se sitúa en el Museo Nacional de Arte Moderno, que existió entre 1894 y 1971 y que se encontraba en el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, sede a la vez de la Biblioteca Nacional y del Museo Arqueológico Nacional. Este museo de arte contemporáneo albergaba obras pertenecientes a los siglos XIX (Museo Nacional del Siglo XIX) y XX (MEAC, Museo Español de Arte Contemporáneo).

Sin embargo, el museo sufrió la falta de espacio durante toda su existencia, por lo que finalmente tuvo que cerrar sus puertas y sus instalaciones pasaron a formar parte de la Biblioteca Nacional. La colección, por su parte, fue repartida en diferentes sedes. En el año 1971 se creó una sección específica de arte del siglo XIX en el Museo Nacional del Prado, que supuso el traspaso de las colecciones del siglo XIX a este museo, mientras que las colecciones del siglo XX pasaron brevemente por un edificio de la Ciudad Universitaria de Madrid para depositarse finalmente en el actual edificio del MNCARS.

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía fue inaugurado oficialmente el 26 de mayo de 1986 en el edificio de Sabatini, antiguo Hospital General de Madrid. En un principio se pensó dedicarlo a exposiciones temporales, pero en el año 1988 se convirtió en museo estatal. A partir de septiembre de 1992, sus puertas abrieron al público para mostrar las colecciones procedentes del MEAC y, a su vez, se comenzó a seguir una política de compras y préstamos para completar su colección permanente. En el año 2001 se decide ampliar el museo y se consigue un 60% más de espacio gracias al proyecto del arquitecto Jean Nouvel.

Actualmente la colección del museo se compone de una gran selección de arte español contemporáneo y de arte procedente de corrientes internacionales, especialmente de aquellos artistas extranjeros que tienen una fuerte relación con España. Para que podamos hacernos una idea general de lo que contiene el museo, he querido seleccionar algunas de las obras que considero fundamentales de cada etapa o momento histórico de la colección.

15 obras imprescindibles

Colección 1: La irrupción del siglo XX: utopías y conflictos (1900-1945)

1. Sonia de Klamery. Hermen Anglada Camarasa, 1913.

Retrato de Sonia de Klamery

Anglada Camarasa realizó esta obra en 1913 cuando se encontraba en París. Llama la atención el color empleado, la delicadeza de la postura, la mirada seductora de la condesa y el exotismo de la obra. Influenciado por la secesión vienesa, sus obras mantienen una importante relación con la obra de Gustav Klimt y con el fauvismo en el empleo del color. Se trata de una obra modernista de gran atractivo visual, influenciada por los vestuarios y los decorados de los ballets rusos que el artista pudo presenciar en sus años de París.

2. Rostro del Gran Masturbador. Salvador Dalí, 1929.

Esta obra fue realizada en 1929 cuando Dalí se encontraba en Cadaqués con Gala (aún casada con el poeta Paul Éluard). Perteneciente al movimiento surrealista, su contenido es autobiográfico y presenta la transformación que supuso para el artista la aparición de su amante Gala. Se trata de una inquietante composición que muestra las obsesiones sexuales y las fantasías del artista recurriendo a elementos comunes en otras de sus obras, como el saltamontes que succiona la cabeza metamorfoseada de este gran masturbador o las hormigas que aparecen en su vientre en descomposición, símbolo de muerte y putrefacción.

3. Un mundo. Ángeles Santos, 1929.

angeles santos

Ángeles Santos ha sido una artista prácticamente desconocida hasta hace relativamente poco y supone un ejemplo de las dificultades que encontraron las mujeres para hacerse un hueco en un arte de vanguardia dominado por los hombres. En el año 1929 pinta este enorme lienzo que causa una gran impresión en el momento, ya que la autora no había tenido ocasión de conocer el desarrollo de las corrientes artísticas. Según la propia artista, unos versos de Juan Ramón Jiménez inspiraron esta obra surrealista donde aparecen unas figuras femeninas rodeando un globo terráqueo de forma cúbica y que van iluminando las estrellas, mientras en el otro lado de la composición un grupo de mujeres toca instrumentos musicales.

4. Pintura (caracol, mujer, flor, estrella). Joan Miró, 1934.

Esta obra refleja el estado de angustia que el artista estaba sufriendo debido a la situación dramática por la que atravesaba Europa en ese momento a causa del auge de los fascismos y por la estado prebélico de España. Las obras alegres y mágicas de su etapa anterior ahora dan paso a una pintura más dramática, con colores mucho más intensos y cuyos personajes parecen deformarse. Se trata de una obra plenamente surrealista, donde el colorido de las figuras contrasta claramente con su grafismo lineal. Aparecen, también, una mano Picassiana y animales y personajes que gravitan en esta composición sin argumento pero llena de vida y armonía.

5. Guernica. Pablo Picasso, 1937.

picasso-pintando-guernica

Es sin duda la obra más conocida del museo. Encargada por el Gobierno de la II República para decorar el Pabellón de la República Española para la Exposición Internacional de París de 1937, llegó al museo en 1992 junto con numerosos bocetos y fotografías procedentes del MOMA de Nueva York. El título de la obra alude al bombardeo que tuvo lugar en Guernica el mismo año de su realización.

A pesar de la infinidad de interpretaciones, se considera un icono del siglo XX que refleja el sufrimiento que provoca la guerra en el ser humano. El cuadro no consta de ninguna referencia al bombardeo de Guernica, por lo que más bien se trata de una obra simbólica sobre el drama de la guerra. Las figuras se concentran en triángulos, de los cuales el más importante es el central, en el que aparecen la figura de un soldado muerto y una lámpara en la parte de arriba. En la obra destaca el dolor desgarrado de las figuras femeninas y la fuerte expresividad de sus rostros. El caballo parece ser símbolo de las víctimas inocentes de las guerras, mientras que el toro simboliza la brutalidad.

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COLECCIÓN 2 ¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945-1968)

6. Constelación. Alexander Calder, 1944.

El museo cuenta con varias obras de este artista americano que dedicó toda su vida a dotar de movimiento a sus esculturas utilizando materiales diversos. Esta obra pertenece a una serie llamada Constellations (Constelaciones) que realizó a partir de 1943. Mediante el empleo de madera pintada e hilos de acero, presenta una serie de formas biomórficas que recuerdan, sobre todo, a obras de Joan Miró o Jean Arp. En esta ocasión una parte del móvil se encuentra fija en la pared, mientras que la otra parte se mueve con el roce del aire.

Puedes consultar esta obra en el siguiente enlace (por motivos de copyright no estamos autorizados a reproducirla).

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7. Lola. Antonio Saura, 1956.

En la planta 4ª del museo se presenta la obra de varios artistas que formaron parte del Grupo El Paso (1957-1959), entre los que se encuentra Antonio Saura. A partir de 1956 Saura realizó sus primeras damas, pinturas de gran formato realizadas en blanco y negro. Hay que recordar que el artista viajó a París por aquel entonces y es a partir de este viaje cuando su pintura evoluciona hacia el informalismo y hacia el arte figurativo. A partir de este momento recurre a temas que serán repetidos a lo largo de toda su vida: crucifixiones, damas, sudarios, desnudos, retratos imaginarios, el perro de Goya, etc. A su vez su paleta se vuelve menos cromática recurriendo a negros, grises y tierras.

Puedes consultar esta obra en el siguiente enlace (por motivos de copyright no estamos autorizados a reproducirla).

Artículo relacionado: Entrevista a Martín Chirino.

8. Hombre, máquina y movimiento. Richard Hamilton, 1955-2012.

En la misma planta puedes encontrar esta gran instalación, obra del artista Richard Hamilton. Pionero del arte pop británico, es autor también del collage What Is it that Makes Today’s Homes So Different, So Appealing?, producido en 1956 para la Whitechapel Art Gallery de Londres.

La instalación corresponde a la producida en el New Museum de Nueva York para la exposición “Ghost in the Machine” de 2012. Está formada por 176 fotografías en blanco y negro, coetáneas al nacimiento del transporte mecanizado e impresas sobre 54 paneles de Dibond. Están expuestas en una estructura de acero que ocupa toda la sala y que queda dividida en cuatro secciones: acuática, terrestre, aérea e interplanetaria. La obra pretende ilustrar la lucha mecánica del tiempo y para ello no sólo aparece la máquina en movimiento, sino también la presencia del hombre. Con ello pretende atender a otros aspectos, como el estatus social o la sexualidad, que también van asociados a estas máquinas.

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9. Livro da Criação (Libro de la Creación). Lygia Pape, 1959.

El museo cuenta con una importante colección de arte latinoamericano contemporáneo: el depósito de la colección Patricia Phelps de Cisneros. Es uno de los conjuntos de arte contemporáneo más completos y que más conocimiento aportan sobre el arte de un lugar y un período poco conocidos. La artista brasileña Lygia Pape forma parte de esta colección. Aunque la obra de Lygia se manifiesta de multitud de maneras (performance, ballet, cine o pintura), el libro se convierte para Lygia en el elemento común de toda su obra. En el año 1959 entra a formar parte del movimiento del neoconcretismo junto con otras artistas, como Lygia Clark y Hélio Oiticica, y es entonces cuando realiza este libro desplegable, formado por dieciséis páginas y cuya finalidad es la de construir una narración mediante imágenes.

10. Madrid visto desde el cerro del Tío Pío. Antonio López, 1962-1963.

El artista madrileño Antonio López ha realizado durante toda su carrera artística numerosos paisajes de la ciudad de Madrid desde diferentes puntos de vista. Estos paisajes se convierten, además, en un documento histórico de las transformaciones que va sufriendo la ciudad.

En la época de los sesenta, un grupo de españoles de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid participaron en la renovación de la artes. Para ello, buscaron reflejar lo familiar y lo cotidiano y no la mera captación de la realidad. Generalmente mostraban interiores y paisajes urbanos prácticamente vacíos, experimentando con luces y sombras e incluyendo en casi todas ellos una atmósfera cálida. Antonio López realizó en estos años paisajes urbanos de gran formato, muchos de los cuales tardó un tiempo considerable en finalizar. La ciudad se convierte, así, en la protagonista de sus panorámicas. Debemos recordar que, al pintar al natural, hay que elegir una hora exacta del día para poder reflejar una luz concreta.

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COLECCIÓN 3 De la revuelta a la posmodernidad (1962-1982)

11. Lanas. Juan Hidalgo, 1972-2009.

Esta instalación fue montada para la colección permanente del museo en el 2014. Había sido expuesta por primera vez en el Instituto Alemán de Madrid en el año 1972 con motivo de la fiesta de fin de curso y, en el 2009, formó parte de la exposición “Encuentros de Pamplona 1972: Fin de fiesta del arte experimental”.

Está compuesta por cuatro planchas de metacrilato transparente que, suspendidas del techo por cables de acero, forman una superficie cuadrada. Lo más sorprendente es que de estas planchas cuelgan 1600 hilos de lana de 40 colores diferentes y de ellos penden, a su vez, 1600 cascabeles de latón plateado. Los hilos y los cascabeles crean una forma cuadrada. Es una instalación bastante delicada que no puede ser tocada, lo que es una pena porque sería fantástico mover esos hilos y escuchar el sonido de esos miles de cascabeles.

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12. Inserciones en circuitos ideológicos. Proyecto Coca-Cola. Cildo Meireles, 1970.

La obra del artista brasileño Cildo Meireles siempre ha estado ligada a la redefinición del arte conceptual. Cildo aprovecha la experiencia sensorial del espectador, el cual es parte activa de muchos de sus trabajos, e intenta transmitirle su crítica hacia los sistemas ideológicos y económicos actuales.

Esta obra está formada por botellas de Coca-Cola que se relacionan con la misma metáfora que el artista emplea en sus billetes: mientras que la circulación de los billetes está relacionada con la macro estructura institucional, la circulación de Coca-Cola está relacionada con la macro estructura industrial. Parece ser que el artista, en cierta manera, bebe de los ready-mades de Duchamp, pero en un sentido diferente. Duchamp tomaba un objeto industrial, lo sacralizaba y lo convertía en un objeto único, pero Meireles realiza más bien una relectura y lo pone en circulación social, con lo que hace reflexionar al espectador sobre los complejos vínculos entre información y circulación.

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Artículos relacionados: Cildo Meireles y el arte doméstico, Los ready-mades explicados para que los entienda todo el mundo.

13. Mensaje en el Di Tella. Roberto Jacoby, 1968-2011.

Se trata de una instalación que documenta una acción que tuvo lugar en mayo de 1968 en el Instituto Di Tella de Buenos Aires. Está formada por varios elementos. Por un lado, hay un teletipo que, conectado con la agencia France-Presse, recibe noticias acerca de los acontecimientos de mayo del 68. Por otro lado, hay una fotografía de un afroamericano manifestándose en contra del racismo y la guerra de Vietnam. Finalmente, hay una pizarra donde se incluye un manifiesto que promulga la fusión del arte y la vida, la creación del hombre nuevo y revolucionario. Esta obra fue presentada por primera vez en la exposición colectiva “Experiencias 68”. La instalación documenta la aparición de un arte político interesado más en la acción que en la materialidad de la obra. En ese sentido, el propio artista declaraba que el arte ya no tenía ninguna importancia, sino la vida.

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14. Escena. Personajes a la salida de un concierto de Rock. Guillermo Pérez Villalta, 1979.

También se encuentra en la parte del edificio Nouvel esta obra del artista gaditano Guillermo Pérez Villalta. Siempre se ha considerado un artista autodidacta, aunque en sus comienzos estuvo enmarcado en el movimiento llamado la nueva figuración.

A pesar de las diferencias que se observan en sus diferentes etapas, el artista ha creado un estilo propio e inconfundible. Su obra mezcla tanto la figuración como los mundos imaginarios y es totalmente narrativa. La obra está colocada en la sala dedicada a la movida madrileña.

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15. Plano, magnesio y cobre. Carl Andre, 1969.

Carl André es una figura imprescindible dentro del movimiento minimalista. Ha ido reduciendo la escultura hasta resaltar la esencia misma del objeto, sirviéndose siempre de materiales industriales de construcción. Quizás una de sus aportaciones más interesantes ha sido la eliminación del pedestal de la escultura y “horizontalizarla”. Como vemos en esta obra, por ejemplo, que tumba en el suelo y expande invadiendo el espacio.

En la década de los sesenta, el artista trabajó a partir de módulos que se multiplicaban como ladrillos, madera, o como en este caso, placas de metal. La obra se formaba mediante unidades geométricas carentes de huella humana o de alguna intervención del artista. Placas en el suelo que combina con otros materiales como es el caso de Magnesium Copper Plain (Plano magnesio y cobre) formada por 36 planchas cuadradas que alternan magnesio y cobre.

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